A su llegada a la sede de Naciones Unidas antes de la Asamblea General, el presidente Donald Trump fue recibido con preguntas de la prensa sobre la nueva trama que sacude Washington. Y de la que Trump no se ha podido escapar en Nueva York. Se trata de una polémica conversación telefónica con el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, el pasado mes de julio, en la que hablaron sobre el ex vicepresidente y candidato demócrata Joe Biden y su hijo Hunter.
Trump asegura que fue una conversación “apropiada“ y niega que hubiera presiones de ningún tipo para que Ucrania investigue a los Biden, como han publicado los medios estadounidenses. “Damos nuestro apoyo a un país. Y queremos asegurarnos de que ese país sea honesto. Es muy importante hablar de corrupción. Si no hablas de corrupción, ¿por qué ibas a dar dinero a un país que crees que es corrupto?“, respondió Trump a preguntas sobre el bloqueo temporal de la Casa Blanca a un paquete de ayuda militar a Ucrania aprobado por el Congreso, que finalmente se envió en septiembre.
Los demócratas piden al presidente que aclare si usó su influencia con un país extranjero con fines electorales y si congeló la ayuda para que Ucrania investigara a un rival político. Joe Biden lidera las encuestas para convertirse en el candidato presidencial del partido demócrata y posible rival de Trump en las elecciones de 2020, en las que se juega la reelección.
Los medios publicaron la semana pasada que un miembro no identificado de los servicios de Inteligencia interpuso una queja formal por una supuesta promesa de Trump a un líder extranjero durante una conversación telefónica. Los diarios The Washington Post y The New York Times aseguraron que se trataba una conversación con el presidente ucraniano del pasado mes de julio. Y que el presidente estadounidense llegó a presionarle hasta ocho veces para que abriera una investigación sobre los Biden, publicó The Wall Street Journal.
La queja llegó hasta el Inspector General de la comunidad de Inteligencia y fue considerada como “urgente“ y “creíble“. Pero no se compartió con el Congreso, como manda la ley, generando fuertes protestas de los demócratas. Exigen que les entreguen una copia de la queja. Y además piden explicaciones al presidente sobre por qué congeló la ayuda de 250 millones de dólares a Ucrania y si tiene algo que ver con todo esto.
Las voces más críticas acusan al presidente de “abuso de poder“ por usar canales diplomáticos para conversar con un país extranjero sobre un rival político y piden a la Casa Blanca que aclare si Trump usó su influencia para obtener ayuda de un gobierno extranjero hacia la reelección. De ser así, lo considerarían una llamada a la interferencia extranjera en 2020. Hay quienes piden la destitución al presidente, aunque en esto sigue habiendo mucha división entre los demócratas.
Trump admitió haber hablado de los Biden con el presidente de Ucrania. Pero insiste en que no hubo ninguna presión y que la conversación fue “perfectamente válida“, en el contexto de la lucha contra la corrupción y las expectativas de Washington con el nuevo gobierno ucraniano tras las elecciones de primavera. El presidente habla de una nueva “caza de brujas demócrata“. Desde Kiev también han negado recibir presiones por parte del presidente de Estados Unidos.
Trump asegura que “lo que hizo Biden está mal“ y pide a los medios que se enfoquen en el entonces vicepresidente y los negocios de su hijo en Ucrania.
Para entender esta compleja trama de acusaciones hay que remontarse varios años. Hunter Biden entró en el organigrama directivo de una compañía de gas ucraniana, Burisma, en 2014. Se abrieron entones interrogantes sobre un potencial conflicto de intereses de su padre, Joe Biden, cuando ocupaba la vicepresidencia en la Administración Obama y tenía un papel clave en la política exterior con Ucrania.
En 2016, el vicepresidente amenazó a Ucrania con no concederles una alta suma de ayuda en préstamos si no daban pasos contundentes contra la corrupción y apartaran del cargo al entonces fiscal general, Victor Shokin. La fiscalía había estado investigando al dueño de Burisma.
Este año, el actual fiscal jefe de Ucrania, Yuri Lutsenko, confirmó que no había indicios de que los Biden hubieran hecho nada ilegal. La investigación en torno a la empresa de gas no había sido prioritaria. Los medios aquí aseguran que tampoco hay pruebas de que la gestión exterior de Biden tuviera que ver con asuntos personales.
Trump y su abogado personal, Rudy Giuliani, han sugerido que Biden actuó para proteger a su hijo, entre otras cosas, y acusan a la familia de corrupción y conflictos de intereses en diferentes frentes. Biden ha respondido que el equipo del presidente está inventando otra teoría de la conspiración porque Trump tiene miedo de perder las elecciones, ya que las encuestas sitúan al ex vicepresidente con varios puntos de ventaja.
El Congreso espera la información sobre la queja, en medio de un intenso debate interno entre las filas demócratas. El liderazgo cree que este asunto endurecerá las investigaciones, pero no necesariamente tiene que llevar a un impeachment. Mientras que 137 demócratas se han declarado ya a favor y advierten que este puede ser el punto de inflexión. Los republicanos permanecen en su gran mayoría en silencio, a la espera de los documentos.
La Casa Blanca sopesa si hacer pública la transcripción de la llamada telefónica entre Trump y Zelenski. Preocupan los precedentes que puede suponer desclasificar el contenido de un intercambio privado entre dos líderes y los efectos en la seguridad nacional.
Trump ha cuestionado el patriotismo del informante, cuya identidad sigue siendo anónima, y se pregunta si está del lado de Estados Unidos. Asegura además no tomarse en serio las amenazas de impeachment, porque las considera un juego político.