Todos cargamos con una mochila emocional. Nuestras malas experiencias en el amor nos pueden volver un poquito inseguros. No queremos volver a sufrir, es normal, pero el problema es que ese miedo a veces nos paraliza: conoces a alguien que te encanta, con el que conectas y todo parece fluir, pero un pensamiento intrusivo no se te va de la cabeza… “No te arriesgues, que te van a volver a hacer daño”. ¿Es eso cierto?
A veces esta voz interna tiene razón, pero muchas otras no. Nos privamos de experiencias positivas y de relaciones sanas por miedo. La gran pregunta es cómo saber si merece la pena arriesgarse.
Silenciar las dudas no es tarea fácil, pero hay siete señales que indican que merece la pena arriesgarte y que pueden ayudarte a perder el miedo:
Vivimos en una sociedad que tolera muy mal las emociones desagradables y muchas personas reaccionan minimizándolas o negándolas. Por ejemplo, te molesta algo, te sientes triste o experimentas ansiedad, y tu ligue te dice que “exageras”, que “no es para ponerse así” o que “siempre te tomas las cosas de forma muy personal”. Esto es una red flag o señal para huir sin mirar atrás.
En cambio, cuando tu ligue te escucha y hace un esfuerzo por entenderte incluso cuando siente o piensa diferente, merece la pena seguir conociéndole.
Es cierto que cuando tenemos la autoestima tocada, nos cuesta más creérnoslo, pero una buena señal es que tu ligue te ayude a sentirte empoderado o empoderada. Si esa persona te cuida, te respeta y te demuestra con actos (y no solo con palabras) que disfruta de tu compañía, poco a poco dejarás de dudar de tu valor.
¡Ojo! No es justo que toda tu autoestima dependa de un ligue o pareja. Hay que hacer un esfuerzo interno para cuidar nuestra autoestima (a veces pidiendo ayuda psicológica profesional si solos no podemos lograrlo).
Todas las personas tenemos límites. Por ejemplo, no querer sexo en la primera cita, no querer hablar de tus exparejas todavía, no querer compartir ciertas inseguridades…
Si tu ligue te presiona, mala señal. En cambio, que respete tus límites es una señal para seguir conociendo a esa persona.
En momentos psicológicos muy duros, necesitamos apoyo social. Esto no es malo de por sí. El problema surge cuando en vez de recurrir a tus seres queridos, te metes en relaciones con personas que tampoco te gustan tanto.
Mi recomendación como psicóloga es trabajar el miedo a la soledad y fortalecer la autoestima para que la conexión o el enamoramiento surja porque de verdad te gusta tu ligue y no porque quieres evitar enfrentarte a tus miedos.
No somos robots preprogramados. Cada persona tiene unas opiniones únicas y unos valores personales concretos. A veces cuesta compartirlos; nos da miedo que nos juzguen, sobre todo cuando hablamos de temas polémicos o sensibles. Una buenísima señal es que tu ligue aprecie tus opiniones y respete tus valores (sobre todo cuando piensa diferente).
Muchas veces exigimos ser la única prioridad para la otra persona. ¿Es del todo justo? Aunque estéis conociéndoos y tengáis muchísima ilusión, recuerda que esa persona tiene un trabajo, una familia y unos amigos, y no es sano que desatienda a todos por ti. Sin embargo, tampoco es sano que te trate como el segundo plato siempre.
Un predictor de que la relación va a ser sana es que te ofrezca el espacio que necesitas y que te cuide como te mereces, es decir, que te convierta en una de sus prioridades (sin ser la única). ¿Cómo? A través de sus hechos y no solo de sus palabras. ¿Responde a tus mensajes? ¿Propone planes? ¿Se interesa por tus aficiones y opiniones?
Todas las señales que acabamos de ver dan lugar a una sensación muy saludable (y necesaria para que la relación funcione): que te sientas suficientemente cómodo o cómoda como para abrirte.
Si tu ligue crea un espacio seguro, te resultará más fácil compartir no solo lo bonito, sino también tus traumas, tus malas experiencias amorosas previas, tus inseguridades, lo que te molesta de él o ella o los miedos que a veces te paralizan.