Scholz quiere disipar las dudas sobre Alemania frente a Rusia
El canciller alemán Olaf Scholz, en su primer viaje a Washington, trata de acabar ante Joe Biden con las dudas generadas por su política exterior ante la amenaza de Rusia en Ucrania.
“In dubiis abstinere”. Abstenerse cuando hay dudas es cosa, en principio, de sabios. Abstenerse en política exterior, ahora que amenaza una nueva guerra en Europa en vista de cómo Rusia está amasando tropas en la frontera con Ucrania, es precisamente a lo que se ha dedicado el canciller alemán Olaf Scholz.
Del carácter inseguro de Scholz han dado cuenta algunos de los titulares con los que se ha hecho referencia al canciller en sus dos primeros meses al frente del Ejecutivo teutón. Varios de ellos los recogía en su edición de este lunes el diario conservador Die Welt.
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Por ejemplo, “¿Por qué tan inseguro?” y “El canciller invisible”, aludiendo a la falta de explicaciones que ha dado el jefe de Gobierno estos días, o “El semáforo de Scholz es el hazmerreír del mundo”, aludiendo a la coalición de socialdemócratas, ecologista y liberales que lidera el canciller.
La política exterior es uno de campos en los que más ha fallado Scholz en sus primeros dos meses de Gobierno. De lo contrario no camparía fuera de Alemania esa impresión de que el país de Scholz no convence en su política frente a la Rusia de Vladimir Putin que amenaza con invadir Ucrania.
Esa sensación resulta especialmente importante cuando se da, como es el caso, en Estados Unidos. Hasta allí viajaba Scholz este lunes para reunirse con el presidente Joe Biden por primera vez en la Casa Blanca. El canciller tenía, según los términos de Klaus Brodbeck, comentarista político de la televisión pública teutona ZDF, “mucho que aclarar” en Washington.
Escuchándoles a ambos en su intervención ante los medios este lunes, en un clima de buen entendimiento, podría parecer que Scholz y Biden están unidos frente a las intenciones rusas.
"Alemania es un país fiable desde todos los puntos de vista", decía Biden al recibir a Scholz. Al alemán, por su parte, le tocaba insistir en que "la vinculación con los Estados Unidos y el partenariado transatlántico es una de las constantes más importantes de la política alemana". "Pueden estar seguros de que en el futuro eso siempre será una de las mayores prioridades", aseguraba Scholz.
Como era de esperar, Scholz, al que le tocaba dar un paso al frente en la escena internacional, no daba indicios en esa rueda de prensa de querer operar cambios considerables en la que hasta ahora ha sido su política frente a la amenaza de Rusia. Ambos hablaron en Washington de un "duro paquete de sanciones" en caso de que Ucrania sea atacada por Rusia.
En caso de guerra, "no habrá más Nord Stream 2", según Biden
"Actuaremos de inmediato, rápido y juntos", subrayaba Scholz, sin hacer explícito el cierre del gasoducto Nord Stream 2 o tomar la iniciativa en el envío de armas a Ucrania. Sobre el gasoducto, Biden sí dejó dicho que, en caso de guerra, "no habrá más Nord Stream 2". "Prometo que seremos capaces de hacer eso", llegaba a aseverar Biden.
Frente a Rusia, Scholz tiene muy poco margen de maniobra. Está limitado por su propia condición de canciller novato maniatado por las actuales dependencias energéticas alemanas y el deseo de no violentar a una población alemana reacia a que su país tome iniciativas geopolíticas de envergadura que afecten a Rusia. Esta actitud resulta especialmente notoria en buena parte de su Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD)
“Scholz nunca fue alguien cercano a quienes hicieron carrera con Gerhard Schröder en su tiempo en el poder”, dice a NIUS Marina Henke, Directora del Centro para la Seguridad Internacional de la Hertie School, un prestigioso centro berlinés dedicado a la gobernanza. Alude Henke al excanciller al que ahora se le considera “en la nómina de Putin” al trabajar para las empresas energéticas rusas Gazprom y Rosneft y a la parte del SPD que piensa que el diálogo con Rusia aún puede ser productivo.
