A sus 40 años Caroline Flack era una de las presentadoras más famosas del Reino Unido. La noticia de su suicidio ha conmocionado al país. Su nombre era sinónimo de “Love Island”, uno de los programas de más audiencia de la televisión, que ha grabado la mayoría de sus seis temporadas en Mallorca. La cadena ITV reanuda este lunes por la noche su emisión tras cancelarlo durante dos días seguidos “por respeto a su familia”.
La reina de este fenómeno televisivo, premio BAFTA al mejor programa de “telerrealidad”, no presentaba desde diciembre. Sentía que estaba viviendo una pesadilla después de haber sido acusada de violencia doméstica por supuestamente agredir a su novio mientras este dormía.
Lewis Burton había pedido que el caso no siguiese adelante, pero la Fiscalía consideraba que había suficientes pruebas para ello (la llamada de auxilio al servicio de emergencia o lo que encontraron cuando llegaron al apartamento). El juicio iba a comenzar el mes que viene y ella iba a estar de nuevo en el ojo del huracán.
Su agente ha criticado que la Fiscalía no retirase los cargos que ella negaba. También habían impuesto a su novio no tener contacto con su pareja hasta que se celebrase el juicio. Este organismo se ha defendido así: “No decidimos si una persona es culpable de un delito. Esa es una cuestión para el jurado o el magistrado. Pero debemos decidir si un caso debe ser llevado ante un tribunal”.
Cuando la Policía llegó a la casa de Caroline Flack aquel día tras la llamada de este encontró al ex tenista profesional cubierto de sangre. Ella fue arrestada y el incidente empezó a generar todo tipo de titulares. El ex fiscal, Nazir Afzal, asegura que se consideró que el caso “era grave y por ello la Fiscalía creyó que debía proceder independientemente de lo que pensase la víctima de violencia doméstica”.
Durante la última década Flack había formado parte de los proyectos más exitosos de la televisión británica. Había ganado incluso una de las ediciones del famoso programa de baile de la BBC “Strictly come dancing”. Ahora su muerte ha generado también un debate sobre si debería haber recibido más apoyo psicológico y qué rol han jugado en su suicidio las redes sociales y la prensa sensacionalista.
El 24 de diciembre anunciaba en su cuenta de Instagram que se retiraba temporalmente de las redes sociales porque así se lo habían aconsejado. Y añadía que “este tipo de escrutinio y especulación es demasiado para que lo sobrelleve una sola persona. Soy un ser humano”. Unos días antes había colgado este mensaje: “En un mundo en el que puedes ser cualquier cosa, sé amable”.
La presentadora Laura Whitmore, que reemplazó a Caroline Flack al frente de “Love Island”, usó su programa del domingo en “BBC radio 5 live” para lanzar entre lágrimas una dura reflexión: “Todo aquel que haya comparado a una mujer frente a otra en Twitter, criticado a alguien por su apariencia, invadido la privacidad de otro, que haya hecho comentarios infames e innecesarios en un foro en internet debe mirarse a sí mismo”.
Una de las concursantes de la edición de 2017, Tyla Carr, incide en que “no hay control sobre lo que la gente cuelga. Hay que hacer algo. En la cuenta de Instagram de Caroline había comentarios espantosos y yo misma lo he experimentado. La gente te dice que ignores los comentarios, pero no puedes”.
Para otra de las concursantes del programa, Cally Jane Beech, “tiene que protegerse mejor a la gente, que tengas que identificarte cuando abres un perfil o una cuenta para que seas responsable de lo que dices”.
En las últimas horas los ataques se han sucedido contra la prensa sensacionalista y, en especial, contra “The Sun”, el diario más leído del país. Tras el incidente con su novio, algunos periódicos han escarbado buscando historias sobre ella y los fotógrafos la perseguían en busca de una imagen que podría granjearles una buena suma.
Curiosamente, según “The Guardian” este tabloide británico ha retirado de su página web un artículo que publicó el viernes en exclusiva sobre una “brutal” tarjeta de San Valentín en la que se veía un dibujo de la presentadora con el mensaje: “I’ll fucking lamp you”, en referencia a la lámpara con la que supuestamente agredió a su novio.
El famoso presentador de la emisora de radio LBC, Nick Ferrari, ha dicho que “es una locura” culpar a los medios de comunicación de la muerte de Caroline Flack y pide que se analice “todo el contexto”.
El suicidio de la presentadora podría marcar un antes y un después.
Los tributos por su muerte se entremezclan con los llamamientos para hacer algo. Una petición en Change.org lleva ya centenares de firmas. Amigos y fans reclaman una ley que lleve su nombre -Caroline’s law- y que controle de manera más estricta la conducta de la prensa y salvaguarde a aquellos que están expuestos a la opinión pública.