Túnez: la esperanza democrática árabe se derrumba
El presidente Kais Saied anuncia un referéndum para la futura Constitución para el 25 de julio, al cumplirse un año de su autogolpe, y elecciones legislativas para el 17 de diciembre de 2022
El país norteafricano estará durante un año sin Parlamento, cerrado desde el pasado mes de julio por el jefe del Estado
Túnez seguirá durante un año sin Parlamento. Así lo decidió este lunes su presidente Kais Saied, quien se arrogó todos los poderes, tras cerrar la Asamblea de Representantes del Pueblo y destituir al primer ministro, el pasado mes de julio en lo que la oposición denuncia como un golpe de Estado. La otrora esperanza democrática del mundo árabe, el país cuya Revolución de los Jazmines acabó en 2011 –en plena Primavera Árabe- con una dictadura, la de Ben Ali, que había durado 23 años y aprobó una Carta Magna democrática en 2014, se empieza a derrumbar.
El plan expuesto por el presidente tunecino pasa por abrir el próximo mes de enero un proceso de consultas online a la población para recabar supuestamente sugerencias sobre posibles reformas constitucionales. Una vez cerradas las consultas el 20 de marzo, un comité de expertos –y no la Asamblea de Representantes, ya disuelta- redactará una nueva Constitución y una nueva ley electoral. Su misión deberá concluir antes del 30 de junio próximo.
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Saied fijó también este lunes fecha para el referéndum de esa nueva Carta Magna: el 25 de julio. Una fecha simbólica, pues ese día se celebra cada año la proclamación de la República tunecina. Y además ese día se cumple un año de su asunción de los poderes del Estado, decisión a la sazón justificada, a su juicio, por “el peligro inminente” que se cernía sobre la nación. Una parte de la sociedad tunecina exigía en la calle al presidente el cierre del Parlamento harta del bloqueo político.
La hoja de ruta anunciada este lunes por el jefe de Estado tunecino deberá concluir dentro de un año, exactamente el 17 de diciembre de 2022, con la celebración de elecciones legislativas. Otra fecha simbólica la del 17 de diciembre: la fiesta de la Revolución (de 2011).
Lo cierto es que desde la celebración de las presidenciales y parlamentarias del otoño de 2019 Túnez vive instalado en una permanente crisis política derivada de las tensiones entre la Presidencia de la República y los gobiernos apoyados por la Asamblea, donde los islamistas de Ennhada son primera fuerza.
El objetivo: deshacerse de los islamistas
Uno de los objetivos de Saied con el cierre del Parlamento es precisamente alejar de la vida política a la formación islamista, primera fuerza en las elecciones a la Asamblea de Representantes del Pueblo –Parlamento unicameral- de octubre de 2019 con 54 escaños (sobre un total de 217 diputados) y formación imprescindible para la formación de gobierno desde el triunfo de la Revolución. Ennhada ya resultó vencedor de las elecciones constituyentes de octubre de 2011.
Tras la disolución del Gobierno presidido por el independiente Hichem Mechichi –gabinete que había contado con el respaldo de Ennahda-, a finales de septiembre Saied se descolgaba con un golpe de efecto al nombrar a la profesora universitaria Najla Bouden primera ministra, hecho inédito en el mundo árabe. Antes, el 22 de septiembre, Saied había promulgado un decreto que consagraba la suspensión de varios capítulos de la Carta Magna y la puesta en marcha de “medidas excepcionales”.
“No habrá vuelta atrás. Quienes nos quieren llevar hacia atrás deben saber que el pueblo y la historia les han rechazado”, aseguró este lunes el presidente tunecino en su discurso en alusión a los islamistas. Desde Ennhada, por su parte, se denuncia una campaña para excluirlos de la escena pública.
