Al organizar un viaje solemos escoger el destino que tenemos ganas de visitar, ya sea por los secretos que esconden sus calles, las obras de arte que ofrecen sus museos o los paseos por la naturaleza que podemos dar al recorrer sus alrededores, entre otros muchos y variados motivos. Sin embargo, también podemos escoger un destino porque el lugar donde queremos alojarnos es ideal, está lleno de encanto y encaja perfectamente dentro de nuestro presupuesto, tal y como sucede en este parador de Almagro (Ciudad Real).
El Parador de Almagro ocupa el antiguo Convento de Santa Catalina, una edificación del siglo XVII y el primer convento franciscano de la ciudad. A lo largo de los siglos posteriores, el convento fue sufriendo algunas modificaciones, como dos ampliaciones con los que se ha conseguido una mezcla de estilos renacentista y barroco que consiguen dotarle del encanto que tiene hoy día.
Se ha conservado el refectorio y la bodega originales, pero hoy en día todo el ambiente está pensado para el disfrute del viajero, tanto visual como a la hora de descansar en sus estancias. Hay nuevos patios y espacios creados para su conversión en Parador, pero su esencia sigue siendo la misma gracias a sus hermanos alicatados de traza mudéjar, o sus galerías y pasillo, donde destacan sus características vigas azules y sus tradicionales azulejos con decoración geométrica. Un lugar en el que pasado y presente se dan la mano de la mejor manera posible.
Las habitaciones están pensadas para ofrecer confort a los huéspedes, pero no es la parte que más llama la atención del Parador de Almagro, son sus servicios y sus zonas exteriores las que consiguen llamar la atención de los viajeros. Sus jardines, su piscina, su terraza… todo ello en un enclave único, como si el tiempo se hubiera parado en este convento convertido en hospital durante un tiempo y ahora reconvertido en parador.
No solo merece la pena el viaje por el parador, aunque la posibilidad de pasar la noche desde 38 euros (por persona y noche) es ya de por sí bastante atractiva. Almagro es un lugar que los amantes del teatro no se pueden perder, porque en el Corral de Comedias de este lugar se han representado cientos de obras teatrales a lo largo de su historia.
Una vez visto el Corral de Comedias, el único que queda intacto del Siglo de Oro, también se puede visitar su Plaza Mayor, donde antiguamente se celebraban todos los espectáculos, el Teatro Municipal o el Palacio Maestral. Sus alrededores también merecen una visita, por ejemplo, no están demasiado lejanas las Tablas de Daimiel, que conviene visitar cuando luzcan en su mejor momento.
Almagro es también conocida por su gastronomía, evidentemente el pisto manchego es uno de los platos que no puedes irte sin probar, pero también puedes probar el tiznao, con bacalao como ingrediente principal, las migas o las gachas manchegas.