Luis tiene 28 años y un problema que lleva presente varios años en su vida: le cuesta conectar con los demás. “No me siento yo mismo ni cómodo con nadie. Siempre me he sentido raro y algunas personas me lo han dicho también. Ahora vivo con mi novia y no tengo muchas amistades, en el trabajo me cuesta soltarme y siento que no encajo del todo en ningún sitio. Intento adaptarme, me fuerzo a ser como los demás, pero me cansa mucho mentalmente. ¿Cómo puedo encajar? ¿Cómo puedo ser yo mismo?”, se pregunta.
Su situación no es un caso aislado, aunque él se siente muy incomprendido. Muchas personas viven algo parecido pero por vergüenza, miedo a ser juzgadas o porque intentan no darle importancia, no lo cuentan. La gran pregunta es por qué se sienten así y cómo solucionarlo.
Hay personas que tienen una gran facilidad para conectar con los demás, para adaptarse a entornos diversos y para expresarse sin filtros. Sin embargo, no es lo habitual.
A algunas personas les cuesta conectar con su entorno porque éste no es receptivo. En otras palabras, si tus amigos, pareja o familia ignoran tus gustos, opiniones o necesidades (o incluso los menosprecian) es normal que te cueste conectar con ellos.
En cambio, a otras personas les cuesta abrirse. Para conectar con los demás es requisito indispensable mostrarnos tal y como somos, con las risas y los buenos momentos, pero también compartiendo las inseguridades. Esto a veces es difícil.
Si en el pasado te han hecho daño o te has movido en ambientes en los que, como antes mencionaba, han ignorado o menospreciado tu manera de ser, puede que ahora te resulte difícil abrirte a gente nueva. El miedo a que te vuelvan a hacer daño te impide ser tu mismo. Pero, ¿cómo puedes volver a sentirte cómodo con otras personas?
El primer paso es analizar por qué te cuesta tanto conectar con los demás. Cada persona es un mundo y viene bien reflexionar sobre tus inseguridades.
Generalmente, la dificultad para conectar con los demás nace de una inseguridad que alguien nos ha metido en la cabeza. Pero, ¿quién? Esos acosadores del instituto que se reían de ti, esa expareja que criticaba todo lo que tú pensabas, esos padres que jamás se interesaron por tus gustos… Y poco a poco, interiorizamos esa invalidación. Es decir, nos repetimos a nosotros mismos que algo está mal en nuestra manera de ser, y que es mejor no mostrarla.
El siguiente paso es definir cómo son tus relaciones actuales. Apóyate en las personas que realmente te hagan sentir comprendido. Queda con esos amigos que te escuchan, te atienden o te respetan, con tu pareja si te anima a ser tu mismo, con algún familiar que empatice con tus necesidades… En cambio, las relaciones tóxicas empeoraran tus dificultades.
Por otro lado, plantéate conocer gente en entornos seguros. Estos entornos pueden estar destinados a actividades muy distintas: un voluntariado, una tienda local que organiza partidas de rol, charlas sobre temas diversos (ciencia, empoderamiento, salud mental, feminismo, derechos del colectivo LGTBIQ+, neurodivergencia…), clases de baile, talleres artísticos (de pintura, de cerámica, de escritura creativa…).
Es verdad dar el primer paso y asistir a este tipo de actividades por primera vez asusta un poco, sin embargo, hay más probabilidades de conocer a gente afín a ti en un entorno seguro relacionado con tus gustos, ideología o aficiones.
El cuarto paso y quizá el más importante consiste en aprender a abrirte y sentirte cómodo mostrando tus inseguridades (sí, esas que has analizado en el primer paso).
Si te da miedo que te juzguen al decir que “no” a un plan, no pongas excusas. Directamente di “me da algo de apuro contarte esto porque no quiero que te enfades, pero no me apetece este plan”.
Este es un ejemplo muy concreto y con él quiero enfatizar lo importante que es ser sincero no con los demás, sino contigo mismo. Cada vez que te obligas a complacer a otros, te hieres a ti mismo.
Si te sientes perdido y no sabes cómo analizar tus inseguridades, conectar con tus seres queridos, conocer gente nueva o abrirte, puedes pedir orientación a un psicólogo.