La silla vacía de Salvini pone en problemas a Draghi
Ayer se reunía el Gobierno para aprobar la reforma fiscal italiana y Matteo Salvini y los suyos no asistieron a la votación
Su ausencia ensancha la grieta en el Gobierno
Draghi advierte: tendrán que explicarlo
En el día después de unas elecciones administrativas en Italia que han dado la vuelta al tablero político y han rebajado las expectativas de un ascenso que, desde hace tiempo, se pronosticaba imparable para la derecha, Matteo Salvini se lame las heridas. En la jornada del martes se votaba en el Parlamento la reforma fiscal con la ausencia deliberada de la Liga Norte y la pesadumbre de Mario Draghi, que pedía explicaciones a su líder, pero que dejaba claro que este tipo de comportamientos no frenarían sus intenciones de llevar adelante las reformas previstas.
Cuando el ex presidente del Banco Central Europeo aceptó el cargo de primer ministro de consenso para Italia, el pasado mes de febrero, puso una línea roja: la unidad. De su ejecutivo forman parte todas las fuerzas políticas, menos el ala más radical de la derecha de Giorgia Meloni, Fratelli d’Italia. Para Draghi esa es la condición para que todas las medidas del plan de recuperación tras la pandemia puedan salir adelante y marquen una estructura económica duradera para los próximos años en el país. Ayer el primer ministro no se esperaba el desplante de Salvini, dijo ante los ministros: “Como podéis ver, no han venido vuestros compañeros de la Lega”.
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Pero no tiene pensado sucumbir a su provocación, no lo hizo tampoco cuando el líder de ultraderecha se propuso hacer oposición dentro del Gobierno contra la vacuna obligatoria. La firmeza en la intención de construir la vuelta a la normalidad desde el pasaporte COVID de Draghi le funcionó y Salvini tuvo que bajar la cabeza. No permitió ayer Draghi tampoco una prórroga, defiende que es una ley muy genérica que permite agilizar el proceso y que los posibles cambios fiscales en el futuro no tengan que pasar, sí o sí, por el Parlamento cada vez para ser aprobados; moviéndose siempre en los márgenes establecidos previamente, en la línea que ha definido el ejecutivo. Defiende, así, que encuentra muy difícil que la Liga pueda alegar algo sustancial en contra. “Dime al menos cuál es el problema”, pedía ayer Draghi.
Matteo Salvini, en rueda de prensa, se excusaba diciendo que Draghi había lanzado con demasiada prisa la ley. “Nuestra ausencia es porque no se puede recibir una propuesta de ley media hora antes, esto no es el horóscopo”, decía. Pero ayer las fuentes cercanas al partido confesaban que no había unidad en sus filas en la decisión de abrir una brecha así. E, incluso, excusaban la decisión de su líder. Pero tomarse ese riesgo puede salirle mal, no solo fuera de su formación, también dentro donde las decisiones polémicas de los últimos meses han creado dos corrientes de opinión: los que apoyan con fe ciega a Salvini y los que están con el ministro de desarrollo económico Giorgetti, que vende una postura más moderada.
La posición del líder derechista no parece una cuestión de tiempos, parece una respuesta a una inestabilidad en su partido que ha crecido potencialmente con el batacazo en las urnas de este lunes. Draghi tiene intención de que esto no se convierta en un modelo de actuación de cara a la aprobación de las próximas leyes que están por llegar al Parlamento, se esfuerza en su razón de ser: el consenso. Quedan varias preguntas abiertas: ¿Cuál es la verdadera intención de esta silla vacía de Salvini en el Gobierno? ¿Abrir una brecha seria en el ejecutivo? ¿Intentar solucionar sus propios problemas internos generando tensión en la coalición? ¿Va a convertirse en una tendencia?