Christenson, de 45 años de edad, sometió a Otto, la víctima, a una vida bajo una serie de reglas estrictas. Tanto el joven como su hermano pequeño eran obligados a practicar ejercicio durante horas y llevaban una dieta estricta. Además, dormían en el suelo del baño y eran forzados a bañarse en hielo. El agresor también propinaba puñetazos a los jovenes y les lanzaba descargas con una pistola taser.
En el caso de Otto, que tenía autismo severo y discapacidades del desarrollo, Christenson le golpeaba con sus propios juguetes y no le dejaba tomar la medicación prescrita para la ansiedad y la depresión porque, según ha declarado un tío del joven, disfrutaba torturándole.
El día que Otto falleció, Christenson le había obligado a bañarse en hielo. Tras ello, le metió un calcetín en la boca y envolvió su cabeza en cinta adhesiva. Cuando su madre, Pascia Backman, le encontró, llamó inmediatamente a la Policía y a Emergencias. No obstante, a su llegada al hospital, los médicos ya no pudieron hacer nada para salvarle la vida.
La condena para los homicidios en segundo grado varía entre los 30 y los 41 años de cárcel. Sin embargo, el juez del tribunal del condado de Kent ha aceptado la petición del Fiscal de sentenciar a Christenson a 65 años de prisión, según publica People.