Lobos y humanos, ¿reconciliación?
A una sala repleta de gente acceden dos lobos ibéricos en Alalpardo (Madrid). Según Alberto García, el organizador de ese monográfico, "han llevado los lobos para que la gente los toque, y tenga la sensación de tener un animal tan mágico en primera línea", algo inaudito que a nosotros, como periodistas, nos ha ofrecido la oportunidad y el privilegio de tenerlos a nuestro lado, interactuar con ellos o tocarlos, al igual que al resto de público. En la Península Ibérica hay más de 3.000 ejemplares, por lo que a los ganaderos, sobre todo a los que practican la ganadería extensiva, les están haciendo la vida imposible. Lo certifica Jorge Izquierdo, ganadero en una explotación de Tres Cantos (Madrid). Él nos cuenta que "les han matado más de 100 ovejas, algo que ha estado a punto de llevarles a la ruina, porque no pueden mantener su explotación". Incluso han tenido que trasladar sus negocios para que no se coman a sus animales. Dice que "el problema es que el lobo no mata porque necesite comer, mata porque necesita matar, porque tiene ese instinto asesino". Su población no para de crecer ya que están estrictamente protegidos al sur del río Duero, aunque ahora el Gobierno pretende eliminar ejemplares para gestionarles y que dejen de atacar. En definitiva, lo que tenemos es que buscar un equilibrio entre los lobos y los humanos.