El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el dictador norcoreano, Kim Jong-un, han mantenido un breve encuentro en la zona desmilitarizada (DMZ por sus siglas en inglés) entre las líneas fronterizas que separan el norte y el sur de Corea. Una cumbre improvisada para estrechar lazos y relanzar unas negociaciones estancadas tras el sonoro fracaso de la cumbre de Hanoi el pasado mes de febrero.
El primer presidente de Estados Unidos en pisar Corea del Norte
El presidente de Estados Unidos ha esperado a Kim del lado surcoreano. El líder de Corea del Norte ha salido a su encuentro y le ha invitado a cruzar a tierra de nadie. "Me alegro de verle de nuevo. No esperaba verle jamás en este lugar", ha asegurado Kim. Y tras posar brevemente ante las cámaras, se ha producido un momento histórico. Trump ha acompañado entonces a Kim y, de la manera más casual, ha cruzado por encima del pequeño bordillo que marca el comienzo de Corea del Norte, convirtiéndose así en el primer presidente de Estados Unidos en pisar suelo norcoreano. "Es un gran día para el mundo", ha exclamado un orgulloso Trump.
No estaba previsto que ambos líderes se viesen las caras. Tras participar en la cumbre que el G-20 ha celebrado estos días en Osaka (Japón), la agenda de la Casa Blanca marcaba una cumbre bilateral con el presidente surcoreano Moon Jae-in. Y parece que, estando tan cerca de su "gran amigo" Kim, Trump no pudo resistir la tentación. En un mensaje vía Twitter, en las antípodas del pomposo protocolo diplomático que había marcado las dos citas anteriores entre ambos mandatarios, el presidente estadounidense proponía un apretón de manos en la DMZ.
Al ser preguntado por el tuit, Trump fue más allá y aseguró ante la prensa que estaría "muy cómodo" cruzando la frontera y pisando Corea del Norte. Una oportunidad que Pyongyang no iba a dejar escapar. "Me sorprendió mucho su mensaje en el que quería reunirse conmigo esta mañana. Luego me enteré de que existía una propuesta formal para el encuentro", asegura Kim. Una improvisación que ha quedado reflejada en la puesta en escena.
Nadie tenía muy claro qué iba a ocurrir durante el encuentro. El propio Trump ha asegurado que ni siquiera él sabía si finalmente cruzaría al lado norcoreano: "Es un honor estar juntos y ha sido un honor que me haya invitado a cruzar esa línea y yo estoy orgulloso de haber cruzado esa línea. Pensé que podría ocurrir, aunque no estaba seguro, aunque estaba preparado. Ha sido genial, ha sido genial. Muy histórico."
"¿Pero dónde van ahora?"
Un momento "muy histórico" y muy improvisado. La cobertura gráfica parecía más propia de la zona mixta de un evento deportivo. No había cámaras de televisión del lado norcoreano y la imagen para la posteridad no parecía a la altura de la cita. "¿Pero dónde van ahora?" se escuchaba preguntar desconcertados a los reporteros gráficos. Iban de vuelta a Corea del Sur, con Kim Jong-un pisando territorio enemigo para estrecharle la mano al presidente surcoreano Moon. Otro momento histórico que quedaba casi oculto por la nube de fotógrafos y cámaras de televisión.
Próxima parada, la Casa Blanca
Tras la breve reunión que los dos líderes han mantenido en privado, Trump y Kim retomaban el romance político que se había enfriado tras su cita en Hanoi. "Nuestra gran relación seguirá arrojando buenos eventos que otros no se esperan. Confío en que los poderes místicos nos lleven a superar todos los obstáculos", ha dicho un sonriente Kim ante la prensa. Por su parte, Trump daba las gracias y se mostraba incluso dispuesto a ser el anfitrión de una eventual próxima reunión: "Gracias a todos. Gracias. Le invitaría ahora mismo a la Casa Blanca, absolutamente."