Sobrevivir sin smartphone en China
La brecha digital relega a millones de “ignorantes tecnológicos” de la tercera edad
La amplia implantación de servicios en el móvil complica la vida a personas mayores que no saben usarlos
Hacer la compra, pedir cita en el médico o recibir un envío es a veces difícil sin las principales apps de pago
La señora Cheng ha bajado al mercado del barrio, en el distrito pekinés de Xibahe, a comprar un paquete de tofu. Sin embargo, lo que parecía sencillo a priori, en la China de 2020 y rondando los 80 años, puede ser complicado.
“No sé cómo funciona la aplicación de pago del móvil, no sé usarla”, se lamenta. La mujer intenta utilizar Alipay, junto a la polivalente app de mensajería Wechat la más popular en China para realizar pagos. Ante la complicación, deja el tofu de nuevo sobre el mostrador, dispuesta a marcharse sin hacer su compra, pero el joven que espera turno al lado le explica cómo utilizarla. “Ya la tiene instalada. Tiene que escanear el código QR y luego introducir el importe y su contraseña”, le informa.
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Aunque en el mercado al que acude la señora Cheng todavía aceptan efectivo, el método de pago tradicional está claramente de retirada en China, en especial en las grandes ciudades, donde las monedas y billetes son ya cosa del pasado para la gran mayoría de la población y las tarjetas bancarias apenas se usan.
Todo se paga con el móvil
Absolutamente todo se paga con el móvil. La compra en el mercado, la comida en los restaurantes, el metro, los taxis… Incluso las personas que piden en la calle muestran un código QR para las limosnas. Y no solo eso. Buena parte de las compras ya no se realiza en tiendas físicas, sino a través de comercio electrónico y con envíos a domicilio. Un paseo por Pekín basta para darse cuenta de que la variedad de establecimientos es reducida, más allá de restaurantes, peluquerías e inmobiliarias o grandes centros comerciales con cadenas de ropa internacionales.
En China, las innovaciones tecnológicas llegan y se popularizan rápido. El país, el mayor mercado del mundo en pagos móviles, espera rozar los 800 millones de usuarios de estos servicios este año. Sin embargo, hay parte de la población que no logra mantenerse al día de los avances y queda relegada a un segundo plano en esta sociedad digital, especialmente en las zonas rurales.
Más de 200 millones de personas sin internet
Según las autoridades chinas, en el país había el año pasado 200 millones de personas mayores de 60 años sin acceso a internet, casi el 77 % del total en esas edades. La población conectada jubilada solo suponía el 6 % de los usuarios. Además, la pandemia ha complicado las cosas. Ahora, para poder entrar en la mayoría de establecimientos o usar el transporte público, hay que escanear con el móvil un código QR que genera una respuesta verde, amarilla o roja, dependiendo del historial de salud, desplazamientos y contactos de cada persona. Muchos mayores quedaron al margen de la vida cotidiana al no contar con teléfonos inteligentes.
Hace unos meses se hizo viral en las redes la historia de un hombre mayor de Anhui que, tras no poder subir al autobús por no tener móvil, recorrió casi mil kilómetros a pie durante dos semanas para ir a ver a sus familiares en la vecina provincia de Zhejiang. La situación obligó a las autoridades a modificar el funcionamiento de la app en junio para que se pudiera comprobar el código de salud desde teléfonos de terceros.
Sin embargo, hay servicios a los que solo se puede acceder con un teléfono inteligente. Algunos hospitales exigen reservar cita en su aplicación móvil y ciertos envíos a domicilio se recogen en casilleros que solo se abren escaneando un código, al igual que las bicicletas públicas. Además, algunas tiendas rechazan los pagos en efectivo y es más difícil parar un taxi por la calle, normalmente reservado por otra persona a través de una app.
“Los pagos con el móvil están creando una brecha entre jóvenes y mayores, y entre las clases medias urbanas y aquellos a los que la prosperidad no ha llegado”, señala el experto en tecnología Rui Zhong en la revista Foreign Policy. “Esto puede dejar a mayores y pobres fuera de la economía de consumo”, afirma.
Posibles soluciones
Para ayudar a solucionar el problema, han surgido asociaciones que enseñan a las personas mayores cómo usar sus dispositivos. “La vida no es muy cómoda sin saber usar el móvil”, opina Meng, estudiante de informática y voluntaria en una de estas organizaciones. “Muchas personas mayores tienen teléfono, pero solo saben contestar llamadas. Nosotros les enseñamos, uno por uno, a utilizar Wechat y comprar por internet”, asegura.
“Es difícil porque olvido pronto lo nuevo que aprendo”, cuenta Li, que comenzó a usar su smartphone a los 83. Ahora, a los 90, le es útil para hacer vídeollamadas, leer las noticias y cumplir con la tradición china de enviar sobres rojos con dinero, ahora virtuales, a los seres queridos en fechas señaladas. “Le enseñamos a conectarse a la wifi, descargar apps y utilizar Wechat para hablar. ¡Ahora se pasa el día pegada al móvil!”, cuenta su nieta.
El negocio de las marcas
Una afición que significa un nuevo, enorme e inexplorado mercado de ventas para las marcas. El gigante chino del comercio electrónico JD.com estima que, una vez online, los mayores gastan 2,3 veces más que el usuario medio. Además, la población china envejece y se calcula que el número de mayores de 60 se multiplicará por dos para 2050, cuando supondrán un tercio de los habitantes del país. Por todo ello, muchas compañías están lanzando servicios online especializados para la tercera edad.
El problema de desconexión de los mayores es un tema recurrente en China. Este verano, el diario China Daily publicaba un editorial en el que pedía que los avances lleguen a todos: “La brecha digital entre jóvenes y mayores es cada vez más pronunciada. La generación smartphone debería esperar a que los mayores se pongan al día”.