Con música militar de fondo, la pompa habitual en este tipo de eventos y al son de las palmas de los casi 2200 representantes presentes, entraban el presidente chino, Xi Jinping, y los principales dirigentes del país en el salón del Palacio del Pueblo de Pekín la tarde de este jueves para dar comienzo a la temporada política más importante del año en China, que se debía haber celebrado en marzo, pero fue pospuesta por primera vez en décadas por la pandemia.
“¡Declaro inaugurada la tercera sesión anual del décimo tercer Comité Nacional de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino!”, recitaba el vicepresidente del comité, con los enrevesados y larguísimos términos políticos utilizados habitualmente por las autoridades chinas. “Ahora, pónganse en pie y canten el himno nacional”. Después del canto, los miembros de la CCPPC guardaban, cabizbajos y con mascarillas, un minuto de silencio por las víctimas de la pandemia de COVID-19.
La CCPPC, que ha arrancado este jueves, es uno de los eventos políticos anuales conocidos como las “dos sesiones”, o “lianghui” en chino. La Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino es un órgano consultivo del Gobierno. Aunque carece de poder legislativo, es lo más parecido a una participación popular en las instituciones chinas. Entre sus miembros, hay trabajadores, líderes de distintos grupos profesionales, minorías étnicas y algunos partidos minoritarios consentidos por el sistema. La conferencia trata de representar todos los ámbitos de la sociedad china. Entre ellos, hay deportistas, como el jugador de la NBA Yao Ming, o actores, como Jackie Chan.
Pero el evento más relevante comienza este viernes y es la Asamblea Popular Nacional (APN), que se solapará con la CCPPC durante una semana.
La APN, en la que participan casi 3000 delegados de las distintas provincias, en su gran mayoría del Partido Comunista, es lo más parecido a un parlamento occidental en China. En su caso, solo se reúne una vez al año, la agenda se planea con meses de antelación y las votaciones suelen ser un mero trámite.
Aunque deja poco espacio para la improvisación, muchos analistas coinciden en que, dada la opacidad habitual de las autoridades chinas, las dos sesiones y, en especial la APN, son una oportunidad para encontrar las claves de hacia dónde se va a mover el país en los siguientes meses. Aquí se da el visto bueno a las leyes y se anuncian nuevas medidas.
Aunque las autoridades quieren mostrar la vuelta total de China a la normalidad con la celebración de las sesiones políticas, la pandemia de coronavirus ha trastocado los eventos de este año, que han tenido que acortarse. Además, muchas de las conferencias que tienen lugar durante las cumbres se han reducido y otras se realizarán de forma remota por videoconferencia.
En esta ocasión, solo se permite la entrada de unos pocos periodistas, muy controlados y por separado, que además tienen que hacerse test de coronavirus antes de entrar. Estos acontecimientos políticos son una de las raras ocasiones en las que los periodistas pueden hacer preguntas a los delegados y al primer ministro del país, aunque estas preguntas están pactadas con antelación.
Se espera que buena parte de los temas tratados estos días tengan que ver con la preparación del sistema sanitario ante posibles rebrotes y la recuperación de la economía tras la crisis.
Los objetivos económicos para el siguiente año suelen ser lo más esperado de las dos sesiones. Aunque China se esfuerza por mostrar que su recuperación se está produciendo en forma de V, la caída de su PIB en el primer trimestre de este año, del 6,8%, fue la mayor registrada hasta el momento.
Además, el país ya crecía a su menor ritmo de los últimos años antes de la irrupción de la COVID-19 y su economía depende también en buena parte de lo que ocurra en el resto del mundo.
Según el diario económico Caixin, los economistas no se ponen de acuerdo sobre si habrá o no este año cifra de objetivo del producto interior bruto o si las autoridades se centrarán en otros datos, como los del empleo. Si hubiera un objetivo de crecimiento del PIB, se situaría probablemente entre el 2 y el 3 %, en comparación con el 6,1 % del año pasado. Aunque se espera que las dos sesiones de este año se centren en asuntos nacionales de China, el tono empleado hacia EEUU podría dar pistas de cómo se van a desarrollar las relaciones entre Pekín y Washington, inmersos en una guerra arancelaria y dialéctica, en el futuro cercano.
El Gobierno chino podría, además, anunciar nuevas medidas económicas, como reformas del sistema, el aumento del déficit público más allá del 3% o la emisión de bonos del tesoro.
China tendrá que revisar también su estrategia para la consecución de uno de sus “objetivos centenarios”. Con su habitual lenguaje grandilocuente, el Gobierno chino había establecido la meta de “lograr una sociedad moderadamente próspera” en 2020 con la eliminación de la pobreza extrema este año, antes del primer centenario del Partido Comunista de China en 2021.
China se había propuesto eliminar las últimas bolsas de pobreza extrema del país, compuestas todavía por millones de personas, especialmente en las zonas rurales del interior. 2020 iba a ser el gran año en el que la pobreza iba a quedar erradicada en China, pero la crisis económica ocasionada por el coronavirus y las altas tasas de desempleo, que según algunos estudios están muy por encima del 6 % oficial, han complicado la agenda.
Otra de las medidas estrella de las dos sesiones de este año es la creación del primer código civil de China. El país no contaba hasta ahora con un código unificado, sino con leyes dispersas. Este nuevo código civil incluirá novedades en la relación entre privados. Por ejemplo, sobre privacidad, propiedades, contratos, responsabilidad civil, matrimonio o herencias.
El borrador incluyó en su periodo de consultas la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo, que no es legal por el momento en China, aunque parece que esta disposición podría caerse del nuevo código civil ante la Asamblea Popular Nacional.
Las conservadoras autoridades chinas, en especial el Gobierno actual, han dado marcha atrás en los últimos años a los avances de los derechos de los homosexuales en el país.