La reprogramación de un coche, comúnmente referida como "repro", es un procedimiento técnico que permite ajustar la configuración del software de la unidad de control del motor (ECU), lo que permite optimizar el rendimiento, la eficiencia del combustible o ambos. Este proceso ofrece la posibilidad de personalizar el comportamiento del vehículo más allá de las especificaciones originales establecidas de serie por el fabricante, permitiendo con ello a los conductores mejorar la respuesta del motor, incrementar su potencia y el par motor, e incluso en algunos casos, como los motores diésel turboalimentados, reducir el consumo de combustible.

La reprogramación de vehículos tiene sus raíces en la necesidad de optimizar el rendimiento de los coches de carreras. Desde los primeros días de la automoción, los ingenieros buscaban maneras de mejorar la potencia y la eficiencia de los motores. Con la introducción de la gestión electrónica del motor (ECU) en la década de  los 80, se abrió una nueva era de posibilidades a la hora de afinar y personalizar el rendimiento del motor más allá de los límites impuestos por los fabricantes.

Esta tecnología permitía ajustes precisos de varios parámetros, como el tiempo de inyección y la presión del turbo, lo que suponía mejoras significativas de la potencia y la eficiencia del combustible. Inicialmente, estas prácticas se limitaban principalmente a los entornos de competición y tuning de alto rendimiento, pero con el tiempo se han popularizado entre los conductores de a pie que buscan mejorar las prestaciones de sus vehículos de serie.

La reprogramación se realiza modificando o ajustando el mapa de la ECU, que controla variables como la inyección de combustible, el avance del encendido, y la presión del turbo en los motores sobrealimentados. Al ajustar estos parámetros, es posible aumentar la eficiencia del motor y mejorar su rendimiento. La tarea debe ser llevada a cabo por técnicos especializados, ya que requiere un conocimiento profundo del motor y del software que gestiona su funcionamiento. Este proceso puede llevarse a cabo simplemente conectando un ordenador con un software específico a la centralita del motor a través de un puerto OBD. 

Sin embargo, la reprogramación no está exenta de riesgos. Puede aumentar el desgaste de componentes del motor, especialmente si el vehículo se conduce de manera agresiva o si la reprogramación es particularmente agresiva. 

Uno de los inconvenientes más significativos es el riesgo de perder la garantía oficial del fabricante, ya que cualquier modificación demostrable puede invalidarla. Aunque en la Inspección Técnica de Vehículos (ITV) normalmente no habría problemas, existe el riesgo de que se detecte la modificación durante revisiones específicas. Además, según la ley española, toda modificación superior al 10% debe incluirse en la ficha técnica del vehículo y solicitar su homologación.

El coste de reprogramar un coche varía ampliamente, dependiendo del tipo de vehículo, el nivel de personalización deseado y la reputación del taller o técnico que realiza el trabajo. La reprogramación debe realizarse por profesionales para evitar daños al vehículo. Los costes pueden variar entre 250 y 350 euros para motores TDI de cuatro cilindros, unos 600 euros para motores de cinco o seis cilindros, y hasta los 2.000 euros para coches de alta gama.

En definitiva, la reprogramación de vehículos se presenta como una opción atractiva para aquellos conductores que buscan mejorar el rendimiento de sus coches. No obstante, es crucial acudir a profesionales con experiencia y reconocimiento en el sector para asegurar que las modificaciones no solo sean efectivas sino también seguras. Considerar las implicaciones legales y de garantía, así como los potenciales impactos en la fiabilidad del vehículo, son pasos esenciales antes de tomar la decisión de reprogramar el coche.