En los últimos meses se han vertido ríos de tinta a propósito de la posible desaparición a medio o largo plazo de una marca automovilística emblemática para nuestro país como es SEAT. Y es que el runrún es inevitable, sobre todo, tras la aparición de la emergente marca Cupra, también de origen español y englobada en el grupo Volkswagen, y de la más que evidente ausencia de planes a futuro en la gama de la firma de Martorell.

La electrificación, la crisis mundial de chips y de fabricantes de automóviles, y las bajas ventas a nivel global de la marca catalana, no han hecho más que disparar los rumores, que han corrido como la pólvora, y ya se sabe aquello que, “cuando el río suena…”

En cualquier caso, nos vamos a ceñir a los datos y a los hechos para comprobar si la desaparición de la S más famosa sobre ruedas es algo con fundamento o es ruido de sables sin ningún argumento de peso.

De hecho, son ya varios años de Seat perdiendo ventas y acumulando pérdidas, perdiendo mucho protagonismo en los planes a largo plazo del Grupo Volkswagen. Formentor, Born, Tavascan… los últimos lanzamientos de coches no los protagoniza Seat, son todos made in Cupra. Cualquier marca tiene en cartera prototipos o nuevas generaciones de sus modelos actuales y, de momento, ese tipo de coches no aparecen por ningún lado en Seat.

El presidente del comité de empresa de Seat, Matías Carnero, no ha dudado en hacer unas declaraciones más que claras: “Seat tiene los años contados si no electrifica sus modelos”; algo que sí está haciendo Cupra y el resto de marcas del Grupo Volkswagen, y brilla por su ausencia, de momento, en Seat. En 2021 la marca de Martorell perdió 250 millones de euros, siendo la única del grupo que palmó pasta.

Pero Carnero no es el único que ha hablado. El presidente de Seat y Cupra, Wayne Griffiths, ha asegurado en sus últimas declaraciones que la actual situación donde la Unión Europea apuesta a muerte por el coche eléctrico en 2035 supondrá “la desaparición de varias marcas en los próximos cinco o diez años”. Nunca habló de Seat directamente, pero a buen entendedor…

Tras un cuarto de siglo en la información del motor, conociendo a los distintos actores nacionales e internacionales, la Sociedad Española de Automóviles de Turismo (SEAT) está herida de muerte. Entre todas la mataron y ella sola se murió. Ante la pujanza de Cupra -es lógico apostar por una marca pseudo premium que, con los mismos costes de fabricación, puede cobrar más dinero por cada coche- Seat pasa a un segundo plano y, de no acontecer un giro inesperado de los hechos, en unos pocos años la marca que se hinchó a vender 600, Ibiza y León, dejará de fabricar y vender coches nuevos.

Seat vendió a nivel mundial 574.000 coches en 2019, su récord. Lejos de los 10 millones que vende Toyota, Volkswagen, los coreanos… pero oye, fue su récord. En estos tres años “todo rastro de aquel impulso ha desaparecido”, confiesan los dirigentes de la marca. Pandemia, crisis de microchips y pujanza de Cupra han formado una tormenta perfecta que el Grupo Volkswagen puede aprovechar para renovar el poderío español del conglomerado automotriz, sustituyendo a la vieja Seat por la incipiente Cupra, que factura más beneficios en cada coche que vende con el pseudo velo premium deportivo con el que rodea a la nueva firma.

La apuesta de Cupra por la electricidad es esclarecedora: “Cupra es el futuro”, dijo Wayne Griffiths, CEO de la marca, durante la última presentación de resultados. Todos los chivatazos de la nueva firma española son eléctricos o electrificados, mientras que de Seat no se sabe absolutamente nada ni de nuevos modelos ni de electrificación. Volkswagen, Audi, Skoda, todos ya tienen coches eléctricos y anuncian más para los próximos años.

En lo que va de año Seat es la marca que más ha caído en ventas más de un 32%, dejándose por el camino más de 20.000 coches y acusando la antigüedad de sus modelos en el mercado y la nula apuesta por la electrificación. A su vez, el aumento en ventas de Cupra es muy similar, subiendo un 31%. Blanco y en botella.