Al jefe de gabinete de la Presidencia del Gobierno, Ivan Redondo, le gusta medir el tiempo político en semanas. Semana ganada o semana perdida, según hayan ido las cosas. Pues esta semana desde luego no va bien para Sánchez. Y puede ir peor.
El Consejo Europeo no pinta bien para los intereses españoles. Todo apunta a que no se va a cerrar con acuerdo para la creación por fin del fondo de reconstrucción europeo. Lo reconocen en privado quienes ya están en Bruselas para asistir a la reunión. Pero siempre cabe la sorpresa, que en estos consejos nunca se sabe.
Si el Consejo se cierra en falso sería un nuevo contratiempo para el presidente español que ha visto como Nadia Calviño perdió la presidencia del Eurogrupo por un voto frente al irlandés Donohoe, que ha cosechado además otra victoria esta semana, al darle la razón el Tribunal General de la UE en su pleito con la Comisión por los impuestos no cobrados a Apple, algo que trataremos más adelante.
Sánchez además llega en un momento interno delicado. Los rebrotes están empezando a preocupar mucho en el ministerio de Sanidad. Lo que estaba bajo control empieza a estar desbordado y aunque no tenga efectos dramáticos en cuanto a muertes como en meses anteriores, sí amenaza gravemente la recuperación económica. Los confinamientos parciales y los riesgos provocan retraimiento. La recaudación de impuestos está hundida y tiene muy mala previsión y la temporada turística no se va a recuperar. El optimismo de los primeros días del verano, cuando empezaba la “nueva normalidad” y los contagios estaban bajo control, se va esfumando. Hacen falta dos cosas: control de contagios y dinero para reactivar la economía.
A diferencia de la anterior, en esta crisis hay consenso generalizado de que hay que poner dinero para que la maquinaria económica se reactive. El FMI, el BCE y la UE coinciden en que no hay que escatimar. Por eso, la Comisión Europea ya ha preparado un fondo de reconstrucción de 750.000 millones y el BCE, una cantidad similar para que haya liquidez.
Pero más allá de los anuncios está la letra pequeña y de eso se va a hablar en este Consejo. Los 750.000 millones de la Comisión se dividen entre préstamos y transferencias. Hay un grupo de países, los llamados “frugales” (Holanda, Austria, Suecia y Dinamarca) que no ven con buenos ojos eso de prestar dinero a otros sin que tengan que cumplir una serie de condiciones duras. Aquí empieza la discusión y se va enredando. Hay diferencias sobre cuando podrá estar disponible el dinero. No es lo mismo que las transferencias lleguen rápido, que tarden años en ser recibidas: España e Italia ya han urgido para que el acuerdo se cierre en este Consejo y el dinero se reciba con urgencia antes de que las economías se deterioren aún más. Los países frugales no tienen prisa.
Además, España busca que el dinero llegue de la manera más directa posible. Si está sujeto a la burocracia comunitaria y al posible bloqueo de otros países, el sistema dejará de ser operativo. Obviamente los fondos se dan para planes concretos que tiene que desarrollar cada país, pero en esta ocasión, la urgencia obliga a que las transferencias lleguen pronto para que se reactive la maquinaria. España espera que el sistema sea “ágil y eficiente.” Holanda, sin embargo, quiere controles adicionales a esos fondos.
El plan presentado por el presidente del Consejo, Charles Michel, busca agradar a los frugales porque ya ha endurecido algunos controles y ha rebajado el presupuesto inicial de la Comisión: lanzaría ahora el 70% del plan y más tarde el otro 30%. En España se interpreta como un intento por acercar posturas con quienes amenazan con bloquear estos planes. Veremos si resulta.
¿Quién llevaría el principal control de esos fondos? En España se apuesta por que sea la Comisión, es decir, el Gobierno de Europa y no el Consejo con todos los primeros ministros al frente. Se trata de evitar que haya bloqueos sobrevenidos a planes que ya estén en marcha y aprobados por el mero hecho de que algún país quiera bloquearlo.
Este Consejo llega en un buen momento para aquellos países que han hecho bandera de la competencia fiscal al resto de los gobiernos a base de bajarles los impuestos a las grandes corporaciones. Irlanda y Holanda se llevan las cotizaciones de las grandes empresas mundiales y con ello los impuestos que esas empresas deberían pagar en cada país por sus actividades allí.
Esto ya ha hartado a muchos gobiernos y a la Comisión Europea que obligó a Apple a pagar a Irlanda 13.000 millones de euros, cálculo de lo que no había pagado en impuestos. Pero hete aquí que esta misma semana el Tribunal General de la UE ha dado la razón a Irlanda y a Apple. Sí, a Irlanda también, porque este país que iba a ingresar 13.000 millones de euros, prefiere perderlos a cambio de que Apple y el resto de las empresas sigan en su país, aunque eso fastidie al resto. Hermandad Europea.
Pues ese ministro es el que a partir de ahora va a encabezar el Eurogrupo y esos países (Irlanda, Holanda, Luxemburgo, Chipre…) son los que ahora se sienten fortalecidos después de esta semana redonda.
El nexo de unión entre los países frugales y los acusados de hacer competencia desleal con los tipos impositivos es Holanda. Cómo de importante es el papel de su primer ministro, Mark Rutte, que ha sido visitado en las últimas semanas por Macron, Conte, Charles Michel y Sánchez. Todos en peregrinación para intentar convencerle de la urgencia y la necesidad de poner en marcha ya el fondo de reconstrucción europea.
Pero Rutte no muestra signos de debilidad. Este político discreto, que anda en bicicleta y que sigue viviendo en el mismo apartamento que tenía antes de liderar gobiernos de coalición en los últimos 10 años, sigue firme en su postura y es visto por la delegación española como el principal escollo. “Es un tipo simpático, encantador, pero muy difícil de convencer”, dicen quienes han estado cerca de él en las reuniones.
En esta Europa a 27, ya no vale con los acuerdos entre Francia y Alemania. Ahora Macron y Merkel quieren lo que quiere España pero hay que convencer a los que bloquean. Está claro que España o Italia no tienen poder de persuasión por si mismas, así que habrá que confiar en la presión de los grandes. De ello depende en gran medida que Sánchez tenga el margen de maniobra suficiente para hacer unos presupuestos que convenzan a sus posibles socios. Se juega poder seguir con medidas expansivas y no tener que aplicar drásticos recortes. Veremos si Redondo consigna esta semana como ganada o como perdida por goleada.