Una fortuna caída del cielo te puede cambiar la vida. Pero no siempre para bien. "Cuidado con lo que deseas, que puede hacerse realidad", proclamaba el escritor británico W.W. Jacobs en aquel relato de terror (La pata de mono).
Estas son algunas de las historias de ganadores de grandes premios de lotería que acabaron maldiciendo su suerte.
El británico Michael Carroll tenía 19 años cuando ganó, en 2002, un premio de casi 13 millones de euros. Dio una parte a su familia y el resto se lo fundió en una espiral de excesos: alcohol, drogas, orgías… Se compró tres casas; una de ellas, una mansión para sus fiestas salvajes en cuyo jardín construyó una pista de carreras. Protagonizó tantos altercados que fue citado por la justicia una treintena de veces. Acudía a declarar en coches de lujo con una jarra de cerveza en la mano.
En diez años dilapidó su gran fortuna. Se quedó sin nada. Y tuvo que empezar de cero. Se fue a Escocia, donde ahora trabaja siete días a la semana cortando leña y transportando carbón. Sin embargo, en una reciente entrevista a The Sun aseguró que ahora es "más feliz". Dice que no se arrepiente de nada: "Fueron 10 años de diversión por una libra (85 céntimos de euro, lo que le costó el billete de lotería), ¿cómo voy a quejarme?".
Su historia contrasta con la del estadounidense Robert Stuart Jr, quién ha decidido no alterar su vida pese a su extraordinario golpe de suerte. Según ABC News, en este 2019 ese estadounidense ha ganado la lotería dos veces en menos de tres meses (90.000 euros una vez y 900.000, otra). De momento, sigue viviendo en su remolque.
El estadounidense William Bud Post ganó 15 millones de euros (en 1988). Se lo gastó en yates, coches, casas y una empresa de avionetas que acabó quebrando. En tan solo un año ya había acumulado un millón de euros de deuda. Su exnovia le demandó –con éxito- para llevarse una parte de sus ganancias. Pero su más golpe más duro se lo dio su hermano quien trató de contratar a un sicario para matarle.
Su fortuna sí le costó la vida a Abraham Shakespeare. A este humilde estadounidense, que apenas sabía leer ni escribir, pareció sonreírle la suerte cuando ganó 27 millones de euros (en 2006). Repartía el dinero entre la gente de su pueblo, pagaba hipotecas a amigos y entierros a desconocidos… Un amigo le demandó asegurando que él había comprado el boleto y que Shakespeare se lo había robado. La justicia rechazó la acusación.
Un día conoció a Dorice Moore, una mujer que le contó que estaba escribiendo un libro sobre él y sobre cómo la gente se aprovechaba de su generosidad. Ella consiguió engatusarle para que la convirtiera en su asesora financiera. Y, de pronto, él desapareció. Su cadáver fue encontrado -sepultado en hormigón- en la casa de la mujer, a la que acusaron de su asesinato.
La estadounidense Denise Rossi ganó más de un millón de euros (en 1996). En lugar de comunicárselo a su marido, le pidió inmediatamente el divorcio. Mantuvo el secreto de su repentina fortuna durante todo el juicio. Pero su secreto salió a la luz tres años más tarde y la justicia la obligó a entregar todo el dinero del premio a su exmarido.
A Urooj Khan se le vio alegre en Chicago (en 2013) posando para las fotos el día que ganó 382.000 euros. Anunció que invertiría parte del premio en su negocio de tintorerías y que donaría el resto a un hospital infantil. Tenía 46 años, pero su felicidad fue efímera. Murió al día siguiente envenenado con cianuro. La policía afirmó que fue un homicidio, pero el caso aún no ha sido resuelto.