Visite San Marino, pague 50 euros y vuelva vacunado
Alcanzada la inmunidad de grupo, el país ofrece inmunizar a los turistas
Se suministra la rusa Sputnik V, no reconocida por la UE
Terminado el desayuno, un turista ruso baja a la recepción del hotel para preguntar cómo va eso de la vacunación. Vive habitualmente en un barco, ha escuchado que en San Marino están inmunizando a todo el que pase por aquí y se ha presentado sin más. “Tenía que haber contactado con nosotros previamente para que le incluyéramos en el programa y le diésemos cita”, se excusa la recepcionista. El hombre se hace el despistado, sale del alojamiento y llama a un taxi. “Al hospital, por favor”. Nadie le garantiza nada, pero es cierto que en el país sobran las vacunas y ahora se ofrecen a precio de saldo.
La campaña ha comenzado esta semana. Basta con pagar 50 euros y hacer una reserva por un mínimo de tres noches en alguno de los alojamientos nacionales a cambio de recibir el antídoto contra la covid. Pasadas tres semanas, habrá que repetir operación para la segunda dosis, ya sin desembolsar nada más que la estancia. San Marino es un Estado rico, con un PIB que supera los 40.000 euros per cápita y una lacra histórica como antiguo paraíso fiscal. Pero, como el resto, en el último año y medio ha visto cómo sus ingresos se veían reducidos por una caída del turismo superior al 70%. La última iniciativa tiene un doble reto: lavar su imagen e incentivar su economía.
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La República de San Marino es un pequeño punto en el mapa en medio de la península italiana. A 10 kilómetros de las costas de Rímini, tiene en Bolonia el aeropuerto más cercano, a unas dos horas en coche. Entre sus atractivos turísticos destacan las tres torres sobre las que se levantó la ciudad en la Edad Media. Para llegar a ellas, se sube por unas escaleras de piedra flanqueadas por almenas. Nada tan seguro como vivir dentro de una fortificación. La leyenda fundacional marca el año 301 como la fecha de nacimiento de la Serenísima República de San Marino. Presume de ser el Estado más antiguo de Europa y uno los países más pequeños del mundo, con una superficie de 61 kilómetros cuadrados.
San Marino, sin embargo, no es miembro de la Unión Europea. Y en febrero, en medio del caos por la falta de vacunas, se vieron desabastecidos. La UE priorizó entre sus socios e Italia, su aliado prioritario, también se ocupaba de los suyos. Rusia, atenta a estas oportunidades, ofreció como salvación su vacuna Sputnik V. El secretario de Estado sanmarinense, Luca Beccari, reconoce que fue “el único modo de inmunizar rápidamente a la población”. “Nosotros somos un país tercero, entendemos que no entramos en el mecanismo automático de reparto europeo, pero creemos que en la cuestión sanitaria hubiesen sido necesarias mayores sinergias desde el principio”, señala, en una de las decimonónicas salas de las dependencias del Gobierno.
Alcanzada la inmunidad de grupo
El gesto ruso fue entendido como un movimiento político, un primer paso para intentar acceder a la UE con su vacuna, no reconocida por la Agencia Europea del Medicamento (EMA). Pero en los 33.000 habitantes de San Marino, la llegada de los viales de Sputnik tuvo un efecto más prosaico. Esta semana se ha completado la pauta completa de vacunación en el 70% de sus ciudadanos, por lo que se da por alcanzada la inmunización de grupo. La directora del Hospital de Estado de San Marino, Alessandra Bruschi, sostiene que “sólo una vez que se ha conseguido proteger a toda la población, se abre la posibilidad de facilitar las vacunas a otras categorías, como el turismo”.
Los únicos que no pueden acceder a esta oferta son los italianos, ya que desde Roma prefieren seguir su propia estrategia nacional y evitar una desbandada a este enclave dentro de su territorio. Bruschi, sin embargo, trata al menos de llegar a los pueblos de Italia circundantes, “ya que muchos de sus ciudadanos están continuamente en tránsito entre uno y otro país”. En la zona de vacunación del hospital, los últimos en llegar no tendrán más de 20 años. Además de la información recibida, el autor de este reportaje podría haber aprovechado la visita para salir de aquí vacunado.
Las autoridades de San Marino insisten en la eficacia de Sputnik, ya que en el primer mes de vacunación se pasó de 250 casos a la semana a sólo 20. Actualmente la zona covid del centro hospitalario se encuentra cerrada. El tamaño de la República también ha servido para estudiar en pequeña escala las dinámicas de la campaña, con un porcentaje estimado del 10% de población que se niega a recibir el pinchazo. El mayor problema, sin embargo, para convertir el experimento del turismo de vacunas en un fenómeno masivo es logístico. El suero ruso no está reconocido por la EMA, por lo que la cartilla obtenida en San Marino no serviría en estos momentos para moverse libremente por la UE gracias al llamado “pasaporte covid”, que estará disponible en el verano.
Peticiones de medio mundo
Eso no ha impedido que hayan llegado ya peticiones de Filipinas, Nueva Zelanda o China, e incluso de países europeos como España. Riccardo Vanucci, presidente de la patronal hotelera Federalberghi de San Marino, calcula que ya hay más de 300 reservas. “Principalmente para junio, ya que la campaña acaba de empezar y un turista no viene de un día para otro”, sostiene. Si en los siglos XIX y XX, los países centroeuropeos se convirtieron en meca turística por sus balnearios, hoy San Marino pretende hacer lo propio con las vacunas en el corazón de Europa.
A los pocos visitantes extranjeros que recorren las empedradas calles de la ciudad, la noticia todavía les coge por sorpresa. Se les reconoce fácilmente, porque son los únicos que llevan mascarilla al aire libre. Los oriundos, ya inmunizados, acordaron quitársela en espacios abiertos, como en Estados Unidos. Tampoco hay toque de queda ni más restricciones en vigor. En el escudo de la República se lee la palabra “Libertas”. Lleva ahí desde hace cientos de años, el lema ya estaba inventado.