Inés tiene 28 años y lleva seis meses con su pareja, un chico que a ojos de todo el mundo es encantador, pero que se transforma cuando discuten: “Cuando nos enfadamos me insulta y luego se arrepiente muchísimo. Yo me quedo mal porque me duele mucho que diga esas cosas de mí en un momento de cabreo”, comparte la joven con Yasss.
“La primera vez llevábamos dos meses y fue una discusión muy tonta, es que ni me acuerdo por qué, creo que nos confundimos de salida cuando íbamos en el coche. Me quedé de piedra porque me llamó gilipollas. Igual para algunas personas no es grave, pero yo jamás he llamado gilipollas ni a un novio, ni a ninguna amiga ni a mi familia”, relata Inés. Después, los insultos se volvieron más intensos: “me ha llamado muchas cosas. Retrasada, zorra, hija de puta… Pero solo es cuando discutimos y no discutimos tanto. ¿Es normal que pase esto?”, se pregunta.
Durante una discusión la rabia se puede apoderar de nosotros, pero, ¿por qué algunas personas son capaces de decir comentarios hirientes o insultos?
Aunque duele reconocerlo, lo cierto es que los insultos tanto si se dicen en público como si se dicen en privado, tienen una única intención: degradarte. Se trata de una falta de respeto, una forma de empequeñecerte mientras tu pareja se crece a tu costa, de hacerte dudar de lo que piensas, de lo que sientes o de lo que opinas y, en definitiva, de quitarte valor. Por eso los insultos se consideran un tipo de abuso emocional, siendo según un estudio publicado en la revista ‘Violencia y víctimas’ la forma de maltrato más habitual en jóvenes con 27 años de media.
Muchas veces, normalizamos los insultos porque solo tienen lugar en situaciones muy específicas y poco habituales como lo es una discusión. Da igual que peleéis una vez a la semana, al mes o al año. Si en ese momento tu pareja tiene la necesidad de humillarte con un insulto, está abusando emocionalmente de ti.
Por otro lado, es habitual justificar los insultos pensando que la persona no es consciente de lo que dice, que es la rabia la que habla. Cuando nos enfadamos podemos desinhibirnos, pero en ese momento tu pareja está pensando lo que dice. Si te llama ‘gilipollas’, ‘zorra’ o ‘subnormal’ no es porque un fantasma le haya poseído, es porque lo piensa, y quizá en una hora ha cambiado de opinión y ya no te ve así, pero eso da igual porque durante un breve periodo de tiempo no solo ha cambiado su visión hasta el punto de considerarte inferior, sino que además ha sido capaz de decírtelo.
Los insultos pueden ser la punta del iceberg, ya que a menudo van acompañados de otras formas de degradación:
Todas estas conductas son también abuso, a veces más sutil, a veces más evidente y grave, pero en cualquier coso intolerables.
La gran pregunta es qué lleva a tu pareja a comportarse a ti si sabe perfectamente que está haciéndote daño.
Los insultos son una forma de abuso y de comunicación agresiva que se aprende a través de diferentes vías. Quizá en su familia uno de sus padres insultaba al otro o se insultaban mutuamente cuando discutían y aprendió que eso era normal, adquiriendo ese hábito abusivo. En otros casos, esta dinámica se aprende en otras relaciones de pareja tóxicas y después se repite. También influyen los grupos sociales: si sus amigos insultan a sus parejas, puede normalizar el abuso emocional.
La comunicación agresiva tiene solución, por supuesto, pero para ello tiene que admitir que algo va mal, desligarse de muchas creencias tóxicas sobre el amor, y respetar tu espacio. A veces es mejor que toméis distancia durante este proceso para evitar repetir dinámicas abusivas.
Sea como sea, es su responsabilidad identificar que algo va mal y esforzarse para cambiarlo. No es normal que te insulte y no tienes que ejercer como terapeuta de tu pareja para que cambie, para que aprenda a comunicarse de una forma amable y para que te respete. Eso debe nacer de él.
Si no reconoce que insultarte durante una discusión es un problema que debe de cambiar activamente (es decir, con esfuerzo, quizá yendo a terapia, y no esperando un milagro), lo mejor es poner distancia por tu salud mental.