Aunque es trending topic cada semana y va por la quinta edición, hay muchas personas que no tienen ni idea de qué va La Isla de las Tentaciones: es un reality en el que cinco parejas se separan para “poner a prueba” su amor. Las chicas van a una pequeña villa paradisiaca con un grupo de solteros que durante semanas intentan hacerles caer en la tentación, y los chicos hacen lo mismo con sus correspondientes tentadoras.
Al margen de los memes y de las frases míticas, este reality ofrece algo muy interesante desde el punto de vista psicológico: una definición gráfica de lo que está mal en una relación de pareja. Celos, reproches e infidelidades protagonizan el programa, por eso llama tanto la atención cuando una de las parejas no cruza ningún límite. Eso es precisamente lo que ha pasado entre Javi y Claudia, dos de los protagonistas de esta edición.
Para ponernos en contexto, Javi y Claudia fueron a La Isla de las Tentaciones para que él aprendiese a vivir sin ella, a pasárselo bien con sus amigos y a socializar con otras chicas. En la primera hoguera (un evento en el que la presentadora les enseña vídeos de sus parejas pasándoselo bien y, a veces, cruzando los límites de la fidelidad), Claudia no vio ningún vídeo de Javi porque el programa “no quería condicionar su experiencia”. En la segunda hoguera, sí ha habido imágenes para ella: Javi desolado echándola de menos.
Aunque sus compañeras deseaban que sus novios reaccionasen igual que Javi, Claudia se ha sentido decepcionada. Esto ha dado pie a un amplio debate en Twitter con dos frentes: los que creen que Claudia es injusta y ha ido al programa para dejar a Javi y los que defienden a una chica harta de actuar como la madre de su pareja.
Es muy difícil opinar sobre una relación viendo un programa de televisión. Al fin y al cabo, las parejas están en un entorno completamente diferente al real y la nostalgia, los celos y la rabia pueden dar pie a muchas conductas tóxicas. Sin embargo, es injusto etiquetar la reacción de Claudia como “cruel” o “fría”, y también es muy reduccionista afirmar que quiere quitarse de encima a Javi y que por eso le molesta que él la eche de menos.
Sabiendo lo que sabemos (que es lo que se ve en la televisión), hay un error clave en la relación de Javi y Claudia: la dependencia emocional que Claudia retroalimenta y de la que Javi se aprovecha.
Él no sabe hablar con chicas, no sabe disfrutar de fiesta sin su pareja y tampoco sabe dormir solo. Necesita una compañía constante para poder regular su estado de ánimo. Antes, esa compañía era Claudia y ahora se encuentra como pollo sin cabeza pidiendo apoyo a sus compañeros, que están viviendo su propia experiencia personal. Aquí entra en juego la creencia sexista de que los chicos solo pueden ser amigos de chicos porque si se llevan bien con mujeres están traicionando a su pareja (o viceversa).
Evidentemente nuestra pareja nos aporta seguridad y calma (o al menos debería), pero una cosa es sentirnos a gusto en una relación y otra muy distinta depender de una persona para ser felices. La pareja no es ni un ansiolítico ni un antidepresivo y cargarla con nuestra felicidad hace que la relación se vuelva asimétrica poco a poco. Esto es precisamente lo que le ocurre a Claudia. Se siente responsable de las emociones de Javi y verle triste en los vídeos reconfirma lo que ya pensaba antes de entrar en La Isla de las Tentaciones: que él no sabe vivir sin ella.
En este tipo de relaciones sucede un fenómeno muy curioso: al principio resulta entrañable ver a tu pareja como un niño pequeño indefenso que necesita tu cuidado para ser feliz. Te gusta sentirte “valorada”, así que retroalimentas su dependencia. El problema es que a medida que pasa el tiempo, te das cuenta de que tu pareja no está valorándote como a una igual, sino que está depositando toda su salud mental sobre tus hombros. ¿Qué es lo que pasa entonces? Que te agobias, pero a la vez te sientes culpable porque cuando necesitas tu espacio, tu pareja se pone triste, se siente desatendida o se enfada. No tiene una vida más allá de la relación, así que tú también renuncias a la tuya.
Es un error ceder ante la dependencia emocional. Además, es el caldo de cultivo ideal para que surja desconfianza, aburrimiento, rechazo hacia tu pareja o falta de deseo sexual. El problema es que cuesta mucho salir de ese círculo vicioso.
Para lograrlo es vital atender a nuestras propias emociones, no renunciar a nuestra independencia y reforzar a nuestra pareja cuando es independiente. ¿Lo lograrán Javi y Claudia? Solo el tiempo lo dirá.