Ómicron y su familia de subvariantes: ¿Por qué siguen preocupando?

El coronavirus ha registrado desde el inicio de la pandemia más de 527 millones de infecciones y más de 6,2 millones de fallecidos a nivel mundial. Desde la aparición de la variante ómicron, en noviembre del año pasado, se han detectado dos olas provocadas por los sublinajes de esta variante, que han ido cambiando en su circulación en la comunidad. Y es que una persona que se contagió con una subvariante de ómicron puede infectarse de nuevo con otro sublinaje diferente, algo que no ocurría con otras variantes de interés, como delta. Las autoridades sanitarias insisten en las dosis de refuerzo para prevenir la enfermedad. En España, el 53% de la población ya cuenta con ella y más de 40,5 millones cuentan con la pauta completa.

Ómicron ha demostrado gran capacidad de contagiar y evadir la respuesta inmunológica de la vacuna, algo que se suple con la dosis de recuerdo. De esta forma se prevén infecciones de cuadro grave, especialmente entre la población adulta, según han demostrado varios estudios. La vacunación contra la covid comenzó en 2020 y solo el 62% de la población mundial ha recibido el esquema primario de inmunización. Sigue existiendo el riesgo de que aparezcan nuevas variantes o sublinajes, por lo que los expertos muestran cierta preocupación, según recoge 'Infobae':

Casos de reinfección con las subvariantes de ómicron

Las subvariantes de ómicron BA.4 y BA.2.12.1 presentan nombres complejos para una comunicación fluida entre los ciudadanos según los expertos. Estos dos sublinajes, además, a diferencia de las subviantes de delta, tienen mayor capacidad de evadir la respuesta inmune generada por infecciones anteriores, de otras subvariantes de ómicron (BA.1 y BA.2). En definitiva, las personas se pueden reinfectar con las subvariantes de ómicron. Hasta ahora se pensaba que solo las nuevas variantes podían provocar nuevas olas. El objetivo ahora es estudiar si algún sublinaje puede provocar una enfermedad más grave.

Menor vigilancia ante la incidencia del coronavirus

El coronavirus sigue presente, no ha dejado de existir. Por ello, se siguen secuenciando todos los casos a una magnitud nunca vista, ni siquiera con la gripe. La plataforma de datos GISAID ha registrado desde enero de 2020 la cifra récord de 11 millones de genomas del SARS-CoV-2. No obstante, quedan muchas incógnitas sin resolver respecto a la evolución del coronavirus. La secuenciación es amplia, pero está casi ausente en numerosas partes del mundo. Algunos países, además, presentan brotes de muchos contagios y reducen la vigilencia genómica y epidemiológica.

Algunos sublinajes de ómicron presentan mayor transmisibilidad

La variante ómicron y sus subvariantes han ido ganando terreno. Actualmente, la subvariante BA.2.12.1 de Ómicron está ganando terreno en América del Norte, mientras que BA.4 y BA.5 se están extendiendo rápidamente en Sudáfrica. Suponen un gran porcentaje de los genomas presentados. El SARS-CoV-2 adquiere mutaciones a medida que se replica en las células, pero la mayoría no mejora la capacidad del virus para sobrevivir y reproducirse. Las que sí, son las que presentan riesgos. En este caso los bioinformáticos son los encargados de confirmar si se trata de una nueva rama. Para ello cuentan con sistemas de nomenclatura para el virus, como el grupo Pango.

La atención al árbol genealógico de las variantes, clave

El grupo Pango, al nombrar una variante, utiliza un sistema jerárquico que indica la historia evolutiva de la variante y cuándo se detectó, en comparación a otras. Las letras iniciales corresponden al momento en el que el grupo dio una etiqueta al linaje, siguiendo una secuenciación de la A a la Z, luego de la AA a la AZ, de la BA a la BZ, y así sucesivamente. Los siguientes números en el nombre de la variante indican el orden de las ramas del linaje: BA.1, BA.2, BA.3, BA.4 y BA.5 son las cinco primeras ramas de Ómicron, mientras que BA.2.12.1, por ejemplo, es el duodécimo linaje que se ramifica a partir de BA.2. Todas la subvariantes son variantes en sí, pero este último término se emplea para agrupaciones mayores, como Ómicron o Delta. Dependiendo del riesgo la OMS puede calificarla de "variante de interés o precupación".

Las dosis de refuerzo aumentan la protección contra las subvariantes

Antes de la aparición de ómicron se decía que la inmunidad obtenida tras cursar la covid19 proporcionaba una protección contra cuadros graves entre nueve y 12 meses después de la infección. Sin embargo, se ha demostrado que la inmunidad protectora inducida por la infección y los resultados graves disminuye más rápidamente contra ómicron. Asimismo, la inmunidad de las vacunas es mayor que la del contagio. Protegen de cuadros graves y muertes, siendo mayor con la dosis de refuerzo. Es fundamental no bajar la guardia y mantenerse informado por canales oficiales.