Videopodcast 'A ver si me he enterado', con Miguel Ángel Oliver: Australia, el sueño de vivir en las antípodas
España y Australia mantienen el cupo de 3400 visados al año para los jóvenes que quieran trabajar y viajar por ambos países. Españoles y argentinos son los que más utilizan este programa
Los requisitos para recibir la visa ‘Work and Holiday’ son tener entre 18 y 31 años, poseer un nivel suficiente de inglés y una cuenta bancaria con 5000 dólares australianos, algo más de 3000 euros
Los jóvenes españoles pagan unos 200 euros semanales por habitación y sus destinos suelen ser Sídney, Gold Coast y Melbourne. Los trabajos más habituales se encuentran en la hostelería, la limpieza y el cuidado de personas
Para muchos padres es un shock. De repente, tu hija o tu hijo te dice que se va a Australia a trabajar y a viajar. De sopetón. ¿No hay ningún lugar más lejano, cariño? Y resulta que no es ni tan difícil ni tan descerebrado. Miles de jóvenes españoles y de otras partes del mundo se suman cada temporada al programa ‘Work and Holiday’, que les permite lograr un visado por un año para trabajar y explorar aquel lejano país. Se trata de un programa recíproco, que también permite a jóvenes australianos venir a España con el mismo acuerdo. Por jóvenes se entiende el grupo de edad comprendido entre los 18 y los 31 años. Justo el momento de soñar, el ‘now or never’ que muchos sienten como un impulso irrefrenable, cuando llegan a ese momento en el que se agota el crédito adolescente de la libertad y les entra el vértigo de la vida adulta. “Luego, ya no podré”, se dicen.
La embajada de Australia en España informa de que, desde 2018, el número de vacantes disponibles para el visado ‘Work and Holiday’ es de 3400. Todas las solicitudes son procesadas según el orden de recepción de las mismas. En la mayoría de los casos, quienes las presentan quieren viajar por Oceanía y, si se tercia, por el Lejano Oriente. Para ello, necesitan trabajar en Australia en el sector servicios, lograr mantenerse a flote y ahorrar lo suficiente para hacer el viaje de su vida.
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Aru y su ukelele
Ese es el caso de Aru Tébar (@aru.tebar), una chica madrileña de 26 años, interiorista e instructora de yoga, que dio el salto en noviembre de 2022 y que ahora trabaja duramente en una granja en la idílica localidad de Bowen, en la costa noroeste del país. Lo llaman ‘hacer la farm’ (granja, en ingés). Aru no se ha hecho granjera por vocación, sino por interés, porque, una vez allí, puede ampliar por otros doce meses su visa de un año. Necesita 88 días acreditados de exigente labor en algún sector crucial como la agricultura, la ganadería, la sanidad o el cuidado de mayores. Ella cogió su ukelele y eligió la granja para prolongar su estancia otro año más. Su sueño: recorrer Australia desde Bowen hasta Perth, pasando por Sídney, Melbourne, Tasmania y Alice Springs, con la idea de llegar a Uluru, la magnética montaña roja que se levanta en el centro del gran desierto australiano. Doce mil kilómetros de aventura en su furgoneta camperizada. “Me la he comprado aquí por el equivalente a 5000 euros. Nunca pensé que pudiera ahorrar lo suficiente en tan poco tiempo como para comprarme esta van de segunda mano, totalmente equipada”, nos cuenta Aru Tébar en este capítulo de “A ver si me he enterado”, el videopodcast de Nius, conducido por Miguel Ángel Oliver.
Marta y el basket
No todas las aventuras australianas son iguales. Marta Hermida vive en el sur, a 2400 km de Aru. No se conocen, pero comparten su experiencia por videoconferencia. Marta también tiene 26 años, es madrileña y jugadora profesional de baloncesto. En su puesto de alero, ha recorrido España y Estados Unidos para recalar, finalmente, en la plantilla del Ringwood Hawks, las tiburonas de Ringwood, una pequeña localidad, casi un barrio de Melbourne. “La temporada pasada llegamos a la final de la liga nacional y compartí equipo con una letona. Nos llamaban el euroduo”, cuenta Marta, encantada de su periplo al otro lado del globo. “Ahora es invierno, realmente me gustaría conocer bien este país en verano porque la gente es muy positiva. Tengo la impresión de que aquí a la gente le gusta disfrutar de la vida y por eso me encanta”, nos dice Marta. Acaba de estar en Sídney con su amiga Helena y se muere de ganas por conocer las ‘Blue Mountains’, la cadena de las Montañas Azules, situada al oeste de Sídney, donde se multiplican los bosques, los acantilados y las cataratas. Un paraíso. “Ya, pero aquí también hay arañas, cocodrilos y tiburones. Todo lo que mata lo encuentras en Australia”, comenta entre risas Aru. Suena casi a película, justo el trallazo de adrenalina que muchos jóvenes españoles necesitan cuando se cansan de enviar curriculums y de deprimirse con horizontes sombríos.
Salarios altos en un país caro
“Es fácil trabajar aquí, se paga muy bien, aunque ahora no hay tanta oferta como hubo justo después de la pandemia”, apunta Aru. La apertura del país después de la crisis del coronavirus permitió a muchos llegar y besar el santo. Ahora es un poco más difícil. Hay que ser realistas: el destino muchas veces es poner copas, limpiar casas, cuidar niños o pasear perros. Una vida de inmigrante en un país rico, con fuertes restricciones para asentarse allí. Sin embargo, persiste un halo romántico. Irte a trabajar y viajar por Australia suena a música celestial, como despertarte y estar en el jardín de las Hespérides. “La vida es cara en Australia, pero la hora trabajada y los pagos semanales son mucho más altos que en España”, añade Marta, “y, si necesito un complemento, siempre puedo dar clases de baloncesto a niños”.
El relato de ambas alimenta el mito. Para alcanzarlo, hay que demostrar un nivel de inglés suficiente (los exámenes admitidos son cuatro: IELTS, TOEFL, PTE y CAE), tener 5000 dólares australianos en el bolsillo (unos 3000 euros) y un billete de avión de ida, que puede costar cerca de 800 euros, para plantarse en Sídney tras un vuelo con escalas de dos o tres días. Desde luego, hay que viajar con un alojamiento ya asegurado, en casa compartida, a razón de unos 200 euros semanales por una habitación. Si lo tienes todo, estás muy cerca de vivir el sueño de las antípodas, en los confines del mundo conocido. La lástima es que no hay de momento una visa parecida para jóvenes de 58 a 70 años. Si no, más de uno se apuntaba.