La prolongación del cierre de la Asamblea de Representantes ha dado lugar a situaciones que poco dignifican las instituciones de una democracia digna de tal nombre. El pasado 1 de octubre, el líder de Ennahda, el veterano Rachid Ghannouchi, anunció la vuelta de la actividad parlamentaria. Horas después las autoridades tunecinas bloqueaban la web de la Asamblea y la aplicación empleada para seguir online las sesiones. Sin ir más lejos, en la misma víspera del anuncio de Saied, el vicepresidente de la Asamblea, el islamista Maher Medhioub, anunciaba que el Parlamento unicameral tunecino volvía a la actividad de manera virtual por culpa de su “ilegal” cierre.
“El problema de Túnez deriva de la Constitución de 2014”
El mandatario tunecino, que llegó al poder en las elecciones presidenciales de octubre de 2019, había afirmado en septiembre que “los tunecinos rechazaron la Constitución” y que “las Constituciones no son eternas”. “El problema en Túnez deriva de la Constitución de 2014. La Ley Básica ya no es válida y su implementación no puede continuar porque se ha vaciado de toda legitimidad”, advertía el pasado día 9 de diciembre.
El proceso en curso, inédito en la joven democracia tunecina, viene cargado de interrogantes. “¿Cómo garantizar la transparencia de todas las etapas anunciadas por el presidente? ¿Conoceremos el resultado de la consulta nacional? ¿Cuándo van a elegirse los miembros de la famosa comisión? ¿Según qué criterios? ¿Los de la competencia o los de la adhesión? Si se admite que Kais Saied considera que la Constitución de 2014 está caduca, sería legítimo pensar que cree lo mismo de las instancias surgidas de esta Constitución”, se preguntaba este martes el periodista Nizar Bahloul en el digital tunecino Business News.
El viernes pasado, embajadores de los países miembros del G7 y de la UE en Túnez pedían en un comunicado conjunto a las autoridades del país norteafricano una vuelta “rápida” a las instituciones democráticas. “Reafirmamos nuestro compromiso con el respeto de las libertades fundamentales del conjunto de los tunecinos y con un proceso político inclusivo y transparente”, rezaba la nota. A la vista de lo ocurrido, la solicitud al presidente Saied cayó en saco roto.
“El presidente Saied me sigue pareciendo autista. O simplemente sordo. Y no precisamente a cantos de sirena sino a advertencias serias”, afirma a NIUS el catedrático emérito de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad Autónoma de Madrid Bernabé López García, testigo directo en la capital tunecina en los últimos años de la realidad cotidiana del país magrebí.
Una situación económica crítica
A pesar de la gravedad del momento, no hubo alusión por parte del presidente tunecino en su alocución televisiva del lunes a la situación económica que vive el país magrebí. El pasado mes de noviembre el FMI acusaba recibo de la solicitud de ayuda de las autoridades tunecinas. Se trata de la cuarta vez que Túnez pide apoyo financiero de la institución en la última década. La economía tunecina se contrajo un 8,8% el año pasado y este año el crecimiento será de apenas un 2,6, según datos de la agencia Reuters. El ratio de su deuda en relación al PIB se situará en el 85,6% al concluir este ejercicio.
Aunque las controvertidas decisiones de Saied en los últimos meses han gozado de un amplio respaldo por parte de la población, la difícil situación económica y social que atraviesa el país cuando hace casi cinco meses de su asunción del poder comienza a exasperar a una parte de la sociedad tunecina. No en vano, el pasado mes de octubre se registró ya una manifestación contra el presidente que reunió a más de 6.000 personas en la capital tunecina. “Un pueblo que ha conocido el sabor de la libertad no cederá nunca a Saied”, proclamaban desde la calle los opositores al mandatario. Unos y otros esgrimen la libertad y la democracia, pero parecen incapaces de hacerlas funcionar.
“Pensando que arroja luz a la noche, como insinuó en su discurso, el jefe del Estado no hace sino oscurecer más el horizonte porque demuestra que, en realidad, improvisa y no tiene ninguna garantía que presentar”, concluía su artículo Nizar Bahloul. A punto de concluir el año, el presidente Saied persiste firme en sus planes de refundar la democracia tunecina. El tiempo dirá si la deriva autoritaria acaba con el sueño democrático del pequeño país magrebí, otrora esperanza de libertad y justicia para el mundo árabe.