El terremoto de la industria petrolera ocupa los titulares mundiales. Y no es para menos. Es la primera vez desde su nacimiento en 1856 que el precio del barril cae por debajo de cero. ¿Qué significa esto? Que el petróleo está tan barato que prácticamente cualquier cosa de nuestra cotidianidad como la suscripción mensual a Netflix o una lata de refresco, cuesta más.
El petróleo estadounidense West Texas Intermediate (WTI) sufrió una caída estrepitosa al final de la jornada del lunes y pasó a cotizarse desde 18 dólares por barril a un precio negativo de -35,22 dólares. La sacudida en Estados Unidos también afectó al precio del crudo Brent, de referencia en Europa y al resto del mundo que todavía hoy continúa nervioso. Y motivos no le faltan.
Las causas son múltiples y complejas. Para dummies lo explica a NIUS el experto ingeniero con dieciséis años de experiencia en la industria petrolera, Andrés Guevara. "El precio negativo significa que, si yo produzco lo que sea, tengo que pagarle al que me lo compra, para que se lo lleve", señala.
"Antes de la crisis del coronavirus, el precio del barril ya rondaba los 50 dólares, lo que es un precio bajo. Se debía a la sobreoferta de crudo en el mundo", explica Guevara. "Esto se agravó con la guerra de precios que protagonizaron Rusia y Arabia Saudí, que aumentaron la producción de un día para otro. Y, a una baja demanda de crudo ya existente desde comienzos de este año, ahora hay que sumarle la pandemia de la COVID-19. El mundo está parado durante la cuarentena y no necesita petróleo para mover sus fábricas, sus aviones, sus industrias, sus medios de transporte… Así que vemos un exceso de producto que las empresas ya no saben donde colocar".
Circulan las bromas por WhatsApp entre trabajadores del gremio petrolero. "¿No tendrás un poco de espacio en tu trastero para unos cuantos barriles?" Y es que, chascarrillos aparte, la capacidad física de almacenamiento del crudo en Estados Unidos está al borde del colapso y esta sería otra de las causas que explicaría el desplome de este lunes negro.
El hidrocarburo que se comercializa en Estados Unidos se guarda en una ciudad de la América profunda llamada Cushing, en el estado de Oklahoma, y sus depósitos parecen estar al límite. Según un informe de la consultora Genscape, los inventarios en Cushing crecieron un 9% la semana del 17 de abril.
Así que, ante la falta de espacio para guardar barriles, todo vale. Según datos de la agencia Reuters, la crisis petrolera ha provocado un nuevo récord: en estos momentos, 160 millones de barriles de petróleo están flotando en el mar, una cifra muy por encima de los anteriores máximos situados en el año 2009 con 100 millones de barriles. Y, además, los dueños de estos buques no están dudando en hacer su agosto, rentando sus navíos por más de 100.000 dólares al mes, una cifra que cuadruplica el alquiler de hace tan solo un año.
La pregunta ahora es: ¿cómo va a afectar esta crisis petrolera a países como Venezuela, que ostenta el título de tener las mayores reservas certificadas petroleras del mundo?
El barril venezolano se ubicó este lunes en mínimos históricos: 13 dólares por barril. Producir un barril de petróleo venezolano, que es un crudo pesado, arenisco y de mala calidad, cuesta unos 18 dólares. Las cuentas no salen.
Las redes sociales explotaron en el país caribeño con la noticia y muchos antichavistas y críticos con el gobierno de Nicolás Maduro, no dudaron en mofarse de un vídeo del fallecido presidente Hugo Chávez, que se viralizó en minutos. En el vídeo, del año 2009, un Chávez desafiante asegura que, si el petróleo mundial se pusiera a cero, Venezuela no entraría en crisis, porque “la crisis es del capitalismo, no del socialismo”.
Once años después, los augurios se han hecho realidad y la crisis aprieta a todos, y más a una ya maltrecha economía venezolana, devastada por la crisis, las sanciones económicas y ahora, la caída del precio del petróleo, que registra su nivel más bajo desde el año 1983.
Más del 90% de los ingresos de Venezuela dependen de la entrada en divisas provenientes de la venta de petróleo y a pesar de la crisis de los últimos años, el país no ha sido capaz de diversificar sus ingresos. Según la firma local Ecoanalítica, debido a la caída de los precios del crudo, Venezuela corre el riesgo de recibir menos de 8.000 millones de dólares este año, un tercio de los 25.000 millones de dólares que recibió durante el año 2019.
