Síndrome de la silla vacía: ¿cómo afrontarlo en las cenas navideñas?
La llegada de la Navidad trae de la mano encuentros con familiares y amigos, algo que provoca que notemos más la ausencia de quienes ya no están
El síndrome de la silla vacía se asocia a procesos de duelo y también puede darse ante procesos de ruptura familiar por divorcio o separación
¿Qué emociones despierta la Navidad y cómo podemos hacerles frente?
La llegada de la Navidad trae de la mano múltiples encuentros con familiares y amigos. Por eso estas citas anuales pueden convertirse en un momento duro si alguno de nuestros seres queridos ya no se encuentra entre nosotros, así como en aquellos casos en que se hayan producido rupturas familiares en forma de separación, divorcio... Es lo que se ha hecho llamar síndrome de la silla vacía: genera sentimientos de tristeza y nostalgia, y es especialmente frecuente durante estas fiestas, ya que las asociamos inevitablemente con tradición y con comidas y cenas familiares. ¿Cómo afrontar el síndrome de la silla vacía en las cenas navideñas?
¿Cómo afrontar el síndrome de la silla vacía en las cenas navideñas?
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El síndrome de la silla vacía suele manifestarse en forma de tristeza y nostalgia: echamos de menos la presencia de un ser querido o de varios, sea cual sea el motivo de su ausencia. Al tener que enfrentarnos a un evento en el que estas personas estarían presentes, surgen estas sensaciones de forma más intensa de lo habitual.
Por eso la Navidad es un momento clave para la salud mental de quienes se enfrentan a la ausencia de personas cercanas. Es frecuente que el síndrome de la silla vacía se asocie a un proceso de duelo o pérdida y que, aunque la situación se encuentre controlada durante el resto del año, la llegada de reuniones tradicionalmente familiares destape estos sentimientos de forma más intensa.
No ayudan la publicidad navideña ni el ambiente social en general: si bien es muy positivo que se de este escenario de compañerismo e ilusión durante estas fiestas, es normal que toda esta explosión de emotividad y conexión humana nos lleve a sufrir con mayor intensidad las ausencias y pérdidas.
Por eso, si queremos combatir el síndrome de la silla vacía, es importante evitar la culpa si no nos encontramos tan eufóricos como los demás: no existe ningún mandato que nos obligue a estar alegres y felices durante estas fechas, y los procesos de duelo tienen sus tiempos y sus altibajos. También es cierto que, si estas sensaciones te sobrepasan o si, sencillamente, quieres mantener la situación bajo control, lo mejor será que consultes a un psicólogo.
En cuanto a las herramientas que están de tu mano, es importante que hables con naturalidad de lo que te ocurre y que, de este modo, le quites peso a las sensaciones que estás experimentando: lo cierto es que se trata de un conjunto de síntomas que cualquiera puede experimentar (de ahí que exista un síndrome específico con este nombre), y es perfectamente normal sentir tristeza y desazón ante la ausencia de un ser querido.
Eso sí, también es importante no regodearte en tu tristeza: no dejes de lado tus rutinas de salud (una buena alimentación, un buen descanso y la práctica regular de ejercicio) e intenta hacer un esfuerzo (sin excesos) por mirar el lado positivo de las cosas y convertir la ausencia en bonitos recuerdos que ya forman parte de tu mochila para siempre.
En definitiva, permítete estar triste, pero intenta mantener la situación bajo control en la medida de lo posible, evitando faltar a las reuniones familiares: aunque no te encuentres todo lo bien que te gustaría y aunque se trate de un momento duro, piensa que estarás construyendo nuevos recuerdos y que podrás disfrutar de todas esas personas a las que quieres y que, afortunadamente, siguen encontrándose cerca de ti.