Los llantos desgarradores guían a los cascos blancos hasta una pequeña abertura bajo los escombros, tras los últimos bombardeos de la aviación de Bashar Al Asad en la provincia siria de Idlib. Mueven algunos trozos de pared, los menos pesados y entreven una cara. A duras penas logran sacar a una niña. Esta viva.
Quedan más personas atrapadas: hay una familia entera, pero la mayoría son niños pequeños, que son rescatados con vida, pero completamente aterrorizados; entre los cascotes logran sacar a un bebé que milagrosamente ha sobrevivido a las bombas.
Los equipos de rescate no pueden aguantar más al darse cuenta de que hay un cuerpo sin vida, es el de una. El horror de este dramático rescate parece no tener fin y en medio del dolor de las muertes aparece un avión que vuelve a bombardear la zona, por si quedara alguien a quien matar.
Los proyectiles han caído muy cerca de donde está el equipo de rescate y rápidamente se ponen en marcha para dirigirse hasta allí, adonde han caído las bombas sobre una casa. Vuelven a buscar entre los escombros a posibles supervivientes, por suerte, esta vez no había nadie en el interior.