Una treintena de taxis de Madrid ha llegado a la frontera ucraniana con Polonia cargados de medicinas, comida y artículos de primera necesidad para los refugiados ucranianos que huyen de la invasión rusa. Se trata de 34 vehículos y 68 conductores que partieron el viernes desde el aeropuerto de Barajas en una acción que llevan a cabo en colaboración con la ONG 'Mensajeros por la Paz'.
Los taxistas han completado un viaje que ha durado casi 40 horas. Por las carreteras europeas circula aún mucha solidaridad. "Tenemos ganas de recoger a la gente", explicaba uno de los taxistas horas antes de llegar a Polonia. "Mira todo lo que llevamos", añadía.
Una vez allí, los taxistas han repartido todo el material que traían y esperan ayudar a muchos refugiados. "Estamos con una criatura con meses, con una niña", ha señalado otro de los taxistas, en un vídeo difundido tras su llegada a la frontera de Polonia y Ucrania. Pero no son los únicos que reparten artículos de primera necesidad y comida.
La Fundación Madrina trae a las primeras 52 personas refugiadas de Varsovia. "Hemos encontrado a niños y madres que vienen aterrorizados por las bombas", ha explicado un portavoz de la organización. Asimismo, una caravana de VTC de Madrid ha dejado más de 3.000 kilos de ayuda humanitaria y ahora viaja ya de vuelta con casi un centenar de refugiados.
España sigue volcada con ayudar al pueblo ucraniano tras la invasión rusa. Prácticamente todas las ciudades han organizado recogidas de material y ayuda de primera necesidad. Hay tres grandes centros de atención a los refugiados, uno de ellos en Alicante.
Las autoridades preparan un hospital de campaña de Alicante que se instaló como refuerzo sanitario de la pandemia. Lo adecuan para que los refugiados se sientan cómodos, incluso instalan zonas de recreo para los niños. Estará todo traducido al ucraniano. La idea es que la adecuación termine a final de semana para que los refugiados que lleguen se alojen de manera provisional.
Aunque sea difícil, los refugiados vuelven a sonreir de nuevo. En el municipio pontevedrés de Lalín, un grupo de 48 ucranianos han empezado una nueva vida. La mitad de ellos son niños. "Tenemos miedo, nervios, estamos asustados", explica una mujer.
Otro grupo de ucranianos ha llegado a Guissona, la pequeña Ucrania de Lleida. Nueva vivienda para los que huyeron casi con lo puesto. "Estoy triste, he dejado allí a mi familia. A mi madre y a mi padre", precisa una mujer sobre el sufrimiento de la guerra.
En un centro de Madrid, en Pozuelo, se regulariza la situación de los recién llegados. Documentación para que los refugiados puedan comenzar de nuevo. "Ha podido dormir tranquilo, sin sirenas, sin bajar al sótano", ha comentado una madre sobre el descanso de su hijo. Son los ucranianos que ya respiran con mayor alivio.