Pocas dudas existen sobre la importancia de la nutrición en la salud física. Sin embargo, cuando hablamos del impacto de la alimentación en la salud mental y el bienestar emocional, la cosa cambia. Es normal que surjan dudas y reticencias…a pesar de los pasos de gigante que han dado las neurociencias en las últimas décadas, seguimos teniendo un profundo desconocimiento de todo lo mental. Uno de los grandes errores que cometemos es pensar que la mente no pertenece al cuerpo, que va por su lado, que no tienen ninguna conexión.
Sin embargo, cada vez hay más estudios que sugieren que la dieta tiene un impacto significativo en el riesgo de presentar trastornos de salud mental, como la depresión, y que relacionan directamente estas patologías con la dieta.
“Todo lo que que comemos se transforma en una manera de sentir y de pensar el mundo”, asegura la experta en nutrición Gemma Hortet. Por eso, para ella, la verdadera nutrición, la que nutre de verdad, es la que contempla todos los planos del ser humano: el físico, el mental y el emocional.
Gemma Hortet, es una ex educadora social a quien su pasión por la alimentación y el ser humano le hizo dar un golpe de timón a su vida y empezar un nuevo camino: hoy es una nutricionista, experta en medicina china y consultora macrobiótica. Lo mismo habla Hortet de hacer un ‘chup chup’ con lentejas, sepia y verduras, que del triptófano y las coenzimas precursoras de neurotransmisores imprescindibles para nuestro bienestar emocional como la serotonina.
Según Hortet estamos probablemente en el momento histórico en el que más comestibles tenemos disponibles en los supermercados, sin embargo, tenemos poquísimos alimentos de verdad. “El problema actual, asegura, es que cuando estamos comiendo según qué alimentos procesados, como azucares y grasas procesadas, dejamos de comer alimentos que nutren y propician estos neurotransmisores del bienestar” y que, según ella, son la verdadera fuente de salud, física y mental.
Pregunta: Cada vez hay más evidencias científicas de que la dieta puede tener un impacto significativo en nuestra salud mental y bienestar emocional. En realidad, esto no es nada nuevo, de hecho es la base de la medicina china, por ejemplo...
Respuesta: Lo que me gusta de la medicina china es que siempre ha visto esta conexión enorme entre lo que tú comes y cómo te sientes. Porque para ellos, el cerebro está totalmente conectado con el sistema digestivo. Aquí, [se señala el abdomen] está nuestro centro energético, que es nuestra tierra, donde realmente podemos absorber lo que nos está pasando en la vida (…) A través de la vía porta, el hígado filtra el alimento que después va al pulmón. El pulmón oxigena esta sangre, que después va al corazón y el corazón bombea a todo el cuerpo, con lo cual, tú te haces de lo que comes. Porque realmente comemos para generar una buena calidad de sangre que va a nutrir todas tus células, todos tus órganos. Si sabemos que cada 15 días se cambia el plasma sanguíneo, cada 4 meses toda nuestra sangre -porque esto bioquímicamente está demostrado- y cada 7 años todas las células de nuestro cuerpo…es que nosotros podemos cambiar la estructura de nuestros órganos y de nuestro cerebro según lo que comamos.
P: Una vez escuché al neurocientífico Jonathan Benito decir que, igual que los riñones producen orina, el cerebro produce mente. Me pareció muy ilustrativo esto, porque muchas personas siguen pensando que la mente es algo que está fuera del cuerpo. La calidad de nuestra mente, de nuestros pensamientos y emociones, ¿depende también de lo que comamos?
R: Por ejemplo, la serotonina, el neurotransmisor del bienestar, el neurotransmisor que nos hace mantenernos en armonía y equilibrio, se sintetiza en un 90% en el intestino, a través de lo que comemos. Para poder sintetizar serotonina necesitamos el aminoácido triptófano y varias coenzimas, como la vitamina C y el magnesio…¿sabes qué alimentos son rico en magnesio, vitamina C y triptófano?, ¡Todo lo que no se come!: pescado azul, frutos secos, cereales integrales, aceites de primera presión en frio, fruta fresca madurada que realmente tiene la vitamina C como la tiene que tener…Además, nuestra microbiota tiene que estar bien porque si tú comes un alimento de buena calidad, pero tu microbiota no está bien, no se sintetiza.
P: En Occidente creo que entendemos bien la relación entre nutrición y salud física, pero nos cuesta ver la relación con la mente y por tanto con la salud mental ¿por qué crees que ocurre esto?
