Las víctimas de Morata de Tajuña mantenían a su presunto asesino, según fuentes jurídicas
Fuentes cercanas al detenido aseguran que no solo vivía en su casa sino que ellas lo pagaban todo
El hombre asegura que les prestó 60.000 euros bajo la promesa de recibir una parte de la herencia
Las hermanas Gutiérrez Ayuso reconocieron la deuda contraída
Delawar no era un simple inquilino de los hermanos Gutiérrez Ayuso, asesinados en Morata de Tajuña. El hombre vivía con ellos, sí, pero no pagaba ningún alquiler, sino que eran las dos hermanas asesinadas las que pagaban su comida y sus gastos. Es lo que aseguran a Informativos Telecinco fuentes legales vinculadas con el ahora detenido.
El hombre, condenado en 2023 por atacar con un martillo a Francisca Amelia, reconoció los hechos en su día y -como ahora- afirmó que lo había hecho porque se sentía engañado por las dos mujeres, a las que, según su versión, había prestado 60.000 euros.
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Ellas le habían contado la misma historia que a todo el mundo; la que les habían hecho creer sus estafadores: que con el dinero del préstamo iban a desbloquear una herencia millonaria. Pero la herencia no llegaba, ni para ellas ni para él.
Según las fuentes consultadas, Delawar, paquistaní de 43 años, explicaba que vendió su negocio para tener un dinero con el que prestar dinero a las hermanas estafadas. Según esa tesis, por eso vivía con ellas, y por eso las hermanas se ocupaban de su manutención.
Ataque a martillazos
El enfado del hombre no era de ahora. En febrero de hace un año Delawar atacó con un cuchillo a Francisca Amelia. Por aquel episodio fue juzgado y condenado en septiembre a dos años de cárcel. Además, el tribunal de Alcalá de Henares le ordenó indemnizar con 2.900 euros a su víctima y le impuso una orden de alejamiento que todavía estaba vigente.
Lo que se anuló fue la ejecución de la pena de cárcel porque el hombre reconoció los hechos. También su víctima admitió que le debía el dinero del préstamo.
Pero aquello no zanjó los problemas entre ellos definitivamente. El caso ha terminado con un triple crimen que Delawar ha admitido, según él, “por venganza”.
Ni él ni sus víctimas verán nunca esa herencia ficticia. De hecho, ellas han muerto pensando que tenían sendos novios; arruinadas; y apiladas en la casa que compartían con su hermano, asesinado junto a ellas.
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