A todos nos ha pasado: tienes muy claro que quieres romper con tu pareja porque eso tiene menos futuro que un submarino descapotable. Haces acopio de todo tu valor y pones punto y final a la relación. El problema es que a medida que pasan las semanas, te entra un sentimiento de culpabilidad y un miedo extraño a haberte equivocado con tu decisión. Echas de menos a tu pareja, sí, pero, ¿significa eso que le sigas queriendo o que debáis volver?
Dice la teoría de la navaja de Ockham que la explicación más simple suele ser la más probable, pero en el caso de las relaciones no suele ser cierto. Cabría pensar que echas de menos a tu ex porque sigues estando enamorado o enamorada, porque la relación era fantástica y porque realmente tu soltería es ‘una mierda’ en comparación con tu vida en pareja. No suele ser así.
Es cierto que cuando la relación ha sido sana, la sensación de nostalgia es muy habitual ya que echamos de menos compartir tiempo con una persona a la que quizá ya no amamos, pero sí seguimos queriendo. Toca asumir que la relación ha cambiado y que aunque te encantaría seguir contando con esa persona, ahora es el momento de pasar página. Podéis seguir apoyándoos, pero ya no es tu compañero o compañera de vida, ahora es tu ex, y este cambio de rol es difícil de gestionar. En este caso, lo mejor es dejar que el tiempo os permita curaros y si ambos estáis de acuerdo, mantener una amistad cuando ya no haya sentimientos de por medio.
El problema es que no todas las relaciones son saludables, constructivas e idílicas. Curiosamente, a más tóxica era la relación, más echamos de menos a un ex. Es como si dentro de nuestra cabeza, una voz nos gritase “vuélvete a tropezar con la misma piedra”. ¿Por qué pasa esto?, te preguntarás. Según la psicología, la respuesta está en la dependencia emocional, un patrón caracterizado por:
Todas estas manifestaciones de la dependencia emocional distorsionan tu manera de afrontar la ruptura. En otras palabras, te hacen ver que has cometido un error y que lo mejor es volver con tu ex. No hagas caso a esa voz: si no eras feliz y decidiste romper o si la otra persona te dejó, lo mejor es trabajar en tu autoestima sin depender de un novio o novia.
Al dejarlo con tu ex tu vida va a cambiar, en algunas cosas para bien, pero también te tocará afrontar nuevos retos y lidiar con la ansiedad que genera la soledad. Esa soledad que da tanto vértigo no es algo malo, sino una oportunidad para trabajar en tu autoestima, disfrutar de tu propia compañía y dedicar tiempo a todo aquello que habías desatendido durante la relación y que mejora tu salud mental.
Aprender a afrontar la soledad no significa estar solo todo el rato. Las personas necesitamos contacto y afecto, así que apóyate en tus seres queridos: amistades y familia. Pero, también es importante que pases algún que otro rato contigo mismo, y que te fuerces a conocer a personas lejos de tu círculo social para afrontar nuevos retos. ¿Por dónde empezar? Cultivando tus aficiones o haciendo cosas que siempre has tenido en la cabeza: apuntarte a clases de arte o de alguna actividad física, hacer un pequeño viaje tú solo, salir al parque a leer, comenzar un voluntariado, tener una cita contigo mismo yendo al cine o a cenar fuera, etc.
A medida que pase el tiempo, irás descubriendo hasta qué punto echabas de menos a tu ex porque sentías dependencia emocional o porque realmente era una relación sana. Lo importante es que la decisión de tener pareja (tanto si es una nueva persona como si decides pedir a tu ex una segunda oportunidad) surja porque tú realmente quieres, porque eso te hace feliz y porque estás a gusto con tu propia compañía, y no para enmascarar las inseguridades, la tristeza o el miedo a la soledad.