Aunque tiene su origen en Francia y por entonces ni siquiera llevaba relleno, lo cierto es que el roscón de Reyes se ha convertido en el dulce de estas fechas. Hay quien se anima a fabricarlo en casa, y son muchos los que optan por comprar un buen producto de pastelería, los de más calidad, pero también hay productos más asequibles y populares, los roscones que se venden en supermercado. Busques lo que busques, la guía que ofrece la OCU te ayudará a elegir con acierto.
El roscón tradicional es una masa pesada fermentada y horneada dulce, que lleva ralladura de naranja o limón y agua de azahar, lo que le da un sabor y aroma a cítricos y se decora con almendras, fruta escarchada y azúcar. Poco a poco, a esta receta se le han incorporado variantes: la más importante es la incorporación del relleno, que comúnmente es de nata, pero también puede ser de otros sabores.
La masa tiene que hacerse con mantequilla. Este es el punto más importante a la hora de elegir un roscón. En las panaderías es habitual usar mantequilla, pero los que se venden en supermercados suelen recurrir al aceite de girasol u otros aceites vegetales poco saludables (coco, palma, palmiste...).
El contenido medio de grasa en un roscón ronda el 12% (sube hasta un 20% si llevan relleno de nata). Una cifra moderada si la comparamos con la de otros dulces.
Si decides comprarlo con relleno, comprueba que la nata sea verdaderamente nata.
Muchos roscones no tienen un relleno 100% nata, sino un "mix vegetal" con aceites (coco, palmiste, palma), espesantes y texturizantes. Es un recurso que baja el precio del roscón, pero también su calidad.
Es fundamental que esté decorado antes de meterlo al horno:
Las diferencias de precio entre un roscón de supermercado y de pastelería son muy grandes, pero a menudo también es mucha la diferencia de calidad.
Un roscón relleno de nata auténtica en una pastelería tradicional puede costar entre 40 y 60 euros el kilo, mientras que un supermercado se encuentran por menos de 15 euros el kilo.