En los últimos años se ha disparado el uso de cigarrillos electrónicos, sobre todo en EEUU donde entre 2011 y 2015 aumentó su uso entre los jóvenes en un 900 por ciento.
En el estudio más grande hasta la fecha que analizó los cigarrillos electrónicos y el accidente cerebrovascular, los investigadores de la encuesta del sistema de vigilancia de factores de riesgo del comportamiento (BRFSS) de 2016 seleccionaron una muestra de 400.000 ciudadanos. Se recopilaron datos de residentes en los 50 Estados sobre sus conductas de riesgo relacionadas con la salud, condiciones crónicas de salud y el uso de servicios preventivos.
"En comparación con los no usuarios, los usuarios de de cigarrillos electrónicos eran más jóvenes, tenían un índice de masa corporal más bajo y una tasa de diabetes más baja", ha explicado Paul M. Ndunda, MD, autor del estudio y profesor asistente en la Escuela de Medicina de la Universidad de Kansas en Wichita (EEUU).
Unos 66.795 encuestados informaron haber usado cigarrillos electrónicos con regularidad. Los investigadores encontraron que en comparación con los no usuarios, los ciudadanos que usaban cigarrillos electrónicos tenía un 71% mayor de tener riesgo de accidente cerebrovascular; un 59% más de riesgo de ataque cardíaco o angina de pecho y un 40% de riesgo mayor de enfermedad coronaria.
Un 4,2% de los usuarios reconocieron haber sufrido un derrame cerebral. Sin embargo, los datos del estudio no mostraron muertes atribuibles al uso de cigarrillos electrónicos.
La American Heart Association advierte contra el uso de cigarrillos electrónicos afirmando que contienen nicotina y que por tanto deben estar sujetos a todas las leyes que se aplican a estos productos. También solicita nuevas y sólidas regulaciones para evitar su acceso y venta a los jóvenes y una mayor investigación sobre el impacto en la salud del producto.