La nueva norma del ibérico establece que sean los mataderos los que coloquen precintos de colores a cada pieza de jamón. El objetivo es garantizar la pureza de la raza. La medida no gusta a todos. En Guijuelo, han apostado siempre por un producto cruzado al 75 por ciento. Por eso se sienten agredidos por la norma. Ahora, reclaman más control sobre la alimentación de los cerdos, que, finalmente, es la que determina el sabor de un buen jamón.