¿Por qué elijo parejas idénticas a mi ex?: Una psicóloga responde
¿Por qué has reemplazado a tu ex por una persona con los mismos defectos que antes odiabas? La psicóloga Marina Pinilla responde
Problemas de autoestima, habituación o síndrome del salvador son tres de los motivos
Las personas que encadenan relaciones tóxicas no son ni masoquistas ni tontas: son víctimas de la manipulación y el abuso
Los seres humanos tenemos la mala costumbre de tropezar una y otra vez a veces con la misma piedra, y otras con piedras idénticas. Si ya de por sí es difícil cortar definitivamente una relación tóxica y no caer en el «te quiero-te dejo-te vuelvo a querer-te vuelvo a dejar», imagínate lo complicado que es dejar de intentar reemplazar a tu ex.
Da igual que te hayas dado el porrazo del siglo, que llorases mares, que jurases y perjurases que nunca más volvería a pasar, porque cuando te rompen el corazón, algo dentro de ti te dice “busca a una persona idéntica a tu ex, seguro que esta vez es diferente”. ¿Te ha pasado? Don’t worry, es más común de lo que piensas y tiene una explicación (o, mejor dicho, varias).
MÁS
1. No eres masoquista, es que tu autoestima está por los suelos
En palabras coloquiales, cuando tu pareja te trata como una mierda, acabas pensando que eres una mierda y que te mereces ese trato. Esto explica por qué muchas víctimas de abusos tienden a meterse de nuevo en relaciones tormentosas. No es que sean masoquistas (a ninguna persona le gusta que su pareja le maltrate física, psicológica o sexualmente) y tampoco son “tontas” como muchas veces se dice (una frase muy estigmatizante y dañina).
Psiconsejo: Sé que uno no elige cuándo enamorarse, pero mi recomendación si has pasado una relación tóxica o abusiva es dedicarte tiempo a ti y solamente a ti. Tras la ruptura, dedica tiempo a tus amistades, a tu familia, a tu trabajo, a tus hobbies y, sobre todo, a cuidar de tu salud mental. Si lo necesitas, pide ayuda profesional a un psicólogo.
2. Te desenvuelves mejor en terreno conocido
Cuando durante meses (a veces años) mantenemos una relación con una persona, inevitablemente nos acostumbramos a su forma de ser y ajustamos nuestro comportamiento al suyo. Por ejemplo, si tu expareja era poco comunicativa y nunca se esfuerza por aprender a expresar sus emociones, puedes acabar compensando su carencia. ¿Cómo? Hablando por los dos.
El problema es que en vez de utilizar este esfuerzo para diferenciar lo que sí queremos en una nueva relación y lo que no queremos repetir de nuevo, acabamos buscando a personas que nos hagan sentir “en casa”, aunque eso signifique volver a lidiar con la ansiedad, la frustración y la incomprensión.
Psiconsejo: Al principio de una relación es muy importante comunicar lo que te molesta (aunque te de miedo agobiar a tu nueva pareja) porque a más tiempo pase, será más difícil cambiarlo. Las relaciones sólidas se construyen con conversaciones incómodas, y eso significa aprender a poner límites, a expresar tus sentimientos y a compartir los miedos de anteriores relaciones.
3. Sufres el síndrome del salvador o salvadora
El síndrome del salvador se produce cuando intentamos ser los psicólogos de nuestras parejas. En otras palabras, como no pudiste solucionar las carencias de tu ex, te autoconvences de que con esta pareja será distinto, que está en tu mano ayudarle, que puedes convertirle en una mejor persona.
Psiconsejo: Una cosa es apoyar a tu pareja mientras él o ella se esfuerza por cambiar y otra muy distinta responsabilizarte de sus problemas psicológicos. Lo segundo solo generará ansiedad y una asimetría afectiva en la relación, lo que hará que nunca te sientas del todo valorado y comprendido. Si tu pareja quiere cambiar, debe demostrártelo (y pedir ayuda profesional en caso de necesitarlo en vez de convertirte a ti en su terapeuta) y si no quiere cambiar, debe decírtelo claramente (y no darte la razón mientras te tiene en vilo esperando un cambio que nunca llega).