El presidente ruso Vladimir Putin rechazó cualquier implicación en el envenenamiento de su máximo opositor, Alexei Navalny, salvado 'in extremis' en un hospital de Berlín, en Alemania. Para argumentarlo el líder ruso explicó en tono de broma que "si hubiesen querido eso, habrían terminado su trabajo".
Putin, respondía así a una pregunta durante la rueda de prensa anual que el mandatario realizó este jueves y en el que negó que Navalny fuera objetivo de sus servicios de seguridad.
“El paciente de la clínica berlinesa tiene el apoyo de los servicios especiales estadounidenses. Y por ello debería ser vigilado por los servicios especiales, pero eso no significa que había que envenenarlo”, argumentó. “¿Quién lo necesita?”.
“Si hubiesen querido eso, pues habrían terminado el trabajo”, agregó Putin entre risas. “Su esposa se dirigió a mí y de inmediato di la orden para que lo dejaran ir a Alemania para recibir tratamiento”.
Una investigación del portal especializado Bellingcat en colaboración con The Insider, la revista alemana Der Spiegel y la cadena estadounidense CNN reveló que un equipo de agentes secretos del servicio de seguridad FSB de Rusia, se ha mantenido espiando durante años a Navalny.
Putin el jueves desestimó las acusaciones, diciendo que Navalny no era lo suficientemente importante como para ser un objetivo. Además evitó pronunciar el nombre de su rival político al que se refirió como el "paciente de Berlín".
Putin también atacó la investigación conjunta de los medios que lo señalan responsable del envenenamiento de Navalny asegurando que es una estrategia para atacar a los líderes de Rusia.
“Es una estratagema: atacas a los altos funcionarios y, al hacerlo, los que lo hacen alcanzan un cierto nivel y proclaman: ‘Presten atención, este es mi socio. Significa que soy una persona del mismo calibre. Tráteme como una persona de escala nacional’. Es un truco conocido en política que se utiliza en todo el mundo”, dijo.