Estos son los alimentos que nunca deberías congelar
Hay alimentos que jamás deben congelarse para su consumo: te contamos cuáles
Congelar alimentos nos permite organizarnos mejor y sacar más partido a nuestro tiempo en la cocina. ¿Quién no ha preparado cantidades inmensas de la misma receta pensando en poder rescatar raciones durante un tiempo? También tendemos a congelar aquellos productos que siguen en la nevera y que podrían estropearse si no los consumimos pronto. Sin embargo, no siempre es posible conservar alimentos de este modo, bien porque resulte peligroso para nuestra salud, bien porque con ello estemos ‘destrozando’ las propiedades y el valor nutricional del producto. ¿Qué alimentos no se pueden congelar?
Alimentos que no se pueden congelar
En realidad, se puede congelar casi todo, tanto si hablamos de alimentos frescos como de alimentos ya cocinados, si bien existen ciertos productos que es preferible mantener refrigerados o incluso fuera de la nevera. Estos son algunos ejemplos de comida que no se puede congelar.
- Queso. Este caso es dudoso porque, en realidad, nada impide a nivel sanitario que lo congelemos, pero no es nada recomendable porque durante el proceso de congelación se rompe su estructura interna. El resultado es que, a la hora de consumirlo, el queso se partirá fácilmente y, en definitiva, habrá perdido su consistencia original. Con todo, algunos quesos responden mejor que otros a este proceso (en general, los de dureza media responden mejor que los muy duros o muy cremosos).
- Huevos. En este caso, no hay duda posible: los huevos enteros y sin cocinar jamás deben congelarse, no solo por cómo afecte ese proceso a su calidad, sino porque lo normal será que revienten por aumentar el volumen de su contenido. Si tenemos demasiados y van a caducarse, lo mejor es cocinarlos de alguna manera para consumirlos o bien para congelar el resultado, aunque lo más aconsejable es no hacerlo. Pero, en definitiva, sí es posible congelar el huevo cocinado, así como la clara del huevo, incluso cruda. También la yema cocida, pero no cruda, ya que perdería textura y propiedades. Hay quien sí las congela, batidas y con una pizca de sal o de azúcar.
- Grasa. La grasa se congela muy lentamente y a temperaturas muy bajas, y ello afecta a su sabor. Por eso, cuando congeles carnes de cualquier tipo (también embutidos), es preferible hacerlo solo cuando la presencia de grasa sea mínima.
- Frutas. En realidad, las frutas pueden congelarse sin problemas sanitarios, pero es cierto que su textura y sabor cambiará irremediablemente. Si, por ejemplo, vamos a consumirla en forma de batido, no será muy importante, pero si la idea es consumirla como si fuera fresca, el resultado no será agradable. Lo mejor es congelarla ya picada y lavada para que esté lista para su preparación posterior. Lo mismo se aplica a las verduras que queramos consumir como frescas (acelgas, espinacas...): sencillamente, no funcionará.
- Patatas cocinadas. La patata ya cocinada responde muy mal a la congelación en cuanto a textura, por lo que no es recomendable someterla a este proceso. Si vas a congelar un guiso que contiene este ingrediente, tal vez debas considerar quitarlo para que no se fastidie el plato entero.
- Leche. En este caso, el ‘no’ es más rotundo. En principio se puede congelar la leche, pero afectará a su estructura, textura y sabor. Es posible incluso que se produzcan alteraciones en sus grasas y componentes nocivas para la salud. Lo mismo se aplica al yogur: evita congelarlo. La mantequilla, sin embargo, sí puede congelarse.
- Marisco. Algunos de ellos no deben congelarse en crudo, como los percebes, tal y como recogen desde Directo al paladar. Almejas y otros bivalvos, así como gambas, langostinos, etc. sí pueden congelarse en crudo cuando se hayan comprado frescos (no si existe un congelado previo, claro está). En el extremo opuesto se encuentran centollos, nécoras y similares: es preferible cocerlos antes.
- Nata, mayonesa o salsas emulsionadas (y las recetas que las contengan). Este tipo de salsas pueden cortarse durante la congelación. Mejor no congelarlas.