Si algo caracteriza a la Navidad, además de la entrega masiva de regalos, es la cantidad de comidas y cenas que se celebran para reunir a familiares, amigos y allegados. Muchos grupos optan por celebrar estos encuentros en la intimidad de los hogares, pero otros prefieren disfrutar de las delicias y menús navideños en los bares y restaurantes. Por eso, es común que los clientes hagan amplias reservas de grupo, que ocupan las mesas de sus locales.

En torno a una de estas reservas se ha generado una gran polémica en las redes sociales, a raíz de una reseña (y la posterior contestación del restaurante) que ha publicado la cuenta de X @soycamarero, un perfil que se encargar de informar y debatir sobre la explotación de los trabajadores en el sector hostelero. Uno de los comensales que había acudido a comer a un local hizo un mal comentario en Google sobre su servicio y la respuesta del establecimiento podría crear un precedente:

"Sin previo aviso, nos cobraron el menú de 3 personas que faltaron, pero esa comida y bebida no estaba ni en la mesa ni nos la dieron posteriormente. Me ha parecido un engaño y no volveré. Me parecería legítimo si hubieran avisado, pero no fue el caso. Nos quedamos helados", es el comentario que escribió la clienta sobre su "mala" experiencia con el servicio, al que dio la puntuación más baja en la red. En su texto, asegura que no recibieron la comida de las personas ausentes, ni en la mesa ni en forma de tupper. Algo que negó después el restaurante en su contestación:

"Helados nos quedamos cuando al sentarse en la mesa vemos que faltan tres personas sin previo aviso. La comida estaba preparada para 18 comensales y solo había 15. Toda la comida que había preparada salió de la cocina. Cuando contratas un menú cerrado específico para un evento tiene que hacerse cargo de él. Los 3 postres que faltaban se los pusimos en el centro de la mesa al mismo tiempo que servimos el resto de postres. Pueden hablar de esto o pueden hablar de lo bien que comió la gente con alergias e intolerancias alimenticias. Basta ya de críticas frívolas y miremos un poco más hacia nosotros como clientes".

Su queja va en la misma línea del endurecimiento de las políticas de cancelación que comenzaron a implantarse en algunos restaurantes el pasado mes de julio, ante el hartazgo de los hosteleros de las ausencias de última hora o las reservas fantasmas. En concreto, el local del chef Julen Bergantiños, situado frente al Guggenheim de Bilbao, decidió cobrar 50 euros por comensal a unos clientes que habían dejado el número de tarjeta a la hora de hacer la reserva y que, finalmente, no se presentaron, a pesar de conocer la larga lista de espera.

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