Con la llegada del verano, no sólo los visitantes extranjeros viajan a España. También lo hacen algunos policías procedentes de Alemania, Francia, Portugal e Italia para disfrutar de un particular 'Erasmus'. En ciudades como Madrid ya hay cuatro.
Las calles del centro de la capital acogen a miles de turistas y aparecen ellos con sus uniformes poco habituales para los locales. Pero, en cambio, mucho más familiares para quienes vienen de fuera. Forman parte del proyecto Comisarías Europeas.
Desde 2008 se lleva poniendo en marcha con el objetivo de que sus compatriotas se sientan como en casa. Cada año, por estas fechas, un nutrido grupo de policías extranjeros se reparten por diversos puntos de la geografía española.
Este año, mermados por los dispositivos de la Eurocopa de fútbol y los Juegos Olímpicos, han llegado un centenar a localidades como Gandía, Maspalomas, Palma de Mallorca, Málaga o la Línea de la Concepción, entre muchas otras.
En Madrid aterrizaron a finales de junio Loïc, Samuel, Giuseppe y Carlos. Patrullarán hasta el próximo viernes empotrados en las comisarías de Retiro, Salamanca y Centro, zonas de especial densidad turística. Y en las que, cada pocos pasos, se cruzan con algún paseante que les mira con sorpresa.
"Están para apoyar y colaborar con la Policía en cualquier necesidad que tenga un turista, porque la barrera del idioma muchas veces es complicada", explica la subinspectora de la Unidad de Coordinación Internacional de la Policía Nacional, a cargo de la coordinación de la iniciativa.
Según señalan a EFE los cuatro agentes internacionales, los problemas con los que acuden sus compatriotas no suelen ir más allá de una calle ilocalizable o cómo contactar con una determinada institución.
También, aunque son pocos los casos, les requieren para interponer una denuncia, por el extravío de una cartera o para cancelar una tarjeta bancaria. Un mal trago que se les hace más ágil y llevadero si tienen un policía que ejerza de traductor. Los cuatro, por un motivo o por otro, tienen buen nivel de castellano.
El termómetro supera los 30 grados en el centro de la capital y un grupo de turistas italianos buscan algo de sombra en una de las callejuelas que desembocan en la Plaza Mayor cuando ven a alguien (o algo, más bien) que conocen.
Han distinguido los detalles granates del uniforme de Giuseppe, un agente de la Polizia di Stato destinado en Roma, y se paran a dialogar con él en italiano durante unos minutos. Más allá del "¿qué hace usted aquí?", reconoce el policía, le han preguntado si la zona en la que se encontraban era segura.
"Cuando les explicas que estamos aquí trabajando se van felices de saber que, además de la policía española, estamos nosotros. Les da seguridad tener a su propia policía, sobre todo por el idioma", asegura Giuseppe.
El año pasado ya participó en el proyecto y le tocó vivir Pamplona durante las fiestas de San Fermín. En una mañana de patrullaje, en la que EFE les ha acompañado, tienen varios de estos encuentros con gente procedente de sus países.
Loïc, agente la Police National francesa destinado en Toulouse, se acerca a un turista galo para alertarle del riesgo que corre si deja su móvil despreocupado sobre la mesa. A Samuel, de la Polizei alemana, le paran algunos sorprendidos por encontrarse una estampa familiar tan lejos de casa.
"Me miran como si hubiesen visto algo raro, conversamos sobre lo qué hago aquí y les explico que es una oportunidad de ver cómo trabajan los policías aquí", apunta el agente alemán, que habla un admirable castellano aprendido en 12 años de viajes a Ecuador.
El proyecto también es una oportunidad para que los agentes puedan tomar nota, sobre el terreno, de cómo trabajan sus homólogos extranjeros e intercambiar conocimientos. Para los italianos, franceses y portugueses tal vez no haya tanta diferencia.
Al fin y al cabo, apuntan los cuatro, tanto su forma de trabajar como las ciudades en las que están destinados son bastante similares. "Aunque en el aspecto judicial no, en el resto de las cosas son casi iguales: la policía está para ayudar a la gente que tiene un problema", sentencia Loïc, francés de madre madrileña y padre barcelonés.
Samuel, sin embargo, ha encontrado alguna idea que llevarse en la maleta: "En Alemania hacemos mucho papeleo, tenemos muchísimo trabajo y a veces la gente espera horas a que llegue un coche de la policía, mientras que aquí van de patrulla, hablan con la gente... ese tiempo no lo tenemos".
"Tal vez podríamos hacer algo como se hace aquí", reconoce. La oportunidad le ha llegado, precisamente, mientras en su país los cuerpos policiales de buena parte del continente colaboran con la Polizei durante la celebración de la Eurocopa. "Mis compañeros me preguntaban qué hacía viniendo aquí si no había partidos de fútbol", concluye entre risas.
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