R: Decirte que tú puedes acabar mejorando tu calidad de pensamientos a través de la comida, y que va a acondicionar cómo tú te vas a comportar y tu calidad de vida…es que suena muy fuerte, sí. Pero si vemos esta correlación científica, tiene todo el sentido. O sea, si tú comes para generar una calidad de sangre y esta sangre nutre tus células, y estas células forman parte de tus órganos, y estos órganos se van regenerando de esto que vas comiendo…¡es que tú te vas construyendo diariamente! Esto es lo que la medicina china llama la ‘condición’. Todo el mundo nace con un tipo de constitución, una constitución que es una estructura, que sería como la genética en versión occidental, que esto es como que no se puede cambia. Es ese 20% de genética que no podemos cambiar. Pero a través de nuestros hábitos de vida, que es lo que la medina china llama ‘condición’, tú puedes cambiar esta genética haciendo que no se active nunca o que mejore. ¡Y esto es el 80%! Sabemos científicamente que nuestros hábitos de vida son el 80% de lo que nosotros somos y la genética solo predetermina un 20%. Tú puedes heredar enfermedades, predisposiciones genéticas, mentales o de comportamiento, que pueden no activarse en la vida, ¡nunca!... si tú no le das al botón que lo va a activar, claro…Y eso se hace con los hábitos de vida. Si tú comes aquellos alimentos que sabemos que van a mejorar tu capacidad mental, lógicamente vas a tener mayor equilibrio.
P: ¿Esta mejoría la has visto tú en tus pacientes y alumnos?
R: Una de las cosas que más me dicen los pacientes cuando hacemos una reeducación alimentaria es: “oye, fíjate cómo me siento muchísimo mejor. Antes estaba como embotada, de mal humor, con cansancio”. Es que el cansancio es el gran mal del siglo XXI, pero lo hemos normalizado. Para nosotros, estar cansados es como lo normal…esta abstenia, este cansancio, esta falta de dopamina. La dopamina se sintetiza también en un 50% en el intestino, al igual que el GABA, el neurotransmisor de la calma. La dopamina te sube, te activa, hace que tengas propósitos vitales y el GABA es el que luego te calma, activa el parasimpático para que tú luego puedas ya regenerarte. Pues todo esto se hace aquí dentro [se señala el abdomen] en nuestro centro energético gracias al estilo de vida…”es que tengo dentro de mi cuerpo todo para poder estar de maravilla”, me dicen.
P: ¿Crees que la alimentación que tenemos hoy día -en general en la sociedad occidental- es la más adecuada para nuestra salud, física y mental?
R: El gran drama actualmente que se está viendo es que los jóvenes de 20 años empiezan a tener las enfermedades de los viejos. Están empezando a tener problemas de diabetes, cardiovasculares, obesidad...y esto es debido a la mala alimentación. Porque estos niños vienen de la generación de comer muchas grasas procesadas y muchos azúcares. El gran problema es que cuando tú comes esto, dejas de comer otras cosas, porque, al final, hay un punto de saciedad…claro, no podemos estar todo el día comiendo. Si tu alimentación se basa en grasas procesadas y en azúcares, dejas de comer otros alimentos que son esenciales para nuestro cerebro. Por ejemplo, uno de los nutrientes que más está faltando hoy en día en nuestra alimentación es el omega3. El omega 3 es el nutriente estrella, que es un gran flexibilizador de todas las células y que permite que la célula sea permeable y que se puedan hacer los intercambios de sustancias dentro, de introducir nutrientes y de sacar nutrientes y que a la vez permite las conexiones sinápticas y la regeneración neuronal. Y el omega 3 está, sobre todo, en frutos secos, semillas, pescados azules y en todas estas grasas de buena calidad que no se están consumiendo. Porque estamos consumiendo todas las grasas procesadas que vienen de todos los snacks salados, de las patatas fritas, de las galletas, de los cereales, de los preparados…¡aunque sean ecológicos! ¡Da igual no tiene nada que ver con eso! Si se consume un tipo de alimento, se deja de consumir otro.
P: ¿Por qué crees que ocurre esto?
R: Porque hay una gran desinformación, realmente enorme. El ser humano es el único animal en la tierra que no sabe lo que tiene que comer. Esto no pasa con ningún otro animal.
P: ¿No crees que esta manera de alimentarnos que tenemos es también una falta de conocimiento sobre quiénes somos? es como si nos hubiéramos olvidado de nuestra verdadera esencia…
R: ¡Totalmente!, de quiénes somos, de dónde venimos y de qué necesitamos… las cosas básicas: hidratarnos, comer bien…es que todo lo que es la tradición taoísta, las medicinas orientales, lo tienen muy claro. La salud es equilibrio. La verdadera nutrición, la que nutre de verdad, es la que contempla todos los planos del ser humano, el físico, el mental y el emocional y eso se consigue comiendo lo que tú necesitas en cada momento.