Frente a Rusia, un Scholz “inseguro y zarandeado”
“Scholz, personalmente, no es alguien especialmente rusófilo. Pero no es alguien que haya lidiado mucho en su carrera con temas de seguridad y defensa, pues ha sido alcalde Hamburgo o ministro de Hacienda”, señala Henke. Ante la amenaza de una invasión de Rusia a Ucrania, ella ve a Scholz “inseguro y siendo zarandeado por unos y otros”.
Esta descripción sirve para entender, por un lado, el cuestionable perfil de un país que se ha negado a apoyar con armas a Ucrania, ha puesto trabas a que otros países hagan entregas de armas al país amenazado por Rusia y ha mandado únicamente a Kiev 5.000 cascos militares frente a una eventual invasión. Este lunes, Alemania anunciaba el envío de tropas a Lituania, un país fronterizo con Bielorrusia, donde el Ejército ruso también amasa militares de forma amenazante frente a Ucrania.
“En vista de lo que se ha ido publicando en otros países sobre la política alemana se han generado dudas de cómo se posiciona Alemania en esta crisis”, señala a NIUS Rafael Loss, experto en Berlín del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR), un think tank europeísta.
El Gobierno de Scholz, con problemas de comunicación
A su entender, hay un “enorme problema de comunicación en el Gobierno, como se observa en lo ocurrido con los 5.000 cascos, porque las cosas se hacen a destiempo, o en que haya en paralelo un disonante debate en el SPD sobre qué hacer con Rusia, porque hay un sector que está romantizando la Ost-Politikabunda este experto.
Tampoco hay que perder de vista que Scholz fue elegido canciller tras haber sabido encarnar la continuidad con Angela Merkel en muchos aspectos. Uno de ellos, según se observa estos días, es el deseo de no violentar a la opinión de votantes propios y ajenos. En lo que a la entrega de armas a Ucrania se refiere, la mayoría de los alemanes no quiere ver a su país ayudando a una nación amenazada de guerra con Rusia.
Henke, desde el Centro para la Seguridad Internacional de la Hertie School, señala que “las encuestas muestran que la mayoría de los alemanes no está convencida de que Alemania tenga que intervenir en esta crisis, también hay un fuerte sentimiento de escepticismo frente a lo que hace la OTAN y sus miembros, además de un convencimiento de que esta crisis es algo que se puede resolver hablando con los rusos”.
Nostalgia del comunismo, pacifismo y querer que Alemania sea como Suiza
Para explicar esta actitud de la población alemana, Henke apunta varios aspectos. Por ejemplo, que entre muchos alemanes de lo que fue la extinta República Democrática de Alemania (RDA), hay una cierta nostalgia de los tiempos del dominio de la Unión Soviética – ahora identificada mayormente con Rusia.
“La gente que aún tiene un recuerdo vivo de los tiempos de la RDA tiene una visión favorable a Rusia. También hay un elemento de protesta aquí, porque se entiende que la política de la Alemania Occidental está asociada a un capitalismo que ha generado diferencias entre el oeste y el este del país, siendo ahora el este más pobre, por ejemplo. La RDA era el país más rico de los países del Pacto de Varsovia”, según Henke.
A su entender, en el oeste alemán, por otro lado, se oponen a ser duros frente a la amenaza rusa en Ucrania los alemanes “pacifistas” y los que “quieren hacer de Alemania un país neutral como Suiza”. Tener que componer con una sociedad así lleva a que “incluso en lo que respecta al Nord Stream 2, en la población no hay un consenso claro de que haya que abandonar el proyecto”, abunda Henke, aludiendo al segundo gasoducto que une Alemania con Rusia que está a la espera de ser puesto en marcha.
Scholz ya ha señalado que esa infraestructura podría ser objeto de sanciones en caso de invasión. Este lunes, Scholz hablaba con Biden de "sanciones necesarias" contra Rusia en caso de invasión para mostrar unidad. Está por ver cuánto dura esa imagen forjada en esta visita a Washington sabiendo que al canciller se le reprocha falta de seguridad, precisamente cuando la seguridad europea parece estar en juego.