Hasta el último momento estuvo atendiendo a la gente en su local de la Gran Vía madrileña. Sentada en una pequeña banqueta, tras el brillante mostrador de madera, a sus 72 años Doña Manolita disfrutaba del contacto con el público. Le gustaba preguntar, charlar y compartir los sueños de sus clientes, cuentan desde la administración que lleva su nombre.
"Era una mujer con mucho carácter, pero cercana y cariñosa", explica Concha Corona, gerente de la Administración. Ella no la conoció en persona, tampoco el resto del personal, pero se lo han contado antiguos trabajadores. Manuela de Pablo, Doña Manolita, murió en 1951 y aunque los que la trataron ya se han retirado, en la administración que lleva su nombre la sienten muy cercana.
"A veces nos llaman pidiendo un número y resulta que lo tenemos en ese momento en la mano. Cuando pasa algo así siempre decimos: No puede ser, ¡ya está por aquí Doña Manolita!", comenta Concha Corona riendo. Lo cierto es que el azar suele merodear por esta administración madrileña. Azar, suerte y trabajo porque abren todos los días de la semana de 9.00 a 20.15. Y en esta época de Navidad suelen ampliar horario, Corona ha llegado a salir del local a la 1 de la mañana, como Doña Manolita.
"Estuvo trabajando siempre, incluso en la Guerra Civil. Era muy valiente y emprendedora, fijate que incluso mantenía su negocio abierto en las llamadas horas golfas, que era cuando salía la gente de los teatros. Me han contado que incluso a esas horas se montaban tertulias en el local porque muchos se acercaban a verla", comenta la gerente de la empresa.
De hecho, explica, "tenía un hornillo junto al mostrador" donde calentaba la comida para no moverse de allí y estar siempre al frente de un negocio que abrió en 1904 cuando aún era soltera y contaba con 25 años. Era una mujer que quería valerse por si misma, y lo consiguió.
Su primer local estaba situado en la calle San Bernardo 18 frente a la Universidad Central, y pronto se hizo famoso entre los estudiantes que iban a ver a la simpática y carismática lotera. Aunque a pesar de su éxito la suerte no acaba de llegar.
Así que, según contó ella misma en la revista 'Crónica' en 1930, cansada de que el bombo no les fuera benévolo, viajó hasta cuatro veces a Zaragoza para ver si la Virgen del Pilar, de la que era muy devota, le echaba una mano. "En 1926, harta de que no correspondiese jamás a esta administración un premio que valiese la pena, hice cuatro viajes a Zaragoza, y en los cuatro tuve la suerte de ver a la Pilarica con su manto rojo, que es signo infalible de fortuna. Pedí unos números que se me ocurrieron sin saber por qué, los vendí en mi casa y el premio gordo de Navidad fue conmigo aquel año, siendo este el comienzo de mi fama como lotera", explicaba doña Manolita.
Ya sea por la Virgen del Pilar, por la diosa Fortuna o porque es la administración que más venden de España, el Premio Gordo de Navidad ha tocado ya 76 veces en la conocida administración desde que se inauguró a principios de siglo.
La última vez, en 2020. El año pasado vendió el 72.897, el número agraciado con el 'Gordo' del Sorteo de la Lotería de Navidad. Además sumó la venta del tercer premio, 52.472, y el primer cuarto premio, 75.981 y repartió tres de los ocho quintos, entre ellos el 37.023 y 55.483.
De aquel local que abrió Manuela de Pablo en 1904 en San Bernardo pasaron en 1931 al número 31 de la Gran Vía, donde la conocida lotera estuvo veinte años, hasta el final de su vida.
"Nos tuvimos que trasladar a la calle del Carmen (su actual ubicación) en 2011 porque iban a construir un hotel, ella ya no llegó a vivir el cambio pero se vino con nosotras en espíritu", explica Concha confesando que también a ella le gusta mucho el contacto con el público y sobre todo vender lotería de Navidad. "¡Quién me iba a decir a mi de pequeña cuando oía por la tele a los niños cantando los números que me iba a dedicar a esto y además en Doña Manolita", comenta emocionada.
Se calcula que la administración vende cada año unos 70 millones de décimos, lo que se traduce en unos 1.400 millones en ventas. Un éxito que ya no disfruta nadie de su familia.
Doña Manolita no tuvo hijos. Aunque estuvo casada con un picador retirado (del que se divorció en época de la II República), murió sin descendencia. Por eso el negocio acabó comprándolo otra mujer emprendedora, aunque de distinto linaje, la duquesa de Montealegre y Dama del Cuerpo de la Nobleza del principado de Asturias, María Dolores Bermúdez de Castro, amiga de Carmen Franco (y también de los Condes de Barcelona, padrinos de su boda).
Según contaba la duquesa en una entrevista a Diario abierto "La compré porque me pareció muy buen negocio y la llevé muchísimos años, en esa época muchas señoras tenían loterías".
Viuda desde 1994, la duquesa fue dueña de la famosa administración hasta que se volvió a casar en 2007 y decidió prescindir de la empresa: "Dejé la lotería porque mi marido era un señor con un patrimonio que nos obligaba a viajar y a vivir en el extranjero, así que se la pasé al mayor", explicaba en la entrevista.
El mayor es el dueño actual, Juan Luis Castillejo y Bermúdez de Castro, conde de Cabrillas, un aristócrata que vive en el barrio de Salamanca y al que no le gusta salir en público.
Al contrario que la fundadora del negocio. A Doña Manolita no le importaba alternar con propios y extraños, ni explicar el porqué de su éxito: "He vendido mi alma al diablo y por eso me colma de fortuna aquí, en la Tierra, a cambio de hacérmelas pagar todas juntas el día que estire la pata. Eso cuentan de mí", comentaba con sorna en Crónica allá por 1930. Y debió ser una buena venta porque 70 años después de su muerte la fortuna sigue llamando a su puerta. En este 2021 Doña Manolita ha vendido todos los décimos que tenía disponibles para el Sorteo Extraordinario de Navidad.