La propuesta de Shaun Bailey para que los sin techo puedan dar la entrada de una hipoteca compartida en Londres ha sorprendido a mucha gente. Bailey es el candidato del Partido Conservador para la alcaldía de Londres. Propone construir pisos a precios asequibles para que todo el mundo pueda comprarse una vivienda. Cree que, si alguien siente que posee algo, crece su implicación con la comunidad a la que pertenece y con el país en el que está. Eso incluye a los 62.000 sin techo que hay en Londres durmiendo en habitaciones temporales del gobierno. Piensa que pueden ahorrar 5.000 euros para poder dar la entrada de un piso.
Las elecciones se celebrarán el próximo 6 de mayo, tras ser aplazadas por la pandemia el año pasado, y enfrentarán a Bailey con Sadiq Khan, el primer alcalde musulmán de la ciudad. Bailey es negro, de origen afrocaribeño, de familia pobre y marginal. No es un candidato convencional, pero la alcaldía de Londres siempre ha sido un territorio para políticos atípicos e independientes, para ‘outsiders’ y rebeldes. La alcaldía fue suprimida por Margaret Thatcher en los años 80 y reinstaurada en el 2000.
El alcalde de Londres es el máximo responsable de la llamada Autoridad del Gran Londres y se encarga de gobernar toda el área metropolitana, que tiene nueve millones de personas. Su poder no es tan grande como el que tienen los alcaldes de Nueva York o París, se limita a la vivienda, a la seguridad y al transporte, pero es un cargo de gran prestigio y notoriedad, convertido a veces trampolín para otras aspiraciones más personales. Ken Livingstone lo utilizó para reivindicar su prestigio tras ser expulsado del Partido Laborista y Johnson para lanzar su carrera política que le ha llevado a ser primer ministro.
El primer alcalde, en el 2000, fue el laborista Ken Livingstone, conocido como ‘Ken el rojo’ por sus ideas de izquierdas. Livingstone ya fue el líder del Consejo del Gran Londres (organismo predecesor de la Autoridad del Gran Londres) entre 1981 y 1986. Durante ese tiempo se convirtió en el principal opositor de la primera ministra, la conservadora Thatcher. Hizo una campaña muy fuerte en contra de la guerra de las Malvinas, que calificó de colonialista. Este fue uno de los motivos por los que la Dama de Hierro suprimió el ayuntamiento en 1986.
Cuando se presentó a las elecciones del año 2000, era la época del apogeo del Nuevo Laborismo de centoizquierda de Tony Blair. Livingstone, que era diputado entonces, representaba el ala izquierda del partido. Blair propuso a su ministro Frank Dobson, un candidato aliado. Livingstone decidió presentarse como independiente y fue expulsado del partido. Arrasó en las elecciones. Se impuso a conservadores y laboristas. Después lideró las protestas contra la invasión de Irak y Tony Blair y declaró a George W. Bush 'persona non grata' en Londres cuando vino de vista oficial y le acusó de ser un criminal de guerra.
En 2004, ante el declive de Blair, fue readmitido en el partido para aprovechar su tirón y ganó las elecciones como laborista en 2004. En 2008, Livingstone, que había sido uno de los artífices de la designación de Londres como sede olímpica para el 2012, se encontró en las urnas con un duro contrincante, con Boris Johnson. Al igual que él, Johnson era un rebelde en su partido, el ‘enfant terrible’ de los conservadores. Con un estilo directo, divertido, irreverente y estrafalario. Era habitual que su nombre apareciera en los medios por alguna declaración controvertida o por alguna infidelidad a su esposa.
Pese a sus extravagancias y continuos escándalos, Johnson sonaba constantemente como futuro líder del Partido Conservador. Estaba considerado como uno de los políticos más inteligentes y preparados y la gente le perdonaba todo por el enorme carisma que poseía. Derrotó a 'Ken el rojo' en 2008 y fue reelegido en 2012, pasando a la historia como el alcalde olímpico. Johnson tenía una rivalidad con su viejo amigo David Cameron que se remontaba a su época escolar en Eton y universitaria en Oxford y que mantuvieron mientras Johnson fue alcalde y Cameron primer ministro. Más tarde la trasladaron al referéndum europeo y Cameron lideró el lado europeísta y Johnson el brexitero.
Johnson decidió no presentarse en 2016 para seguir con su carrera política. Le relevó en el cargo Sadiq Khan, que era el hijo de un matrimonio de inmigrantes pakistaníes musulmanes que se instalaron en un suburbio al sur de Londres. Su padre trabajó durante veinte años como conductor de autobuses y su madre como costurera. Khan fue a la universidad y se sacó la carrera de derecho. Durante mucho tiempo ejerció como abogado especializado en derechos humanos antes de pasarse a la política.
Era un laborista moderado que estaba enfrentado al izquierdista Jeremy Corbyn, entonces líder del partido. Corbyn no asistió a la ceremonia de nombramiento de Khan y éste dijo, nada más ganar, que los laboristas nunca ganarían unas elecciones generales si no conectaban con los votantes conservadores y con los empresarios. El favorito en las elecciones de 2016, sin embargo, era el conservador Zac Goldsmith, un multimillonario blanco inglés que llevó la campaña al fango racial cuando acusó a su rival de tener vínculos con los musulmanes radicales. Khan se impuso y se convirtió en el primer alcalde musulmán de Londres. En 2019 declaró a Trump 'persona non grata' en la capital.
Khan se presenta a la reelección en mayo. Los conservadores buscaron a un candidato que fuera una réplica que Khan y con el que las minorías étnicas londinenses pudieran identificarse. Bailey se ha definido como “un político de izquierdas en el Partido Conservador”. Sus abuelos fueron jamaicanos inmigrantes de la “generación Windrush”, como se conoce a los afrocaribeños que vinieron al Reino Unido después de la Segunda Guerra Mundial para reconstruir el país, destruido por las bombas nazis. Bailey cuenta con orgullo que su abuelo luchó en la guerra. Él creció en un complejo de edificios de protección oficial en North Kensington.
Fue criado por una madre soltera y por su familia jamaicana. De niño flirteó con el robo y con las bandas criminales juveniles pero logró escapar de lo que él consideraba que era su destino. Dejó la escuela a los 16 y se sacó la carrera de ingeniería informática ya de mayor, aunque nunca llegó a ejercer. Fundó una organización benéfica para ayudar a los niños y adolescentes con problemas como él. Más tarde se convirtió en asesor del primer ministro David Cameron en asuntos de jóvenes y crimen. Se presentó dos veces a las elecciones para ser diputado, pero no ganó.
“Yo vengo de una comunidad muy pobre donde había mucha violencia, grafitis y basura y solo cuando sentimos que éramos dueños de nuestro piso, cambiamos de mentalidad y pensamos que participábamos en la sociedad, y esto es lo que quiero cambiar”, afirma Bailey. Dice que sabe lo que es ser un sin techo y estar sin trabajo. Y promete pisos con precios asequibles para todos y reducir la altísima tasa de crimen en la ciudad. Enfrente tendrá a Khan, que es el favorito y le aventaja en 21 puntos en los sondeos. Pero las elecciones de Londres nunca han sido previsibles. Siempre han sido un terreno para políticos rebeldes.