Lo han bautizado “Super Saturday”. Y es que nadie recuerda un sábado así. No solo el Primer Ministro, Boris Johnson, intentará que el Parlamento apruebe el acuerdo que ha negociado con Bruselas, sino que se espera que miles de personas recorran las calles del centro de Londres para reclamar, una vez más, un segundo referéndum.
La Cámara de los Comunes ha celebrado sesión en sábado solo en cuatro ocasiones. Una fue, por ejemplo, durante la Segunda Guerra Mundial. La última, por la guerra de las Malvinas. Era 1982 y gobernaba Margaret Thatcher. Ahora, su admirador se enfrenta a un pleno extraordinario “confiado” de que ganará esta partida, pero lo cierto es que no está claro que vaya a salir victorioso.
La sesión en el Parlamento arrancará por la mañana con una declaración de Boris Johnson sobre la cumbre de Bruselas. Después, los diputados podrán interrogarlo sobre el compromiso que alcanzó allí y habrá tiempo para un debate que no estará exento de broncas y llamadas al orden por parte del Presidente de la Cámara, John Bercow.
No está clara la hora de la votación del plan porque dependerá, entre otras cosas, del número de enmiendas -se han presentado tres- que Bercow acepte debatir. La más destacada podría, no solo alterar el curso de la sesión, sino añadir dramatismo a la jornada. Ha sido presentada por un grupo de diputados de distintos partidos, liderados por el conservador rebelde Oliver Letwin.
A estos parlamentarios les preocupaba que, si se aprueba finalmente el acuerdo, los días que quedan hasta la fecha oficial de salida el 31 de octubre no sean suficientes para tramitar la legislación y, por tanto, el país pueda acabar saliendo de forma abrupta, “por error”, según Letwin.
Para el periodista Paul Waugh, lo que dice básicamente esta sofisticada enmienda es “no aprobamos este acuerdo aún”. Y, por tanto, Boris Johnson estaría obligado a mandar una carta pidiendo más tiempo al Presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.
El Primer Ministro y su equipo han pasado las últimas horas intentando convencer a los indecisos, como los diputados conservadores cercanos a su socio parlamentario, el Partido Democrático Unionista (DUP en sus siglas en inglés), cuyos diez representantes no apoyarán el plan. Uno de ellos, Sammy Wilson, ha dicho que el acuerdo es “tóxico” y “no cumple lo prometido, como que todo Reino Unido salga junto de la Unión Europea”. Y es que el nuevo acuerdo convierte a Irlanda del Norte en un ente aparte.
La falta de apoyo del DUP ha obligado al Gobierno a cortejar a una serie de diputados laboristas que representan distritos electorales que votaron Brexit. Se cree que ha arrancado a varios de ellos la promesa de votar a su favor, a pesar de que haciédolo desafiarán la premisa de su líder, Jeremy Corbyn. De todas formas, no está claro que con ellos sume los 320 votos que necesita. Y es que la victoria o la derrota prometen ser muy ajustadas.
En un principio la oposición había planteado la posibilidad de usar la sesión de este sábado para instar al Parlamento a votar a favor de la celebración de un segundo referéndum. Sin embargo, la opinión que prevalece ahora es que “no es el momento”. Y es que no estaba claro que tuviese todos los apoyos necesarios para que prosperase esa propuesta.
De todas formas, la organización “People’s Vote” no tira la toalla y sigue trabajando para lograrlo. Mientras tanto, lo que sigue adelante es la manifestación que ha convocado para este mediodía. Una vez más, las banderas europeas teñirán de azul las calles que cruzan el corazón de la capital británica, desde Park Lane junto a Hyde Park hasta la plaza del Parlamento.
¿Cuánto durará la luna de miel que Boris Johnson ha disfrutado desde que aprobase su acuerdo el jueves? A estas horas es dificil contestar a esa pregunta. Pase lo que pase, desde Downing Street se ha vuelto a insistir en que no se pedirá una nueva prórroga y el país saldrá el próximo 31 de octubre. Mientras, la oposición contiúa presionando en un tira y afloja cuyo desenlace, un día más, es incierto.