P: Por lo que dices, esto significa que no debería existir un tipo de alimentación estándar, igual para todas las personas, sino que cada uno debe alimentase según sus circunstancias.
R: Y, además te diré una cosa: a qué te dedicas, va a marcar cómo te tienes que alimentar. Porque tú necesitarás un tipo de energía u otra. No es lo mismo ser profesora de yoga, que una persona que está sentada delante de un ordenador haciendo un trabajo intelectual durante 10 horas, que una persona que está en una fábrica yendo de un sitio a otro, andando y revisando maquinaria con un ejercicio físico total, que un boxeador… Es curioso que a nivel pediátrico enseñan a la gente a alimentarse hasta los 2 años. El niño hasta los dos años pasa por diferentes fases y, a partir de los dos años te dicen: “ya como el adulto, que coma ya como en casa, como el adulto, como los adultos, lo que comáis vosotros en casa”.
P: Tampoco rige ya el criterio geográfico para la alimentación, porque ahora tenemos acceso a cualquier alimento procedente de cualquier parte del mundo…
R: Es que claro, ahora vivimos en una globalidad donde tenemos de todo durante todo el año de todos los países. Pero esto no tiene sentido ninguno porque hemos de pensar que en cada lugar del mundo crecen aquellos alimentos que tu cuerpo necesita por las condiciones climatológicas y energéticas que hay en este lugar. ¿Sabes qué está provocando esto? que nos estamos saciando, pero no nos estamos nutriendo, es que es muy diferente (…) Estamos en un momento nutricional en el que tenemos un montón de comestibles en el supermercado, pero poquísimos alimentos de verdad. Corretea por un supermercado y pon en el carro de la compra lo que sean alimentos puramente…¡es que no lo llenas!
P: Las dinámicas que tenemos montadas en nuestra vida de no parar de hacer cosas, de estar siempre muy liados…¿crees que la falta de tiempo para cuidar la alimentación es la gran excusa para la mayoría de las personas?
R: O frenamos nosotros o nos frena la salud, es que no hay otra. Hay una frase que me encanta que dice: “El que no tiene tiempo para la salud, algún día tendrá que tener tiempo y dinero para la enfermedad” (…) Igual que planificas las lavadoras, la plancha, la limpieza de la casa, las duchas…tienes que planificar esto. Es que somos unos artistas planificando; estamos en el siglo más planificador de la historia, pero se nos olvida panificar esto. Yo cuando oigo eso de -“¿hoy qué comeremos?”...-“pues cualquier cosa”. Es que si tú comes ‘cualquier cosa’, te vas a sentir ‘cualquier cosa’ y te vas a transformar en ‘cualquier cosa’ porque tú te haces de lo que comes…¿Vas a dejar esto al azar cada día de tu vida?
P: ¿Qué nos hace falta?, ¿qué crees que necesitamos para volver a conectar con la importancia de nutrirnos de la manera adecuada?
R: Para mí, una de las cosas que podría hacer mucho es volver a recuperar el amor por la cocina. Hay una relación de odio hacia la cocina, sobre todo por la parte femenina. “Cocinar es perder el tiempo”, esa es la frase que tanto oigo…”es que no me gusta cocinar, es que odio cocinar, es que qué pérdida de tiempo”. Cuando volvamos a entender que este gesto tan simpe es el más fácil para poder mantenernos con salud cada día y que lo podemos hacer -porque tenemos que comer 2-3 veces al día durante toda nuestra vida- mejoraremos un montón. Pero para esto tenemos que ponerlo en valor de nuevo. Hay que volver a poner en valor el arte de cocinar como algo que hacemos en familia, y la cocina como un espacio donde conversamos, hablamos, hacemos juntos, nos lo pasamos bien. No invitemos a unos amigos y que cuando lleguen la mesa esté puesta y todo listo…no: los invitamos a que cocinen con nosotros, a cocinar la comida juntos, a hacer el proceso culinario de preparar una cena maravillosa que nos va a nutrir y que es una medicina.
P: Si tuvieras que decir cuál es tu propósito en la vida…
R: Lograr que la gente vuelva a amar cocinar, porque es la manera más económica y más rápida de recuperar la salud y mantenerla… ¡Y es que, además, es repartir amor y cariño a tu familia constantemente!