La capilla Sixtina es una de las grandes muestras de arte de la historia, una maravilla pictórica que todos debemos conocer y, si es posible, ver in situ al menos una vez en la vida. El problema es que hay que ir al Vaticano, algo que no está al alcance de todo el mundo en cualquier momento. En cambio sí tenemos más a mano algunas joyas de la arquitectura renacentista española no tan célebres como la obra de Miguel Ángel pero de extraordinario interés para quienes deseen explorar nuestro patrimonio.
Una de estos rincones únicos es la capilla de Luis de Lucena, también conocida como de Nuestra Señora de los Ángeles o de los Urbina, ubicada en plena ciudad de Guadalajara y a menos de una hora de Madrid. El edificio, uno de los más singulares de la ciudad, fue construido en 1540 bajo la dirección del humanista y médico Luis de Lucena para que sirviera de lugar de descanso de sus restos mortales y los de su familia.
La capilla, declarada Monumento Nacional en 1914, combina el estilo mudéjar con influencias manieristas, una singular arquitectura que incluye torreones y almenas que se asemejan a una fortaleza medieval. Pero es su interior lo que realmente llama la atención del visitante, con sus pinturas al fresco atribuidas al artista italiano Rómulo Cincinato, realizadas a finales del siglo XVI.
Estas obras representan escenas bíblicas y alegóricas de virtudes teologales y cardinales, siguiendo un programa iconográfico de influencias erasmistas cuyo simbolismo ha llevado a que se le conozca como la 'Capilla Sixtina de la Alcarria'. Lucena aspiraba a crear un entorno que trascendiera lo puramente religioso y espiritual para convertirse en un templo del saber, por eso la capilla albergaba una biblioteca en su planta superior.
En la segunda década del siglo XX, después de haber sido adquirida por el Estado, fue restaurada. Desde entonces sirvió de almacén de la Comisión Provincial de Monumentos para depósito de obras de arte y hallazgos arqueológicos. Actualmente por solo 1 euro los visitantes pueden recorrer este singular monumento y explorar su decoración. Las pinturas de las techumbres, arcos y enjutas, más las que probablemente asentaron en sus paredes, se encuentran en buen estado de conservación. Además, el recinto alberga piezas arqueológicas y funerarias procedentes de otras iglesias de la región, así como paneles explicativos sobre su historia y arte.