El modelo de relación imperante sigue siendo la monogamia, pero durante los últimos años se han normalizado otras formas de amar, de vincularnos y de disfrutar de la sexualidad y de la afectividad. Afortunadamente, cada día que pasa, encontrarnos a alguien con una relación abierta o con una relación poliamorosa es más habitual. Pero, ¿estos modelos de relación son ‘aptos’ para todo el mundo?
Las relaciones al igual que las personas evolucionan, cambian, y una persona monógama puede sentir en un momento de su vida la necesidad de explorar nuevos modelos de relaciones, al igual que una persona en una relación abierta puede optar por la monogamia durante una temporada. En otras palabras, no hay un modelo de relación perfecta ni a nivel general, ni para una persona en concreto.
Si te paras a analizar lo que has querido y esperado del amor y del sexo a lo largo de tu vida, ¿podrías decir que siempre ha sido lo mismo? Probablemente no. Ahora párate a pensar en tu relación de pareja actual. ¿Sientes lo mismo que al principio? No, y no pasa nada. Ni peor ni mejor, simplemente diferente.
Nos obligamos a pensar que el amor debe ser siempre idéntico, cuando eso es imposible. La confianza, la intimidad, la pasión y otros rasgos de las relaciones sufren variaciones a lo largo de los años. Pasa lo mismo con la idea de la monogamia: un buen día te das cuenta de que es imposible sentirte solo atraído por una persona, de que es abrumador no volver a conectar emocionalmente con alguien, de que te gustaría volver a tontear en un bar o de que no te importaría que tanto tu pareja como tú os acostaseis con otras personas. Sin embargo, para abrir la relación es necesario consenso.
Imagínate la siguiente situación: tu pareja comienza a valorar la opción de abrir la relación, te lo va dejando caer sutilmente, y llega un momento en el que te plantea hacerlo explícitamente. Ya no hay vuelta atrás. No puedes ignorar la situación. Tienes que reflexionar, tomar una decisión y comunicársela a tu pareja. Pero, ya has reflexionado y la decisión está tomada: no quieres una relación abierta, estás a gusto siendo monógamo. El problema es que no sabes cómo decírselo a tu pareja porque:
Que estos miedos no te paralicen. Tus necesidades son igual de importantes que las de tu pareja. Si no dices nada, pueden surgir conflictos y tensiones en la relación e incluso podéis acabar rompiendo por falta de comunicación.