Dice la ley que sólo pueden salir de estas instalaciones de la mano de sus padres o tutores legales, pero hemos descubierto que esto no siempre se cumple. De día y de noche, vemos a niños saliendo del centro en la única compañía de una educadora. Recorre junto a ellos unos metros, los acompaña hasta la esquina y después vuelve sola al recinto. Así quedan solos, libres para volver a delinquir.
Son menores ignorados por el sistema, pero no son ajenos a él. Por eso saben que robar es menos peligroso si no has cumplido los catorce años. Y que sus cuidadores en estos centros oficiales son personas "buenas, que les dejan escaparse sin problemas".
Un hecho demostrado por Informativos Telecinco y puesto en conocimiento del Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid. Arturo Canalda se ha comprometido a investigar este presunto descontrol de los menores delincuentes. Falta de atención que -según nos cuenta una antigua cuidadora- sólo viene a perpetuar la explotación de muchos rumanos en edad de ser sólo niños.
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