José Toro Hardy, economista venezolano y ex miembro de la Junta Directiva de la estatal PDVSA (Petróleos de Venezuela), señaló en una entrevista al medio PanAm Post, que "el impacto sobre la economía venezolana va a ser bastante severo". Hardy cree que "esta situación pondrá al régimen venezolano en una situación bastante comprometida".
La incertidumbre tampoco ayuda porque a esta caída histórica hay que sumar la pandemia del coronavirus, y que nadie sabe a ciencia cierta ni lo que va a durar la crisis sanitaria, ni cuáles van a ser sus repercusiones a medio y largo plazo. Según explica a NIUS el experto en la materia David Paravisini, "si la recuperación sigue el patrón de los años 80 (tras la crisis del crudo por la guerra entre Irak e Irán), esto nos va a llevar más de diez años de recuperación".
Además, hay que tener en cuenta algunos datos actuales poco alentadores. En estos momentos, se están produciendo 110 millones de barriles de petróleo en el mundo y debido a la COVID-19, el planeta está consumiendo unos 80 millones. La OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) acordó reducir 10 millones recientemente pero aún quedarían por reducir otros 20 millones debido a la baja demanda. Pero, "sellar un pozo no se hace de un día para otro. Y, además, hacerlo es criminal", sostiene Paravisini.
En Venezuela, la sobreoferta no es un problema. De hecho, más bien al contrario. La producción, que en sus mejores momentos llegó a los 3 millones de barriles diarios, actualmente está por debajo de los 700.000 barriles según los expertos, aunque no hay cifras oficiales sobre el tema porque el gobierno se rehúsa a darlas.
Así que, en el caso venezolano, a una producción paupérrima habría que sumarle el mal estado de sus refinerías y las dificultades que tiene para colocar su crudo en el mercado extranjero, así como de importar la gasolina que necesita para mantener su consumo interno, debido a las sanciones económicas impuestas por el gobierno de Donald Trump y que está provocando que las empresas tengan miedo de negociar con el gobierno de Maduro, más en tiempos de pandemia.
Según un informe reciente de la agencia Reuters, Estados Unidos ha pedido a firmas extranjeras como la rusa Rosneft, la española Repsol, la italiana EnI SpA, y la india Reliance Industries, abstenerse de suministrar combustible a Venezuela. Solo podrían suministrarle diésel, según fuentes que cita la agencia, que suele usarse más para transporte de carga o energía eléctrica y no para transporte particular, como en el caso de la gasolina.
Rosneft, de hecho, anunció su salida total del país sudamericano y rompió sus contratos con PDVSA el pasado mes de marzo, transfiriendo todos sus activos en Venezuela a una entidad no identificada bajo el control del gobierno ruso.
Este cóctel de motivos ha provocado una escasez brutal de combustible en el país caribeño que se agrava cada día. No hay gasolina y en plena cuarentena es habitual ver colas interminables de coches desesperados por surtirse los apenas 20 litros que, si tienen suerte, pueden conseguir para su vehículo.
El Gobierno anunció hace semanas un "plan especial" de suministro que nunca concretó y la realidad es cada día más difícil. Las gasolineras están controladas por militares que dispensan, en muchos casos, en función de sus intereses personales a unos vehículos u otros sin explicación; y durante las últimas semanas ha proliferado un mercado negro de venta de combustible.
El país con la gasolina más barata del mundo (está subsidiada completamente por el gobierno), ha pasado a ser en poco tiempo el país con la gasolina más cara. Los propios militares que custodian las gasolineras están vendiendo el litro de combustible a dos, tres y hasta a cuatro dólares, cada día más y más cara; lo que supondría que, para llenar el depósito de un coche mediano, un venezolano de a pie necesitaría unos 100 dólares.
El sueldo mínimo mensual en Venezuela se encuentra en su nivel más bajo de los últimos meses debido también a la inflación provocada por la misma crisis del crudo. El salario apenas alcanza los 4 dólares al mes.
"Ahora estamos tranquilos porque todo está parado por la cuarentena, pero después, si este peo de la gasolina sigue, este país va a explotar". Quien lo dice es Ron, un mototaxista que ha salido a comprar un poco de fruta y verdura al mercado de su barrio. Ron compra a pie, por supuesto.