El agua que empleamos para cocinar se evapora al entrar en ebullición y pasa al ambiente en forma de vapor. Tampoco hay que ser muy rápido para haber notado algo: el agua en una cazuela se evapora más de dos dedos (aprox) a mitad de la cocción… ¡y todo un litro en menos de una hora! Así que pon la tapa y evitarás que todo eso pase a tu cocina. Y pon la campana extractora, será aún más efectivo.
Parece obvio, pero no está de más recordarlo. Cocina y baño son los lugares donde más humedad se produce. Cerrar las puertas de las estancias, sobre todo cuando nos estamos duchando o cocinando, impedirá que la humedad se propague al resto de la vivienda.
No es la solución de tu vida, pero contribuirán a tener la ropa más seca y evitar el moho de los armarios. Estos saquitos absorbentes pueden ser encontrados en el mercado en forma de sobres o saquitos de entre 50 gramos y 1 kilogramo preparados para colgar en un armario, introducir entre la ropa o dejar en una esquina de la habitación.
Si bien es cierto que hay muchas plantas que pueden usarse para combatir la humedad, no todas valen. La hiedra (sobre todo la hiedra inglesa), el clavel del aire, el lirio de la paz y la palma cana son las mejores en este sentido. Además, de todas ellas, solamente la hiedra es capaz de eliminar los brotes de moho y las esporas que estén flotando en el ambiente. En cualquier caso, lo ideal es evitar aquellas que requieran mucho riego, pues contribuyen a crear un ambiente demasiado húmedo. Las plantas epífitas, que absorben el agua a través de las hojas en lugar de por la raíz, desprenden menos agua a la atmósfera que otras.
Si lo tienes, bien. Si no, te enseñamos cómo fabricártelo. Solo necesitarás una botella de plástico u otro recipiente en forma de cilindro y sal gorda. Apunta: corta la botella por la parte superior, añade sal gorda a conveniencia (para que te hagas una idea, 100 gramos valen para u na habitación de cuatro por cuatro). Coloca la botella durante doce horas en la nevera cubierto con un paño. El voilà, el deshumidificador casero está listo para ser colocado en el ambiente donde tenga que ser tratado.
Darse una ducha normal implica fácilmente generar 2.500 gramos a la hora de vapor de agua con el consiguiente incremento del grado de humedad de la vivienda. Por eso, cuanto más cortas sean las duchas, menos vapor de aire generaremos y menos humedad (y más cuidaremos el medio ambiente). Y si además instalas un extractor de aire, problema casi resuelto. El aparato es capaz de aspirar unos 100 metros cúbicos de aire a la hora y lo saca de ella a través de un conducto de ventilación que desemboca en la calle.
Si no quieres tener humedad dentro de casa, lo lógico es que te aconsejemos que la tiendas fuera, pero... ¿qué pasa si fuera hay incluso más humedad que dentro? Solo se nos ocurre una cosa: hazte con una secadora. Así la ropa se secará en el interior de la máquina y no pasará la humedad al ambiente.
Quizá sea esta la idea que más nos convence pero, claro, somos conscientes de que uno no puede tirarse todo el día pegado a un ventilador (o, en su defecto, sacarlo de paseo). Sin embargo, cualquiera que haya tendido la ropa dos veces sabe que con viento se seca antes. Pues esto es igual.
No es un imposible. Dormir con humedad puede parecer una utopía, pero con un ventilador y la técnica 4-7-8 (también llamado ejercicio de la respiración relajante), podemos conseguir dormir como bebés. Creado por el doctor Andrew Weil, director de Medicina Integral de la Universidad de Arizona y un personaje bastante popular en Estados Unidos (salió dos veces en la portada de la revista TIME), la idea es respirar por la nariz mientras cuentas hasta cuatro, contener la respiración mientras cuentas hasta siete, y luego exhalar lentamente el aire por la boca mientras cuentas hasta ocho. No es broma. Inténtalo y nota cómo tus pulsaciones bajan.