Este año no saldremos, pero tampoco dedicaremos toda la noche a guisar. Las reuniones con la familia no se producirán y la cena reducida puede hacer que tengamos algunos caprichos. No habrá salidas hasta altas horas de la madrugada y churros mañaneros con el sueño pegado al cuerpo. No veremos a los barrenderos por la mañana recogiendo desperdicios. Pro algunos disfrutarán de la Tardevieja.
Al menos, el porcentaje de hogares que apuestan por recoger la cena de Nochevieja en restaurantes de tres estrellas o de cheff reputados, aumenta. O simplemente, de restaurantes que ofrecen cenas para llevar especiales. Exquisiteces que hay quien prepara con esmero y para eso primero hay que pasar por el mercado. El marisco sigue estando caro, pero como hay menos comensales en las cenas no se resiente el bolsillo. Foie, crema de marisco, hay de todo. Como somos menos a la mesa muchos se van a dar sus caprichos. Y otros van a apostar por las típicas tortillas de patata y poco lío. Simple.
La que nunca estuvo tan solitaria la Puerta del Sol la noche del ensayo general de las campanadas, ni durante la Guerra Civil, ni siquiera con la gripe española. Pocas cañas y mucho ojo para evitar contagios el último día del año con unas cifras disparadas y el miedo a una segunda ola en el aire. Esta noche tampoco dejarán entrar en la plaza desde las diez de la noche.
Los fuegos de Montjuic serán este año más potentes que nunca. Quieren evitar que la gente se acerque a verlos. Mientras muchos aprovechan peligrosamente las últimas horas del año para quedar con los amigos. En Bilbao muchos jóvenes celebraban el derbi vasco en la calle antes de que cerrase la hostelería. Pero con mucho ojo.