Un estudio de la Escuela de Salud Pública de Yale (Estados Unidos) sugiere que dos medicamentos para el corazón (los metabloqueantes y los antiagregantes plaquetarios) se relacionan con un mayor riesgo de ataque cardíaco en climas muy cálidos.
En el caso de los enfermos coronarios, los betabloqueantes pueden mejorar la supervivencia y la calidad de vida, mientras que la aspirina y otros antiagregantes plaquetarios pueden reducir el riesgo de infarto.
Pero esas protecciones podrían ser contraproducentes en épocas de calor, en las que es más probable que se produzcan infartos. Y este estudio ha descubierto que, entre las personas que sufren ataques cardíacos no mortales asociados al calor, una parte muy grande está tomando estos medicamentos para el corazón.
"Los pacientes que toman estos dos medicamentos tienen un mayor riesgo", afirma Kai Chen, profesor adjunto del Departamento de Epidemiología (Salud Ambiental) de la Escuela de Salud Pública de Yale y primer autor del estudio. "Durante las olas de calor, realmente deberían tomar precauciones", expresa.
Esas precauciones incluyen estrategias de refrigeración como el uso de aire acondicionado o la visita a un centro de refrigeración público.
Los factores ambientales externos, como la contaminación del aire y el clima frío, pueden desencadenar ataques cardíacos. Cada vez hay más pruebas de que el calor también puede hacerlo. Pero los epidemiólogos siguen trabajando para identificar qué grupos de personas son más vulnerables a estos extremos ambientales.
Utilizando un registro, los autores analizaron 2.494 casos de personas que sufrieron un infarto no mortal en Augsburgo (Alemania) durante los meses de calor (de mayo a septiembre) entre 2001 y 2014.
En investigaciones anteriores, habían demostrado que la exposición al calor o al frío aumentaba la probabilidad de sufrir ataques cardíacos, y calcularon que las tasas de ataques cardíacos relacionados con el calor aumentarían una vez que el planeta se calentara entre 2 y 3 grados Celsius.
El estudio actual se basó en esa investigación examinando el uso de la medicación de los pacientes antes de su ataque al corazón. Analizaron los datos de forma que los pacientes sirvieran como sus propios controles, comparando la exposición al calor en el día del infarto con los mismos días de la semana dentro del mismo mes.
Es decir, si una persona tuvo un ataque al corazón el tercer jueves de junio, los autores compararon su exposición a la temperatura ese día con su exposición a la temperatura en otros jueves de junio "de control".
Resultó que los usuarios de betabloqueantes o antiagregantes plaquetarios eran más propensos a sufrir ataques cardíacos durante los días más calurosos en comparación con los días de control.
El uso de antiagregantes plaquetarios se asoció a un aumento del 63 por ciento del riesgo y el de betabloqueantes a un 65 por ciento. Las personas que tomaban ambos fármacos tenían un riesgo un 75 por ciento mayor. Los no usuarios de esos medicamentos no tenían más probabilidades de sufrir un infarto en los días de calor.
El estudio no prueba que estos medicamentos hayan provocado los infartos, ni que hagan a las personas más vulnerables al ataque cardíaco. Aunque es posible que aumenten el riesgo de ataques cardíacos desencadenados por el calor, también es posible que la enfermedad cardíaca subyacente de los pacientes explique tanto las prescripciones como la mayor susceptibilidad a sufrir un ataque cardíaco cuando hace calor.
No obstante, un indicio sugiere que los medicamentos podrían ser los culpables. Cuando los investigadores compararon a los pacientes más jóvenes (de 25 a 59 años) con los de más edad (de 60 a 74 años), descubrieron, como era de esperar, que los más jóvenes eran un grupo más sano, con menores tasas de enfermedad coronaria.
Sin embargo, los pacientes más jóvenes que tomaban betabloqueantes y antiagregantes plaquetarios eran más propensos a sufrir un infarto de miocardio relacionado con el calor que los pacientes de más edad, a pesar de que estos últimos padecían más enfermedades cardíacas.
Otro indicio de que estos dos tipos de medicación pueden hacer a las personas más vulnerables. En su mayor parte, otros medicamentos para el corazón no mostraron una conexión con los ataques cardíacos relacionados con el calor.
Sin embargo, una excepción fueron las estatinas. Cuando las tomaban personas más jóvenes, las estatinas se asociaban a un riesgo más de tres veces mayor de sufrir un infarto en días calurosos.
"Nuestra hipótesis es que algunos de los medicamentos pueden dificultar la regulación de la temperatura corporal", afirma Chen, qu e ha añadido que tiene previsto tratar de desentrañar estas relaciones en futuros estudios.
Los resultados sugieren que, a medida que avanza el cambio climático, los infartos podrían convertirse en un peligro mayor para algunas personas con enfermedades cardiovasculares.