Jon Rahm sigue haciendo historia en el golf y a sus 28 años ya ha conquistado su tercer Open de España, igualando así los tres títulos de su ídolo, Severiano Ballesteros. Ambos son los golfistas que más acumulan en la era moderna, con la diferencia de que al 'León de Barrika' aún le queda mucha carrera por delante para superar al maestro cántabro. Pero ahora el vasco ha ido más allá, ganando su primera chaqueta verde de campeón del Masters de Augusta y recuperando el número 1 mundial.

En un año en el que no acudía al Club de Campo Villa de Madrid como número uno del mundo ni con un nuevo 'major' en su palmarés, el vizcaíno se reivindicó desplegando un gran juego que le permite escalar puestos en la clasificación mundial, hasta la quinta plaza. Pero, pese a la victoria, Rahm dijo tener una sensación un "poco agridulce" al ser la primera sin su mujer y sus hijos. Por eso, en Uppers queremos poner el foco en la otra cara de la estrella del golf, la más personal y familiar.

Pese a que el apellido y su leve acento pueden llamar a engaño, Jon nació en 1994 en Barrika, Vizcaya, el segundo y último hijo de un bilbaíno de origen suizo y una madrileña. Edorta Rahm era un conocido empresario vasco del sector de la distribución de carburantes, y Ángela Rodríguez, una comadrona en el ambulatorio de Cruces, Barakaldo, según informa 'Vanitatis'.

Junto a su hermano mayor Eriz jugaba al fútbol en la calle, montaba en piragua los fines de semana y también le daba al kung fu. Todo cambió cuando un día, a los seis años, su padre llevó a la Copa Ryder de Valderrama y allí vio ganar a Severiano Ballesteros. Padre e hijo, que nunca habían jugado al golf, se emocionaron y  se apuntaron al club de Larrabea, en Álava. Muy pronto el joven Jon empezó a despuntar e ingresó en la Real Federación Española de Golf.

Sus progenitores siempre le apoyaron, pero le pidieron que siguiera estudiando. Se marchó a la Universidad de Arizona State (ASU). sede de una de las academias de golf más prestigiosas de Estados Unidos, donde le ofrecieron una beca en 2012 sin haberle visto siquiera jugar. Su adaptación no fue fácil, especialmente por su nivel de inglés, pero se volcó en aprender el idioma ayudándose de las canciones de Eminem y Kendrick Lamar. En el segundo trimestre ya estaba plenamente integrado.

Su palmarés universitario es de los mejores de la historia -60 semanas en el número uno amateur-, y como profesional está construyendo una brillante carrera, en la que sobresalen el Abierto de Estados Unidos de 2021 y el número uno en la clasificación mundial de la PGA, el segundo español que lo consigue tras Ballesteros.

Su coach, Joseba del Carmen, le ha ayudado a templar su indómito carácter y su mal perder. "Soy una persona que espera mucho de mí mismo y aceptar los errores siempre me ha costado, y es algo que poco a poco voy mejorando y ahora lo hago mucho mejor”, ha explicado el golfista.

Precisamente el año en el que se graduó, en 2016, conocía en un baile universitario a la que sería su mujer, Kelley Cahill, una bióloga y exlanzadora de jabalina. "Tengo muchos recuerdos de este año, pero el más importante fue empezar mi relación con Kelley", escribió entonces en sus redes sociales.

 La pareja pasó por el altar a finales de 2019 en la iglesia de Nuestra Señora de Begoña en Bilbao. Juntos viven en Arizona, lo que provoca que el golfista sienta gran apego por lo suyo en lugar de haber perdido las raíces. Su esposa le ayuda a no desarraigarse, porque le encantan los pinchos y los vinos españoles. Con Kelley ha tenido dos niños. Kepa nació en 2021 y Eneko hace pocas fechas, en agosto de este año.

Su cantante favorito es Michael Jackson, su película '300', y su deporte, más allá del golf, el fútbol. Desde pequeño es hincha del Athletic de Bilbao. Su padre y su hermano van todos los domingos a San Mamés y Jon lo hace siempre que vuelve a España. Tal es su fanatismo que llevaba bordado el escudo del equipo rojiblanco en su bolsa de palos, hasta que su patrocinador Adidas le pidió que lo retirara. En alguna ocasión ha llegado a decir que cambiaría varios de sus títulos por ver al equipo de sus amores ganar un torneo europeo.

Su mayor sueño de niño, parecerse algún día a su héroe Ballesteros, ya se ha hecho realidad. "Haber conseguido igualar a Seve y con esta vuelta... La verdad es que no tengo palabras para describirlo", ha asegurado tras alzar su tercer Open de España.