Victoria demócrata en las primeras elecciones tras el 'impeachment'
Recuperan el control de las dos cámaras de Virginia y declaran victoria en uno de los estados más republicanos del país, Kentucky
El Partido Demócrata ha ganado terreno, impulso y capital político en la última gran ronda de elecciones estatales y locales que se ha celebrado en Estados Unidos en 2019. Las expectativas estaban altas para el 5 de noviembre, porque era la primera vez que los votantes acudían a las urnas después de que los demócratas empezaran el proceso de destitución contra el presidente Donald Trump, que divide profundamente a los estadounidenses. Y justo a un año de las elecciones presidenciales de 2020, estas son pruebas de fuego.
Virginia
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Por primera vez en 26 años, los demócratas han recuperado la mayoría en las dos cámaras legislativas de Virginia, estado que además tiene ya un gobernador demócrata, Ralph Northam. Esta victoria ha dado una inyección de entusiasmo y optimismo al partido, con eco importante en Washington. Los demócratas consiguen una mayoría de 54 escaños en la Cámara de Delegados, frente a 43 republicanos. Y otros 21 en el Senado estatal, dos más que los conservadores.
Estas elecciones han generado un gran interés, con una avalancha de donaciones, voto por correo y participación, especialmente en las zonas urbanas y suburbanas. Virginia siempre se había considerado un swing state o estado bisagra, que oscila entre republicanos y demócratas dependiendo de la cita electoral. Pero las últimas convocatorias han decantado la balanza hacia los progresistas y esta victoria consolida el giro demócrata que el estado, clave en elecciones presidenciales, ha vivido en los últimos años.
Kentucky
Además, los demócratas han declarado una ajustada victoria en Kentucky, donde estaba en juego la gubernatura del estado. Con apenas cuatro décimas y unos cinco mil votos de ventaja, Andy Beshear se ha declarado ganador de las elecciones, frente al actual gobernador, el republicano Matt Bevin, que se resiste a conceder la derrota por el momento. Hay quienes apuntan a un posible recuento de votos, después de esta derrota republicana en un estado conservador desde hace décadas, donde Trump ganó por 30 puntos en 2016.
Horas antes de las elecciones, el presidente hizo campaña con Bevin y advirtió que una derrota allí sería un duro golpe para todos. Y parece que así fue. El partido también se había volcado con Bevin, para no perder uno de los estados más republicanos del país y evitar el golpe para el líder republicano del Senado, Mitch McConnell, senador por Kentucky desde hace décadas.
Por su parte, los republicanos celebraron otras victorias en la noche del martes. Ganaron otras cinco carreras en el estado y conservaron la gubernatura de Misisipi, como subrayó Trump en las redes sociales. Pero los ojos estaban puestos en el congreso de Virginia y en el gobernador de Kentucky, territorios de disputa electoral con implicaciones en Washington.
Los demócratas consiguieron además otras victorias locales y simbólicas. Como el control del ayuntamiento de Columbus, Indiana, ciudad natal del vicepresidente Mike Pence. O lo que los medios están llamando la “ola azul“ de Pensilvania, con significativas victorias de Filadelfia a Delaware County, que se interpretan como la consolidación de un vuelco que comenzó en diferentes puntos del país en las elecciones legislativas de 2018.
Qué significan los resultados de 2019 para 2020
Washington tenía los ojos puestos en las elecciones del 5 de noviembre. Especialmente en Virginia y Kentucky. Los demócratas querían medir, a modo de termómetro electoral, el impacto del impeachment. La primera votación para formalizar la investigación del proceso de destitución contó con votos únicamente demócratas. Ningún republicano dio su apoyo, dejando claro que este proceso no nace del bipartidismo. Los demócratas interpretan estas victorias como un apoyo ciudadano para seguir adelante y una puerta abierta a un potencial vuelco político dentro de un año, fruto del malestar contra Trump. Como tantas elecciones, se interpretan en cierta medida como un referéndum a la presidencia.
Además, las victorias electorales se traducen en Estados Unidos en más atención mediática, un impulso de recaudación de los partidos y un capital político que también pueden aprovechar los candidatos hacia 2020, dentro y fuera de la carrera presidencial.
Los republicanos también estaban pendientes de esta convocatoria electoral y ahora no esconden su preocupación tras los resultados, que abren una grieta de confianza en el apoyo al presidente, en el momento en el que Trump más los necesita. Los senadores republicanos tendrán en sus manos el desenlace del juicio político contra el presidente en la Cámara Alta. Hasta ahora han cerrado filas en torno a Trump, pero hay análisis que apuntan a una preocupación creciente dentro del partido a puerta cerrada.
Estas críticas suelen quedarse entre bastidores, eso sí. Muchos legisladores respaldan públicamente al presidente, conscientes del gran apoyo con el que cuenta en determinados estados y distritos del país. Su núcleo duro no ha perdido ni un gramo de entusiasmo por el presidente desde 2016. Trump cuenta además con más de un 80% de aprobación media entre republicanos, según los sondeos, satisfechos con la buena marcha de la economía y también con el nombramiento de dos jueces conservadores más en el Tribunal Supremo.
Es difícil saber qué pasará dentro de un año, que es una eternidad en la era Trump, con un ciclo informativo constante y extenuante, un impeachment sobrevolando la Casa Blanca y unas elecciones primarias que aún ni han empezado. Y es delicado extrapolar resultados locales a nivel nacional, como si de una ciencia exacta se tratara. Trump parte de una posición de fuerza, tras un mandato como presidente, varios récords de recaudación electoral y con el apoyo férreo de la maquinaria del Partido Republicano.
Pero también empiezan a llegar las señales de desgaste, después de casi tres años de incesante goteo de polémicas y la creciente desaprobación de un sector de los estadounidenses, que empezó a asomar en las elecciones de 2018, se está consolidando en 2019 y abre grandes interrogantes en 2020. La participación será clave, de ahí la necesidad de republicanos y demócratas de movilizar y entusiasmar al electorado.
Las encuestas hablan de más de un 60% de votantes “extremadamente interesados“ ya en las elecciones, aunque aún queda un año por delante. Estas son cifras atención muy altas a estas alturas. Y junto a lo que hemos visto en 2018 y 2019, hay quienes hablan ya de una “tormenta del siglo“ en las próximas presidenciales. “Llevo tiempo llamando a los pronósticos de participación de 2020 la tormenta del siglo, ya que puede llegar a competir con la tasas de participación de las elecciones de 1908.
Deben hacer las preparaciones convenientes“, aseguró en Twitter Michael McDonald, profesor asociado de la Universidad de Florida y experto en elecciones estadounidenses. Y esta es una de las pocas cosas que sabremos seguro. Pero habrá que esperar doce meses más hasta entonces.