Wiliam Rodríguez salvó cientos de vidas con su llave maestra el 11S
"Solo había cinco llaves maestras del edificio. Los jefes de mis jefes tenían cuatro y yo la quinta. Ellos se fueron corriendo", recuerda
Fue la última persona en ser rescatada con vida de la torre Norte, pero antes salvó cientos de vidas
Se lanzó bajo un camión de bomberos cuando la Torre se derrumbó y se salvó de milagro
Una nueva crisis humanitaria y de derechos humanos en Afganistán y el resurgimiento del régimen talibán coincide con el 20 aniversario de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en EEUU. Una paradoja y la evidencia de que 20 años de guerra no han servido para nada- El ataque terrorista que cambió el mundo y que costó la vida a 3.000 personas tiene sus propios héroes anónimos que siguen recordando con emoción esos momentos y a los amigos perdidos. Uno de los protagonistas de aquella fatídica jornada ha recordado para Informativos Telecinco la pesadilla que vivió aquel 11S.
William Rodríguez vive en New Jersey y guarda una llave en el bolsillo que le recordará para siempre lo que sucedió en las Torres Gemelas el 11S. Era una de las cinco llaves que existían, pero solo consta que una de ellas, la de William, sirviera para salvar cientos de vidas. "Solo había cinco llaves maestras del edificio. Los jefes de mis jefes tenían cuatro y yo la quinta. Ellos se fueron corriendo", recuerda William. El no lo dudó y logró salvarse al saltar bajo un coche de bomberos justo cuando la Torre en la que él se encontraba se desplomaba.
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En esa época, William limpiaba los 110 pisos de escaleras de una de las Torres Gemelas, la Norte. Ese día, raro en él no subió al último piso para desayunar como acostumbraba. Todos sus amigos que sí lo hicieron perdieron la vida y el impacto emocional le quiebra la voz.
Fregona y llave maestra, con eso William luchó contra el desastre y abrió todas las puertas que daban a las escaleras de emergencia. Casi nunca se usaban, en un edificio con casi cien ascensores. Aquel día, quedaron inutilizados.
La primera explosión sorprendió a Rodríguez en uno de los pisos del sótano del edificio. En lugar de salir de la zona y buscar refugio, regresó a las torres a sacar más gente, entre otros, dos personas atrapadas en un ascensor de mercancías. Y volvió una vez más, esta vez para ir piso por piso abriendo las puertas que daban paso a las escaleras de emergencia. Salvó cientos de vidas. La compasión pudo más que el miedo. Ayudó a los bomberos puerta por puerta que se encontraban con situaciones dantescas.
Considera un héroe y condecorado, William no se ve como tal porque para él los héroes son los que perdieron la vida ese día tratando de salvar la vida a los demás. "Yo soy un superviviente y todavía tengo estrés postraumático. Sufro la angustia de vivir el 11-S todos los días", reconoce emocionado.
Desde entonces William se convirtió en activista de supervivientes y víctimas de familiares del 11-S. Sobre todo, se dedicó a reivindicar que las indemnizaciones llegaran a la comunidad hispana afectada porque como recuerda de lo más terrible se puede sacar algo bueno, un motor de vida, ese es el mejor homenaje que le pueden hacer los vivos a los que murieron ese día.