"La casa está como maldita": ocupan el chalet en el que Pietro Arcan cometió sus crímenes en Madrid
Seis personas residen en la vivienda de tres plantas desde el mes de noviembre
Tienen pinchada la luz y el agua, acumulan basura y tienen frecuentes discusiones
Tres hombres y tres mujeres viven en un chalet ocupado desde el pasado mes de noviembre en una prestigiosa zona de la localidad madrileña de Pozuelo de Alarcón. Llevaba vacío desde el 2019, cuando un fondo buitre adquirió la deuda. Ahora está en un limbo legal. Estas personas llevan ocho meses generando malestar entre los vecinos, con los que tienen frecuentes conflictos, pero no hay un dueño que lo reclame o solicite que sea desalojado.
Los vecinos les han denunciado en más de una ocasión tras sorprenderles dentro de otras parcelas, por allanamiento de morada. "Una vez dijeron que estaban buscando a un gatito que se les había colado en una casa y otra les pillaron robando agua porque a ellos se la habían cortado", relata a NIUS un hombre, que prefiere guardar el anonimato.
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La policía local les conoce perfectamente y sabe cuál es el problema, incluso hay un coche patrulla apostado frente a su puerta para evitar posibles altercados. "La casa está como maldita desde que Pietro Arcan asesinó al dueño y lo intentó con su mujer, además de violar a una de sus hijas. Fue un crimen muy sonado. La viuda se marchó y vendieron el chalet a una persona, que no pagaba. El banco Sabadell se quedó con la hipoteca y un fondo de recobro compró la deuda", explica este vecino.
Ocurrió el 20 de junio de 2001. A las 3:45 de la madrugada el moldavo saltó la valla de la casa, atravesó el jardín y se coló en la casa abriendo la ventana de una terraza del ático, por la parte de atrás. Las alarmas estaban apagadas. Fue directamente al dormitorio del matrimonio, que había despertado al escuchar ruidos.
Arcan disparó contra el abogado Arturo Castillo y su mujer, que estaban en la cama. Luego remató al hombre golpeándole con la culata de su revólver en la cabeza y le apuñaló varias veces con un machete mientras gritaba: "hijo de puta, muérete, métete esto". No se detuvo hasta asegurarse de que acababa con él. Su esposa quedó inconsciente. Pensó que también había fallecido.
Después fue a las habitaciones donde dormían las hijas, de 15 y 17 años. Violó a la menor y cortó en el cuello a la mayor, mientras la madre conseguía llamar a la policía y los servicios de emergencias. Luego Arcan encerró a las niñas en un armario, cogió el dinero y joyas que encontró y se dió a la fuga. Se produjo un tiroteo y una persecución. Finalmente fue detenido.
Los que más tiempo llevan en el barrio recuerdan el caso y a la familia. "Siempre se dijo que el hombre había entrado al chalet para robar pero creemos que en realidad fue un ajuste de cuentas. Arcan estaba pendiente de ser extraditado. Pudo tener algún problema judicial con el abogado, que acabó costándole la vida", comentan.
No saben si los ocupas conocerán esta truculenta historia, que puede haber supuesto un inconveniente a la hora de vender la vivienda. Temen posibles represalias. A una mujer que vive en la misma calle le han amenazado con entrar en su casa. Ya lo ha denunciado en la comisaría.
Ahora, durante el verano, algunos vecinos no se atreven a irse de vacaciones. "Si se meten, luego no hay forma de echarles. Todo lo destrozan. Tienen pinchada la luz con el riesgo de que se produzca un cortocircuito y el agua, que pagamos nosotros. Menos mal que el vaso de la piscina de la casa está roto y no pueden llenarlo. En invierno han cogido los muebles que había dentro para hacer hogueras, tienen un perro que hace sus necesidades por todas partes, dejan la basura fuera acumulada y tardan días en sacarla al contenedor. Esto puede acabar lleno de cucarachas o de ratas", son algunas de sus quejas.
Incluso en plena pandemia organizaron una fiesta, pusieron anuncios para vender entradas y servir copas y tuvo que venir la Policía. La semana pasada uno de ellos le robó el bolso a un chica en un centro comercial pero ella le siguió hasta el chalet y acabó siendo detenido.
Los vecinos sospechan que además alquilan habitaciones, porque constantemente ven trasiego de personas que desconocen. Los ocupas se niegan a dar explicaciones. Al parecer están sin recursos y tienen problemas de drogadicción. Según ellos mismos cuentan, uno de ellos está cumpliendo arresto domiciliario.
El crimen de Pietro Arcan
Pietro Arcan llegó a Madrid en 1994. Nacido en Moldavia, se crió en varios orfanatos. Pasó un tiempo en Rumanía donde utilizaba una identidad falsa bajo el nombre de Igor Dimitrescu. Huyó después de entrar en la casa de un hombre para robar, al que acabó matando. Interpol había cursado una orden internacional de busca y captura.
En España residía en Coslada de manera irregular. Se ganaba la vida asaltando viviendas y sustrayendo vehículos, en muchas ocasiones con su amigo Kata, otro delincuente rumano.
Los psicólogos definieron a Arcan como un psicópata, frío y calculador, sin muestra de arrepentimiento. Ingresó en prisión provisional en la cárcel de Soto del Real hasta que fue condenado a 75 años de prisión por el crimen de Pozuelo.